Monseñor Cardoso le gana el pulso a monseñor Fisichella, que DEBE rectificar
La Congregación para la Doctrina de la Fe se ha visto obligada a publicar una nota por la que se aclara que no ha cambiado la doctrina de la Iglesia Católica sobre la ilicitud de provocar un aborto en cualquier circunstancia. Esto es como decir que la Real Academia de la Lengua española se ha reunido en sesión extraordinaria para informar al mundo mundial que El Quijote fue escrito por Cervantes. Lo normal, en un caso así, es que todos se pregunten qué autoridad mundial ha puesto en duda semejante hecho para que la RAE haya tenido que aclarar lo que para todos es evidente. Está claro que los académicos no se reunirían si quien hubiera puesto en duda la autoría cervantina del Quijote fuera alguien encerrado en un hospital para pacientes que sufren desarreglos psíquicos o psiquiátricos.
Es por ello que toca preguntar a qué viene esta nota de la CDF. La respuesta está en un artículo que publicó en L´Osservatore Romano monseñor Fisichella, Presidente de la Pontificia Academia de la Vida, criticando la actuación de monseñor Cardoso, arzobispo emérito de Recife (Brasil) al anunciar la excomunión de los médicos que habían provocado el aborto de una niña de 9 años embarazada de gemelos. El artículo de Fisichella llevaba por título “A favor de la niña brasileña".
El caso, escribió Fisichella, “ha ganado difusión en las páginas de los diarios sólo porque el arzobispo de Olinda y Recife se ha apresurado a declarar la excomunión para los médicos que la han ayudado a interrumpir el embarazo“, cuando por el contrario, “antes que pensar en la excomunión“, la niña “debía en primer lugar ser defendida, abrazada, acariciada” con esa “humanidad de la que nosotros, hombres de Iglesia, debemos ser expertos anunciadores y maestros“. Pero, decía el prelado italiano, “no ha sido así“. Y no contento con ello, añadía: “A causa de la más que joven edad y de las condiciones precarias de su salud, la vida [de la niña] estaba en serio peligro a causa del embarazo en curso. ¿Cómo actuar en estos casos? Decisión ardua para el médico y para la misma ley moral. Opciones como ésta […] se repiten cotidianamente […] y la conciencia del médico se encuentra sola consigo misma en el acto de verse obligado a decidir qué es lo mejor que se debe hacer“. Al final del artículo Fisichella se dirigía directamente a la niña: “Estamos de tu parte. […] Son otros los que merecen la excomunión y nuestro perdón, no los que te han permitido vivir“.
Una vez leído lo que monseñor Fisichella publicó en L´Osservatore, veamos el primer párrafo de la “clarificación” de la Congregación para la Doctrina de la Fe:
Recientemente han llegado a la Santa Sede varias cartas, incluso de parte de altas personalidades de la vida política y eclesial, que han informado sobre la confusión que se ha creado en varios países, sobre todo en América Latina, tras la manipulación e instrumentalización de un artículo de su excelencia monseñor Rino Fisichella, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, sobre el triste caso de la “niña brasileña". En ese artículo, aparecido en “L’Osservatore Romano” del 15 de marzo de 2009, se presentaba la doctrina de la Iglesia, teniendo en cuenta la situación dramática de esta niña, que –como se pudo constatar posteriormente– había sido acompañada con toda delicadeza pastoral, en particular por el entonces arzobispo de Olinda y Recife, su excelencia monseñor José Cardoso Sobrinho. Al respecto, la Congregación para la Doctrina de la Fe confirma que la doctrina de la Iglesia sobre el aborto provocado no ha cambiado ni puede cambiar.
Yo supongo que en Roma no le quieren hacer a monseñor Fisichella el feo de decir públicamente que metió la patita hasta el corvejón, pero eso de echar la culpa del escándalo a la “manipulación e instrumentalización” de su artículo es como pretender tapar el sol con un dedo. Señores míos, la literalidad, sin manipulación alguna, de lo que escribió el arzobispo italiano era lo suficientemente grave como para que el Papa le hubiera llamado al día siguiente para pedirle explicaciones. De hecho, esta aclaración, se quiera o no, es un palo de dimensiones considerables al presidente de la Academia Pontificia para la Vida. Al fin y al caso, a la pregunta del arzobispo “¿Cómo actuar en estos casos? Decisión ardua para el médico y para la misma ley moral", tiene que responder la propia CDF. Y lo hace citando la encíclica “Evangelium vitae” de Juan Pablo II:
“Es cierto que en muchas ocasiones la opción del aborto tiene para la madre un carácter dramático y doloroso, en cuanto que la decisión de deshacerse del fruto de la concepción no se toma por razones puramente egoístas o de conveniencia, sino porque se quisieran preservar algunos bienes importantes, como la propia salud o un nivel de vida digno para los demás miembros de la familia. A veces se temen para el que ha de nacer tales condiciones de existencia que hacen pensar que para él lo mejor sería no nacer. Sin embargo, estas y otras razones semejantes, aun siendo graves y dramáticas, jamás pueden justificar la eliminación deliberada de un ser humano inocente” (”Evangelium vitae", n. 58).
Ante esto yo le preguntaría a monseñor Fisichella si le ha quedado ya clarita cuál es la respuesta a su pregunta. Es más, también le preguntaría cómo es posible que hiciera una pregunta así siendo él quien es y desempeñando el cargo que desempeña. ¿Es lógico, sensato, responsable y decente que todo un presidente de la Pontificia para la Vida plantee la más mínima duda sobre la legitimidad del aborto provocado a la niña de brasil? ¿no es una vergüenza que don Rino se lanzara a criticar al arzobispo Cardoso por defender, él sí, la doctrina de la Iglesia en ese caso concreto? ¿no es un escándalo espantoso que una de las voces más autorizadas de la Iglesia, tras el Papa y la propia CDF, en materia de la dignidad de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, se permita decir que los médicos que provocaron el aborto salvaron a la niña sin hacer referencia alguna a los inocentes asesinados en dicho aborto?
Eso por no hablar del hecho de que el prelado italiano tuvo la poca decencia de acusar ladinamente a la archidiócesis brasileña de preocuparse más por la sanción canónica a los médicos que de atender a la niña y sus gemelos, cuando la verdad es que había ocurrido exactamente lo contrario. Monseñor Fisichella ofendió a su colega de episcopado, a todos los que procuraron salvar a la madre y sus hijos, a la verdad, a la caridad cristiana, al mismísmo Dios Altísimo. Es más, cuando se le preguntó si había hablado con monseñor Cardoso y el párroco de la niña antes o después de escribir su artículo, dijo lo siguiente: “No he hablado con ellos por teléfono. No veo por qué. No veo qué interés tiene". Si monseñor Fisichella tuviera un mínimo de dignidad episcopal y/o cristiana, debería de ser él quien publicara una retractación en L´Osservatore pidiendo disculpas a todos, empezando por monseñor Cardoso. De lo contrario, debería dimitir o “ser dimitido". Pero me temo que no ocurrirá nada de eso. Hay demasiado orgullo en aquel que al ser preguntado por el revuelo mediático y eclesial creado tras su artículo, respondió afirmando: “mi artículo es claro y ninguna frase estaba equivocada". Pues ya ve usted lo claro que estaba. Ha sido necesario que Doctrina de la Fe salga a aclarar el entuerto en el que su necedad metió a toda la Iglesia. Vamos, como para que siga sacando pecho.
Por último, vaya desde aquí, una vez más, mi agradecimiento a monseñor Cardoso por haberse mantenido firme en todo este asunto. La nota de la CDF le pone en su sitio, que no es otro que el de un verdadero defensor de la vida. Ojalá el Papa se acuerde de ello a la hora de crear futuros cardenales.
Luis Fernando Pérez Bustamante
PD: En la página siguiente copio la aclaración de la CDF
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9 comentarios
"Haced lo que dicen, no lo que hacen".
El fariseísmo, como decía Castellani, carcoma de la religión.
Aunque a mí, más que aliviarme la actuación de la Congregación, me deja aún más inquieto, por lo que ya vienen comentando.
Francamente, llama la atención que la Congregación no quiera llamar a las cosas por su nombre. Su hace en este caso es simplemente tibia. Y lo de Fisichella sencillamente no tiene nombre.
Hay otro asunto que no comprendo bien. ¿Por qué se le aceptó la renuncia a Cardoso Sobrinho? Obviamente que es un trámite normal la presentación de su renuncia de éste al Papa, lo que no es automático es que se le acepte, me parece. Yo soy de Guadalajara, México, y al cardenal Sandoval no le han aceptado la renuncia...
El artículo de Fisichella era inadmisible en sí mismo, sin necesidad de manipulación alguna.
El ejercicio de la autoridad, componente esencial de la tarea pastoral, no es tarea fácil. Hay que estar bien dotado de delicadeza y templanza para ejercerla. En este aspecto, Benedicto XVI se parece más a Pablo VI que a Juan Pablo II. Que con su firmeza, al asumir su Pontificado, le dio orden a una Iglesia Católica que parecia más un parlamento que una Iglesia.
Es el riesgo que volvemos a padecer ahora.
Lo más lógico es que la Curia le busque (discretamente, como lo hace todo el vaticano), otro puesto donde tenga algo más de conocimiento.
en verdad no recuerdo -tal vez usted si- que a Juan Pablo II los obispos holandeses le hayan hecho un catecismo que contenga varios artículos en contra de la moral catolica que custodia el Magisterio, como se lo hicieron a Pablo VI. O que le enmienden la plana -en una presión indebida e inadmisible- al designar un obispo, como los obispos austríacos le han hecho a Benedicto XVI. Al que también una autoridad del nivel de M. Fisichella lo dejado mal parado con declaraciones que la CDF, en aclaración que enturbia mas las aguas, ha debido rectificar, sin que a M. Fisichella se le mueva un pelo.
Me disculpará usted, no recuerdo a JP II en situaciones como las antes mencionadas. Su autoridad de pastor, la certeza que daba que con el Santo Padre no se jugaba, disuadía de estos dislates antes que ocurrieran.
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