¡¡ Pero qué mala es la jerarquía !!

Las últimas semanas, o meses, del papado de Benedicto XVI están apagando las ¿esperanzas? de todos aquellos que quisieron creer que el hoy Papa sería completamente diferente al Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No hay tema "polémico" que no se haya abordado recientemente por Benedicto XVI y su curia en el que la postura tradicional de la Iglesia no se haya visto ratificada. Y es de suponer que en lo referente al uso del preservativo, que parece ser que es lo último que están analizando, tampoco habrá ningún terremoto que derribe lo que Pablo VI pergeñó magistralmente en su encíclica Humanae Vitae.

Es por ello que "los de siempre" han vuelto al discurso de siempre, a saber: ¡Qué mala es la jerarquía, qué poca caridad demuestran, qué alejados están del verdadero espíritu del evangelio y del Concilio Vaticano II, qué oprimido está el pueblo sencillo, bla, bla, blaaaaa, bla, bla, BLA!

Vamos a ver, señores, ¿de verdad piensan que el Papa, los cardenales y los obispos mantienen el celibato para el clero latino por capricho? ¿ustedes creen que la confirmación de la inmoralidad del uso del preservativo es fruto del deseo de la jerarquía de coartar una sexualidad responsable en el matrimonio? ¿de verdad opinan que es perverso el hecho de que el Magisterio se reafirme en sus posicionamientos en medio de un mundo tan dado al relativismo? ¿es posible que por sus cabezas ronde la idea de que bajar el listón de las exigencias de la moral católica sea la clave para una evangelización más eficaz y, sobre todo, fiel al mensaje de Aquél que, entre otras cosas, endureció las exigencias morales de la ley mosaica al considerar como pecado no sólo la comisión sino la intención?

Qué cosa más angustiosa debe ser eso de vivir en una Iglesia que uno cree gobernada por personas que no buscan el bien común. Qué cosa más deprimente debe ser eso de ser católico y no estar a gusto con la doctrina católica. Qué cosa más triste debe ser eso de dedicar toda una vida a luchar para que cambie algo que es obvio que no puede ni debe cambiar. Y qué cosa más patética es hablar con desprecio del magisterio vivo de la Iglesia a la vez que se pretende arroparse bajo la piel de oveja de Cristo. Lo de desprecio lo digo, por ejemplo, por el uso de frases como "La gerontocrática reflexión común terminó sin novedad alguna" que podemos leer en un documento reciente del Moceop.

Miren, señores, yo también podría tener mi idea particular de cómo deben ir las cosas en la Iglesia. Quizás desearía que determinadas doctrinas o disciplinas eclesiales evolucionaran hacia tal o cual posición. Pero estoy demasiado ocupado en ser fiel a la Iglesia, que es la mejor forma de ser fiel al Señor, como para dedicar mi vida a procurar que la misma enseñe algo diferente a lo que viene enseñando desde hace siglos. Más que nada porque el tiempo que dedicaría a convertir a la Iglesia en "mi iglesia", en una iglesia a imagen y semejanza de mis convicciones particulares, lo desperdiciaría en la tarea de ser testigo de Cristo en el mundo. Y eso, señores, no tiene perdón de Dios.

Luis Fernando Pérez Bustamante