Monseñor Cardoso es mucho Cardoso
Confieso que para mí había pasado totalmente desapercibido. Obviamente no soy un gran conocedor de la realidad de la Iglesia en Brasil. Pero basta ver lo que ha hecho en este último mes como para darse cuenta de que el todavía arzobispo de Recife, monseñor José Cardoso Sobrinho, ha sido y es un puntal de la Iglesia en Latinoamérica. Digo “todavía arzobispo” porque ya ha presentado la renuncia por edad, aunque en vista de su valía es de esperar que el Santo Padre le conceda un par de años largos de “prórroga". Es más, me encantaría que llegara a crearle cardenal.
Y es que monseñor Cardoso es mucho Cardoso. Con él no pueden ni el ataque furibundo de los medios de comunicación ni la traición rastrera de trescientos Fisichellas y cuatrocientos cardenales canadienses quienes, desde la comodidad de sus despachos y sin haber estado a pie de calle para salvar la vida de tres inocentes, se han sumado a las críticas. El arzobispo de Recife tiene la conciencia muy tranquila. En todo momento se apoyó a la niña y a su familia, algo que no hizo ni el estado brasileño ni los que finalmente se salieron con la suya y provocaron la muerte de los dos gemelos inocentes. La ciencia podía haber salvado perfectamente a la madre y los hijos, pero una vez más sirvió a la muerte y no a la vida.
Monseñor Cardoso no se arredra ante la falta de solidaridad de quienes deberían de estar codo con codo a su lado. Pero también nos informa de que en Roma la mayoría están con él. El mismísmo Prefecto para la Congregación de los Obispos, el cardenal Re, le ha enviado una carta mostrándole su apoyo. Lo cual está muy bien, sin duda, pero digo yo que no estaría de más que el Santo Padre, a su regreso de África, hiciera lo mismo. Porque estamos ante uno de los casos que más desasosiego están causando entre muchos fieles. Que el “mundo” ataque a un obispo que defiende la vida y condena el aborto en todos sus supuestos, es normal. Que lo hagan otros obispos y ni más ni menos que el Presidente de la Pontifica Academia para la Vida, no sólo no es normal, sino que recuerda mucho a otro tipo de traiciones que aparecen en la Escritura. Son ellos, y no monseñor Cardoso, quienes deben de preocuparse por el estado de su conciencia.
Si hace unos días expresé mi apoyo al arzobispo de Recife, hoy además doy gracias a Dios por darle la valentía para plantar cara a la campaña infame que se ha lanzado contra su persona. Y le pido que conceda al Obispo de Roma la sabiduría necesaria para poner orden en su Iglesia. Falta nos hace.
Luis Fernando Pérez Bustamante
PD: Mientras redactaba este post, me han comunicado la muerte de mi tío Luciano, padrino de mi hija pequeña. Os ruego una oración por su alma.