¿Hay salvación fuera de la Iglesia Católica? ( IV )
Sé bien que algunos católicos están ciertamente incómodos ante la contundencia de las citas en favor de una interpretación radical de la doctrina “extra ecclesiam, nulla salus". Por eso creo que conviene recordar algo. Como muy bien explicó Henry Cardinal Newman, el dogma católico ha estado en constante evolución desde el primer siglo. Dicho dogma no cambia en su esencia pero sí crece en la claridad con que es expuesto. Me explico. Sabemos que la doctrina de la trinidad está más o menos implícita en la Escritura, pero no fue hasta los primeros grandes concilios cuando el dogma, como tal, se definió. Sabemos que María es Madre de Dios porque la Escritura dice que es Madre del Señor Jesucristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, pero no fue hasta el concilio de Éfeso cuando el título de “teotokos” fue dogma de fe. ¿Qué pasa, entonces, con la doctrina “Extra Ecclesiam Nulla Salus"? ¿Acaso no ha cambiado radicalmente una vez que se ha aceptado que los nacidos en iglesias protestantes e incluso miembros de otras religiones pueden salvarse? NO.
Nuestra Iglesia enseña que sólo a través de ella, que es el verdadero Cuerpo de Cristo, único y verdadero Salvador, los hombres pueden salvarse. La diferencia es que ahora entendemos que aquellos que de alguna manera confiesan a Cristo y comparten los sacramentos salvíficos (p.e bautismo), están en comunión, aunque sea imperfecta, con la Iglesia católico-romana y por eso pueden ser salvos. Y en referencia a la posible salvación de no cristianos, me remito a lo último que el magisterio ha declarado sobre el tema, en el capítulo VI de la Dominus Iesus y al mensaje que cerrará esta serie.En el post anterior nos quedamos en el periodo previo a la Reforma protestante. Vamos a ver cómo algunos teólogos católicos del siglo XVI entendieron la responsabilidad de aquellos que no querían ser católicos por el mal testimonio de la Iglesia.
Francisco de Vitoria, dominico, vivió en la primera mitad del siglo XVI y fue maestro de teología en la Universidad de Salamanca en un tiempo vital para la expansión de la fe cristiana: la colonización española de Latinoamérica. Fijaos bien en lo que decía Vitoria acerca de los indígenas (bárbaros) y la forma de “evangelizarlos":
Relecciones sobre los Indios y el Derecho de guerra, 78:
“No me consta el que la fe cristiana haya sido hasta el presente propuesta y anunciada a los bárbaros en la forma antedicha, de modo que estén obligados a creerla bajo pena de pecado. Digo esto porque, como se infiere en la segunda parte de la proposición, no están obligados a creer si la fe no se les propone con motivos probables de persuasión. Pues bien, yo no he oído hablar de milagros ni de otras señales, ni tampoco de religiosos ejemplos de vida: antes, por el contrario, tengo noticias de muchos escándalos, de hechos inhumanos y de actos de impiedad perpretados en esas regiones. No se ve, en consecuencia, qe les haya sido predicada la religión de Cristo lo bastante piadosa y convenientemente para que estén obligados a asentir. Pues si bien es cierto que muchos religiosos y eclesiásticos, con su vida y ejemplos y diligente predicación hubieran consagrado a esta tarea el trabajo e industria necesarios, no pudieron hacerlo estorbados por otros cuyos intereses son muy ajenos a esto.”
Ahí lo tenéis. Francisco de Vitoria no consideraba culpables a los que no habían creído en Cristo por culpa del mal ejemplo de los cristianos. No hace falta que os diga que podemos aplicar eso exactamente igual a aquellos cristianos no católicos que no pasan a nuestra Iglesia por culpa del mal ejemplo de otros “católicos". Si Vitoria no consideraba culpables a los nativos no cristianos, ¿cómo considerar nosotros culpables a los cristianos que no ven una sana predicación de la verdad católica acompañada de una vida de santidad? ¿cómo culpar a aquellos que han salido de nuestra Iglesia por culpa del testimonio nefasto de determinados eclesiásticos que eran indignos de su ministerio? Si queremos que muchos de ellos vuelvan a casa, hemos de comportarnos como fieles siervos de Cristo, como ejemplos de santidad. Yo puedo decir con mucho orgullo que una de las cosas que más me ayudaron a volver a la Iglesia católica fue el ejemplo de paciencia y caridad cristiana que me dio Fray Nelson Medina, OP, y la increíble ayuda que recibí de los católicos cuando murió mi madre, muy superior a la recibida nunca por hermanos evangélicos.
Pero no nos quedamos sólo con Francisco de Vitoria. Veamos qué dijo Juan de Lugo, jesuita que desarrolló una labor docente en el Colegio Romano desde el 1621 hasta el 1643 y que acabó siendo cardenal:
De virtute fidei divinae 12, n50-51
“Aquellos que no creen con la fe católica pueden dividirse en diversas categorías. Hay algunos que, aunque no creen todos los dogmas de la religión católica, reconocen al único Dios verdadero; estos son los turcos y todos los musulmanes, así como los judíos. Otros reconocen el Dios trino y a Cristo, como hacen la mayoría de los herejes (protestantes)… Ahora bien, si esas gentes están excusadas del pecado de infedilidad por ignorancia invencible, pueden salvarse. En cuanto a aquellos que están en ignorancia invencible sobre algunos artículos de fe pero creen en otros, no son formalmente herejes, sino que tienen fe sobrenatural por la que creen artículos verdaderos, y sobre esta base pueden realizar actos de contricción perfecta, por los que pueden ser justificados y salvados. Lo mismo hay que decir de los judíos, si hay algunos que están invenciblemente equivocados sobre la religión cristiana; porque aún así pueden tener una fe sobrenatural verdadera en Dios, y en otros artículos basados en la Escritura que ellos aceptan, y así, con esta fe pueden tener contrición, por la cual pueden ser justificados y salvados, con tal de que la fe explícita en Cristo no se requiera con necesidad de medios, como será explicado después. Por último, si algunos turcos o musulmanes estuvieran en un error invencible sobre Cristo y su divinidad, no hay razón por la que no pudieran tener una fe sobrenatural verdadera sobre Dios como el que recompensa sobrenaturalmente, dado que su fe en Dios no está basada en argumentos deducidos de la creación natural, sino que tienen su fe de la tradición, y esta tradición deriva de la Iglesia de los fieles, y ha sido transmitida aunque está mezclada con los errores de su secta. Dado que tienen relativamente suficientes motivos para la fe en las doctrinas verdaderas, no se ve por qué no podrían tener una fe sobrenatural en ellas, dado que en otros aspectos no son culpables de pecar contra la fe. En consecuencia, con la fe que tienen, pueden llegar a un acto de perfecta contricción.”
Como veis, De Lugo se acercó a la postura actual de la Iglesia católica más que ninguno de sus contemporáneos y antecesores. Vemos cómo Dios iba ayudando a la Iglesia en la tarea de “afinar” esta doctrina.
Ahora bien, no dejemos de leer esto otro que escribió el propio De Lugo:
De virtute fidei divinae, disp 20, n.149
“Alguien que es bautizado siendo niño por herejes, y es criado por ellos en una falsa doctrina, cuando alcanza la edad adulta, podría no ser culpable durante un tiempo de pecado contra la fe católica, dado que no le ha sido presentada en una forma suficiente como para obligarle a aceptarla. Sin embargo, si la fe católica le fuera propuesta posteriormente de una manera suficiente como para obligarle a su aceptación, y a abandonar los errores contrarios a ella, y él todavía persistiera en su error, antonces sería hereje.”
En mi opinión, De Lugo dio en el centro de la diana. Y creo que es nuestra responsabilidad como católicos el presentar la fe católica de “una forma suficiente” como para que nadie pueda escaparse a la pregunta “¿aceptas la fe de la Iglesia?". Que luego cada cual responda como le parezca. Nosotros habremos procurado cumplir lo que dice la Escritura.
Stg 5,19-20
Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.
Vayamos de nuevo al magisterio pontificio. Durante la segunda mitad del siglo XVII el jansenismo (una especie de calvinismo a lo católico) ganó mucha simpatía entre los católicos, especialmente en Francia y Bélgica. Finalmente, el papa Alejandro VIII, en 1690, autorizó la publicación de un decreto del Santo Oficio, en el cual se condenaban treinta y una proposiciones jansenitas, entre ellas la siguiente:
“5. Paganos, judíos, herejes y otros de esa clase no reciben absolutamente ninguna influencia de Jesucristo; de donde se deduce que sus voluntades son débiles e indefensas, totalmente faltas de gracia suficiente.” (proposición condenada)
Aunque la condena de una proposición teológica no supone inmediatamente la aceptación de su contraria, no es aventurado decir que Alejandro VIII estaba convencido de que de alguna manera todos los no cristianos podían recibir alguna influencia de Cristo.
Pasamos ya al siglo XIX, concretamente al pontificado de Pío IX (1846- 1878). Como quiera que algunos estaban empezando a sugerir la idea de que cualquier religión era válida para salvarse, el papa vino a poner las cosas en su sito en el documento Singulari quadam, en el que podemos leer lo siguiente:
Singulari quadam, Acta Pii IX, I/I, pg 626
“No sin pesar, hemos sabido que otro error, no menos nocivo, ha tomado posesión de ciertas partes del mundo católico, y ha entrado en las mentes de muchos católicos, que creen que bien pueden esperar la salvación eterna de todos aquellos que de ninguna manera han vivido en la verdadera Iglesia de Cristo. Por esta razón están acostumbrados a preguntar frecuentemente cual va a ser el destino y la condición de aquellos que nunca se han entregado a la fe católica, y guiados por las más absurdas razones, esperan una respuesta que favorezca a su depravada opinión. Lejos de nosotros intentar establecer límites a la misericordia divina, que es infinita. Lejos de nosotros querer escrutar los consejos y juicios escondidos de Dios, que son un `inmenso abismo´ que el pensamiento humano nunca puede penetrar. De acuerdo con Nuestro deber apostólico deseamos alentar vuestra solicitud y vigilancia episcopal para echar de las mentes de los hombres, hasta el punto en que seáis capaces de usar todas vuestras energías, esa impía y nociva idea: que el camino de la salvación eterna puede encontrarse en cualquier religión. Con toda la habilidad y el saber a vuestra disposición, deberíais probar a la gente encomendada a vuestro cuidado, que los dogmas de la fe católica no se oponen de ninguna manera a la misericordia y la justicia divinas. Ciertamente debemos mantener que es parte de la fe que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia apostólica Romana, que es el único arca de salvación y que quien no entra en ella va a perecer en el diluvio. Pero, sin embargo, debemos de la misma manera defender como cierto que aquellos que se afanan en la ignorancia de la fe verdadera, si esa ignorancia es invencible, nunca serán acusados por esto ante los ojos del Señor. ¿Quién hay que se arrogaría el poder de señalar la extensión de tal ignorancia según la naturaleza y variedad de pueblos, regiones, talentos y tantas otras cosas?”
Más adelante, en otro escrito, aclara aún más el asunto:
Quanto conficiamur moeror, Acta Pii IX, I/3, pg 613:
“Es conocido por Nos y por vosotros que aquellos que se afanan en ignorancia invencible sobre nuestra muy santa religión y que, observando asiduamente la ley natural y sus preceptos que Dios ha inscrito en los corazones de todos, y estando dispuestos a obedecer a Dios, vivir una vida honesta y honrada pueden, mediante la acción de la luz divina y de la gracia, alcanzar la vida eterna, dado que Dios, que ve claramente, escruta y conoce la mente, las intenciones, los pensamientos y los hábitos de todos, en razón de su suprema bondad y misericordia, nunca permite que nadie que no es culpable de pecado deliberado, sea castigado en los sufrimientos eternos. Pero es también un dogma católico perfectamente conocido que nadie puede salvarse fuera de la Iglesia Católica, y que aquellos que son contumaces en contra de la autoridad y las definiciones de la misma Iglesia, y que están pertinazmente separados de la unidad de esa Iglesia y del sucesor de Pedro, el Romano Pontífice, a quien ha sido confiada la custodia de la viña por el Salvador, no pueden obtener la salvación eterna.”
Resumiendo, Pío IX vino a decir que “no hay salvación para aquellos que están CULPABLEMENTE fuera de la Iglesia". Así se ratificó en el Concilio Vaticano I y, matices de más o de menos, en el Vaticano II.
Poco más queda que añadir. Hemos dado un hermoso paseo por la evolución de la doctrina “Extra Ecclesiam Nulla Salus” desde los primeros siglos hasta el siglo XX. En el último mensaje de esta serie mostraré lo último que el magisterio vivo de la Iglesia ha enseñado y haré una serie de reflexiones personales sobre todo este asunto.
Luis Fernando Pérez Bustamante
34 comentarios
¿Existe el infierno, o solamente el Limbo?
Y a Dios, ¿porqué le quiere impedir el artículista que ame al hombre sin esas iglesias?
Dices:"En mi opinión, De Lugo dio en el centro de la diana. Y creo que es nuestra responsabilidad como católicos el presentar la fe católica de "una forma suficiente" como para que nadie pueda escaparse a la pregunta "¿aceptas la fe de la Iglesia?". Que luego cada cual responda como le parezca, pero quedemos nosotros limpios ante Dios."
Mi responsabilidad como cristiana es transmitir el evangelio (la buena noticia) que trajo Jesús: Dios es Amor. Transmitirlo con la palabra y con las obras. Si yo predicara "para que nadie pudiera escapar a la pregunta ¿aceptas la fe católica?" y "para quedar limpia ante Dios," creo que Dios, a través de mi conciencia, me haría sentirme más sucia, egoísta y anticristiana que el más hereje de los herejes y el más ateo de los ateos.
Ese no es el Espíritu de Jesús. Sinceramente, así lo creo.
Yo le suelo llamar Newman a secas pero si quieres le llamamos Juan Enrique Nuevohombre y tan felices, je je
No predicamos a la Iglesia pero es en la Iglesia donde encontramos verdaderamente a Cristo.
La, por llamarla de alguna manera, "exclusividad" de la Iglesia viene dada por la propia exclusividad de Cristo, que es el único nombre en el cual los hombres pueden ser salvos tal y como enseña la Escritura.
Si sabemos que en la Iglesia está la plenitud de los medios de salvación, es nuestro deber hacérselo saber a todo el mundo, pues es la mejor forma de ayudarles en el camino de la salvación.
La cosa será muy sencilla, pero no es lo mismo lo que dices en el último comentario, que tus palabras anteriores, citadas en el mío.
No es lo mismo ofrecer a las personas la ayuda que necesitan(con la libertad de no aceptarla, si no les sirve de verdadera ayuda) que enseñarles "lo que deben creer" y "lo que deben hacer" para "que no tengan excusas" y para "estar yo más limpio que Mr Proper".
Lo que dices en el último comentario es aceptable, tiene la posibilidad de comprenderse de una manera cristiana.
Sofía: nuestra obligación es predicar el Evangelio... como lo interpreta la Iglesia. Además, conocemos el Evangelio gracias a la Iglesia.
Tanto la sanción de muerte física, (una barbaridad), como la espiritual, se basan en una transgresión QUE NO EXISTIÓ, AL NO EXISTIR ADAN.
Ya no hay pecado original.
Y en cuanto a la "Ley Inalterable" de Moisés, otra barbaridad, ésta, jurídica.
Está usted libre del pecado: "donde no hay ley, no se inculpa de pecado" Ro. 5:13.
Y puede acceder a Dios sin necesidad de miedos: Jesucristo le da el Espíritu INCONDICIONALMENTE, como a la Samaritana. Sin la Iglesia.
El Evangelio, no necesita ser interpretado, es clarísimo. Yo siento la necesidad de hablar del Evangelio de amor y libertad de Jesús. Del Derecho Canónico, simplemente paso: es un asco, pero ni me afecta, ni me interesa.
En cuanto a otras doctrinas de la Iglesia, si alguien me pregunta, las respuestas, me las sé. Si no hay necesidad, yo no soy partidaria del "¿Para qué hacerlo fácil si se puede complicar?". En quien creo es en Jesús.
"Mas, cuando ya se trata de la otra hipótesis, es a saber, la del poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad, porque los fieles cristianos no pueden abrazar la teoría de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado en verdad cometido por un solo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio.
(Humani Generis, 30)
Se cae todo el edificio de la condenación.
Y se abre, por obra y gracia de la Ciencia, el edificio del Amor de Dios sin condenación del pecado original, es decir, que la libertad siempre existió para amarlo sin medida, y sobre todo, sin miedo.
En Psicología se tiene experimentado que el miedo, la ansiedad, y la neurosis vienen precisamente por hacer a la propia mente creer que existe pecado, condenación, que se está siempre bajo mandamiento inalterable, en suma, lo que dice la Iglesia: los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad.
Pero en cierta ocasión, no en plan docente, sino en una tertulia amigable con un grupo de estudiantes de Filosofía en Las Caldas de Besaya (Cantabria)dijo: que solo se condenarían algún que otro cura, algún que otro fraile y todos los canonigos
En esta una y única Iglesia de Dios, ya desde los primeros tiempos, se efectuaron algunas escisiones que el Apóstol condena con severidad, pero en tiempos sucesivos surgieron discrepancias mayores, separándose de la plena comunión de la Iglesia no pocas comunidades, a veces no sin responsabilidad de ambas partes. pero los que ahora nacen y se nutren de la fe de Jesucristo dentro de esas comunidades no pueden ser tenidos como responsables del pecado de la separación, y la Iglesia católica los abraza con fraterno respeto y amor; puesto que quienes creen en Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en alguna comunión, aunque no sea perfecta, con la Iglesia católica.
Unitatis Redintegratio 3
Otra cosa, ¿por qué dices que el Derecho Canónico es un asco? Cristo creó a su Iglesia como una sociedad jerárquicamente organizada. Toda sociedad necesita leyes.
No hay cosa más cierta. Pero hay que ir al origen de la sociedad, que es el origen de la ley. Primero se "inventa" el hombre la Agricultura hace apenas unos nueve mil años (por cierto, Dios los estuvo observando bajo el canibalismo que habían inventado antes, por el hambre, y no creyó que esto fuera pecado). Después viene la "costumbre", derecho Consuetudinario, y finalmente aparece la Ley Positiva. Los códigos, uno de ellos es el de Moisés.
Todo profesional de la ley sabe, y si es profesor ha de enseñarlo, que la Ley consiste en esto: en adaptarse al cambio económico de su sustrato en cada ensayo de las generaciones. La Ley e-vo-lu-cio-na.
1ª Conclusión: no hay ley "inalterable"
2ª Conclusion: Dios nunca pudo dar la ley "inalterable" de Moisés.
3ª Conclusión: la ley es cosa de la Sociedad; y Dios, cosa del alma, quien ama SIN MANDAMIENTOS, SIN LEYES.
Mire usted, dogma, dogma, el de Mateo Capitulo 5: "no cambiará ni una coma ni una tilde de la Ley (la Torah) antes que el cielo y la tierra pasen" Lo dice el Concilio: dogma de fe.
La Torah (los Diez Mandamientos): al Esclavo tuyo que volviere, porque echa de menos a su esposa o su hijo que tu te has quedado porque son de tu propiedad, le horadarás la oreja con una lezna, y será esclavo tuyo para siempre. Yo, Jehova. Ex. 21-6.
La Torah: y matarás con tus propias manos a tu hija, a tu esposa, a tu amigo intimo, si te vinieren algun dia sugiriendote al oido otro Dios que no soy yo. Y arrasarás la ciudad entera, matando a todos donde esto se hubiera hecho. Deut. 13:6-).
Vaya categoría de fe. Decir el Papa que Dios dió esto. Y además, la Iglesia Católica haberlo practicado durante más de MIL AÑOS.
Estoy de acuerdo con el eunuco, y contigo, en que hace falta guía para entender el Antiguo Testamento. Si lo lees sin exégesis resulta tan "escandaloso" que pone a prueba tu fe.
En cuanto al derecho canónico, sería para perder la fe totalmente, incluso con explicaciones, si no tuviera muy claro que no tiene nada que ver con la buena noticia de Jesús.
El Evangelio, en cambio, se entiende perfectamente, es de una claridad absoluta. Jesús fundó su Iglesia, no como una organización jurídica, que se impone sobre otros, sino como una comunidad de hermanos, seguidores suyos, al servicio de los demás.
Dios, JAMÁS pudo dar esto.
De Derecho no sé si sabrá Ud. mucho o poco; de religión católica, anda perdido, pues interpreta la Biblia literalmente y fuera de contexto. La Biblia, y esto también va por Sofía, sólo puede interpretarla la Iglesia, y la Iglesia no da a los textos que Ud. cita la interpretación que Ud. pretende.
Sofía: tu opinión sobre el Derecho Canónico no coincide con lo que enseña el Magisterio de la Iglesia.
Quien las tiene que interpretar es quien las ha interpretado: ¿no lee usted la historia nunca?. Las matanzas de los pueblos "impíos" son cumplimiento exacto de ese texto; la Biblia sólo la puede interpretar el magisterio de la Iglesia, quemando herejes durante más de mil años.
Vive usted en el infierno de la mente, cosa que no existe, pero se lo está usted fabricando por obra y gracia de no querer emanciparse de la estulticia. Usted NO quiere ser libre.
Y, además, siempre tendrá miedo.
Lo siento, pero Dios sabe de leyes, y no pudo ser incoherente dando esas estupideces y crueldades.
Por otra parte, creo que es absurdo prolongar esta discusión, porque es evidente que no nos entendemos. A mí sólo me queda recordarle que la Biblia no se interpreta literalmente, y que la Iglesia, afortunadamente, tiene resueltas todas esas cuestiones de exégesis que Ud. se plantea. Basta con acudir a las fuentes adecuadas para enterarse. Nosotros solos no podemos interepretar la Escritura; vuelvo al ejemplo del eunuco etíope.
La Iglesia somos todos. Respecto a la Biblia, la exégesis la hacen los exégetas. El magisterio de la Iglesia Católica no tiene nada que objetar salvo que algún resultado vaya en contra de los escasísimos dogmas de fe con los que contamos.
El A.T. requiere exégesis o no se entiende casi nada. De todas formas respecto a las leyes de los judíos, Wilburg tiene parte de razón: hay algunas leyes absolutamente monstruosas.
Los evangelios se entienden perfectamente. No necesito que nadie "interprete" lo que no necesita intepretación porque está clarísimo.
Yo creo en las palabras de Jesús, no las interpreto. En quien creo es en él. Todo y todos los demás se subordinan a esta fe. Si se quiere saber más sobre la época, costumbres etc... se recurre a los estudios de los especialistas, aunque esto no es imprescindible, porque el mensaje de Jesús está muy claro para los sencillos.
Por otra parte, no es cierto que el Evangelio sea siempre tan claro. Por ejemplo, Cristo dice que el que no abandona padre o madre, hijo o hija no es digno de Él. Evidentemente, esto no se puede interpretar al pie de la letra.
Es usted puro, puede pedir, desde ya, a su Papa que recupere -para España- el Santo Oficio, él sabe bastante de esto, y tiene en usted un perfecto creyente sin fisuras.
Gracias.
Ella me supera, pues lleva la friolera de dos mil años erre que erre, y no se ha dado cuenta que ya ha perdido el tren: del Poder, cuando la echaron de allí los señores de la Sociedad Civil, y de Dios, cuando Éste ya estuvo harto de tanta incoherencia.
Un día se percatarán que es necesario cambiar el tercio y empezar a pescar por la otra parte de la barca. Son ustedes valiosos, y creen en Dios, sírvanlo a Él, no a la iglesia. Él, desde luego que no los va a condenar si declaran que Él no es sanguinario ni cruel, ni intolerante, como son muchos dichos y hechos de aquella, como el dictum de este artículo.
Hasta tú mismo dices "EVIDENTEMENTE esto no se puede tomar al pie de la letra." Pues eso: todo el evangelio resulta absolutamente evidente para el que lo lee con fe y sentido común.
Respecto al magisterio de la Iglesia, en cuestión de estudios bíblicos, me atengo a lo que dice en 1993 la Pontificia Comisión Bíblica, que en todos los métodos y acercamientos exegéticos encuentra aspectos positivos y complementarios, excepto en la lectura fundamentalista de la Biblia.
1. No se necesita "salvación" si no se prueba que hay ley que condene. Y no la hay.
Conclusión: los católicos no son malos, simplemente se aferran a su condenación para luego echarse en los brazos de una señora que no existe sino en un lugar-sin-lugar, platónico.
2. Dios sí puede dar el Espíritu a quien se desnuda del miedo que ha traido la Religión y la Ley y Moral Inalterable al mundo. Se trata de darle todo el Sentimiento y Él viene, y se le siente.
De manera que sí, uno aunque sea católico puede llegar a tenerlo a Él pero ha de ser valiente: se ha de desnudar de la iglesia católica, y además, del Miedo que en Psicología se sabe da el super-ego del obsesivo moral.
Aparte esto, que es para el navegante, eres un señor.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.