La misa en latín... calma amigos, calma

Sacrosanctum Concilium
54. En las Misas celebradas con asistencia del pueblo puede darse el lugar debido a la lengua vernácula, principalmente en las lecturas y en la «oración común» y, según las circunstancias del lugar, también en las partes que corresponden al pueblo, a tenor del artículo 36 de esta Constitución.
Procúrese, sin embargo, que los fieles sean capaces también de recitar o cantar juntos en latín las partes del ordinario de la Misa que les corresponde.

Según informan diversos medios, Benedicto XVI habría firmado el indulto universal necesario para autorizar a los sacerdotes a restablecer la Misa en latín según el rito anterior a la reforma del Novus Ordo, que es el actualmente vigente para la Iglesia latina (los católicos bizantinos y otros cristianos orientales en comunión con Roma tienen su propio rito). A muchos les han entrado sudores fríos: ¡¡¡ VUELVE LA MISA EN LATÍN Y CON EL CURA DE ESPALDAS !!!

Pues no, queridos amigos, no vamos a volver todos a la misa tridentina en latín. En todo caso volverá el que quiera pero no se obligará a ningún sacerdote a celebrar la misa de ese modo. Y lo más probable es que en vuestras parroquias, desde luego en la mía, nada cambie. Quizás, y esto no debe de alarmar a nadie, se celebren algunas misas según el rito antiguo pero eso sólo puede redundar en beneficio de todos pues la belleza de dicho rito es innegable y a nadie le tiene porqué amargar un dulce. Sé que en esto soy algo parcial porque cuando yo dejé el protestantismo me quedé prendado del rito bizantino durante mi breve estancia en la iglesia ortodoxa. La primera vez que asistí a la misa de la iglesia ortodoxa griega en Madrid, presidida por el padre Dimitri Tsiamparlis, sentí que entraba en otra dimensión en la que el cielo y la tierra se unían para adorar a Dios todos juntos. E igual puedo decir de las misas a las que asistí en la parroquia de la iglesia ortodoxa rumana del padre Teófilo Moldován.

Me gusta la liturgia bien hecha, con solemnidad y sentido de lo sagrado. Nunca he asistido a una misa tridentina pero a Dios gracias estoy en una parroquia donde el sacerdote celebra dignísimamente el Novus Ordo. Desde mi regreso a la Iglesia Católica sólo en contadas ocasiones me he sentido verdaderamente molesto por la "actuación" del sacerdote.

Hace unos años asistí en la Catedral de Ávila a una misa en latín, Novus Ordo, presidida por el Cardenal López Trujillo como clausura del III Congreso Camino a Roma. Allí entendí el porqué el latín, en contra de lo que muchos puedan opinar, no es un impedimento sino una herramienta útil para la Iglesia. Dado que la mayoría de los presentes no sabíamos seguir la misa en latín sin ayuda, se habían puesto en las bancas una guía con el texto en latín, español, francés e inglés. Al ser Camino a Roma un congreso internacional, no pocos de los asistentes eran de fuera de España. De haber sido la misa en castellano, sólo los españoles y los hispanoamericanos la habríamos podido seguir bien. Al hacerla en latín y con ayuda, todos oramos, recitamos el Credo, alabamos a Dios y nos dimos la paz en el mismo idioma: el oficial en el Vaticano, donde está la Cátedra de San Pedro. Sinceramente fui feliz al poder dar la paz a una hermana estadounidense diciéndole "pax tecum".

Antes de la eliminación del latín por la introducción masiva de la lengua vernácula, lo cual era contrario al deseo del concilio como puede comprobar quien lea la cita con la que empiezo este artículo, cualquiera podía ir a cualquier país del mundo y la misa era exactamente la misma en todas partes. Ahora, si un católico español va a Holanda, no puede responder a casi nada. No creo que sea tan espantoso se vuelva al latín en algunas oraciones como por ejemplo el Padrenuestro o el Credo.

Otra de las afirmaciones que se repite compulsivamente cada vez que se trata este tema es lo del "sacerdote de espaldas al pueblo". En realidad la misa no se hacía de espaldas a la comunidad sino junto a la comunidad mirando todos, sacerdote y pueblo, hacia Oriente, siguiendo la tradición de la Iglesia. Además, se supone que en la misa vamos a adorar a Dios no a ver la cara del sacerdote. Decir que en la misa de antes el cura estaba de espaldas al pueblo es como si ahora decimos que los que están en las primeras filas de cualquier templo están dando la espalda al resto.

Por tanto, haya paz y sosiego. No creo que vaya a cambiar casi nada. Este es un gesto del Papa hacia los tradicionalistas, cismáticos o no, que en España son pocos pero en Francia y EEUU son centenares de miles. Y si tenemos oportunidad de asistir a alguna misa tridentina en latín, hagámoslo. Para alguien que, como yo, nunca hemos asistido a esa misa, el poder hacerlo es un privilegio. Por tanto, gracias Benedicto XVI.

Luis Fernando Pérez Bustamante