Nos quieren someter
Esta vez ha sido Hamas quien, por medio de un tal Yunis Al-Astal, ha amenazado al Papa, a la Iglesia Católica y a Europa entera. En otras ocasiones ha sido el mismísimo Ben Laden o cualquier otro dirigente de Al Qaeda. Mañana será el muftí de vaya usted a saber dónde, o el imán de cualquier mezquita. El caso es que una parte muy importante de los musulmanes ha tomado como deporte favorito el amenazar a Occidente y al cristianismo. El problema es que ellos ya han demostrado que pasan de las amenazas a los hechos en cuanto ven la menor oportunidad. Por tanto, no estamos ante un perro ladrador pero poco mordedor, sino ante perros que ladran, muerden y, si pueden, matan. Y sin embargo, hay muchos en Occidente que están deseosos de acariciar sus lomos. Es más, critican a los funcionarios de la perrera municipal que osen intentar retirar de circulación a los canes asesinos.
Por supuesto, se me dirá que el Islam no es eso. Que en realidad es una religión de paz, de fraternidad universal y de “escucha hermano la canción de la alegría”. No seré yo quien niegue que hay un Islam que no vive obsesionado con conquistar Occidente por la fuerza, que puede convivir con otras religiones y que no resulta un peligro para el resto de la humanidad que no sigue la fe de Mahoma. Pero, ¿es o no cierto que el Islam, a diferencia del cristianismo, se expandió en sus orígenes por la vía militar? ¿alguien vio a Cristo al frente de un ejército tomando por la fuerza una ciudad? ¿qué legiones estuvieron a las órdenes de San Pedro, San Pablo o cualquier otro apóstol?
A lo largo de la historia, naciones cristianas han cometido tropelías, se han metido en guerras innecesarias y han oprimido a otros pueblos. Pero no hay forma de encontrar justificación a dichas acciones en las páginas del Nuevo Testamento. El fundador del cristianismo, muy al contrario, sin necesidad de ser el pacifista hippie que algunos quieren vendernos, no vino a imponer el evangelio por la fuerza, sino a ofrecerlo a todos los hombres que libremente pueden aceptarlo o rechazarlo. Mahoma conquistó La Meca con un ejército de diez mil hombres. Murió a los 63 años y muerto sigue. Cristo murió en la cruz con apenas la compañía de su madre, un apóstol y varias mujeres. Pero al tercer día resucitó. El cristianismo creció a través del testimonio de los mártires, no de ninguna guerra santa. De las fuentes del cristianismo mana paz, ¿se puede decir lo mismo de las fuentes del Islam?
No estamos en los tiempos de la Reconquista, ni de Lepanto, ni de un Carlos I deteniendo a los turcos a las puertas de Viena. Pero buena parte del Islam no ha renunciado a su intención de someter a Occidente bajo su yugo. El problema es que esa parte de Occidente que reniega de sus raíces cristianas parece dispuesto a someterse. O en todo caso, a no plantar cara a la amenaza que nos plantea el terrorismo fundamentalista islámico. En realidad el mayor peligro para nuestra civilización no viene de la amenaza externa sino de la descomposición interna. El laicismo anticlerical será un obstáculo fácilmente arrasado por un Islam pujante. Así que una de dos. O nos volvemos a Cristo, a nuestras raíces, o nos someterán los seguidores de Mahoma.
Luis Fernando Pérez Bustamante