Libertad religiosa, primer mensaje del Papa en su viaje a Tierra Santa

Ayer empezó uno de los viajes más importantes, a la vez que complicado, del papado de Benedicto XVI. Lo que conocemos como Tierra Santa es una región en la que conviven -es un decir- naciones y pueblos muy distintos. Ningún otro lugar del planeta ha sufrido tantas guerras y tanto terrorismo como Oriente Medio desde hace más de medio siglo. Es por ello que el Papa ha querido ir como mensajero de una paz que muchos quieren en aquella bendita tierra. El problema es que no son pocos los que viven por y para impedir dicha paz.

Aunque en Tierra Santa todos son víctimas de la violencia causada por un conflicto que se ha enquistado cada vez más con el paso del tiempo, si hay un grupo que se ha visto perjudicado grandemente por la situación, ese es el de los cristianos. Cada vez hay menos seguidores de Cristo que se animen a vivir en la tierra que fue hollada por los pies del Salvador. Sufren las mismas carencias que el resto a la vez que son mirados con desprecio por unos y con odio por los otros. El crecimiento del fundamentalismo islámico les pone en el centro de una diana que ya ha recibido demasiados disparos.

La visita del Papa es por ello muy especial para los cristianos de Tierra Santa. Benedicto XVI no es cualquier peregrino, sino EL PEREGRINO en quien estamos representados todos los que todavía no hemos visitado aquella hermosa tierra. Con el Papa va toda la Iglesia Católica, no sólo para estar donde Cristo estuvo sino para apoyar a quienes son de Cristo y viven allí.

Y en ese contexto, el llamamiento de Benedicto XVI, nada más llegar a Jordania, para que se respete la libertad religiosa, es muy significativo. Cuando las libertades aparecen en el papel pero están ausentes de la vida real de las personas, es necesario denunciarlo. El Papa no denuncia la ausencia de libertad pero pide que la haya, señal de que no la hay. Por lo general este tipo de llamamientos no surgen mucho efecto, pero no por ello dejan de ser necesarios.

Nadie piense que esta visita del Papa va a significar un cambio esencial en la situación de Oriente Medio. Pero en medio del calor asfixiante de un conflicto eternizado, la ráfaga de aire fresco que supone la llegada del Vicario de Cristo a la tierra de Cristo, aliviará y secará el sudor de la frente de aquellos que sepan estar allí donde ese aire sople con más fuerza.

Luis Fernando Pérez