Homilía en la Solemnidad de Jesucristo Rey
En mi parroquia tenemos la suerte de contar con un sacerdote párroco que predica bastante bien. Hoy creo que ha estado especialmente acertado, así que comparto con vosotros su homilía:
JESUCRISTO REY
La cuestión religiosa hoy.
La fiesta que celebramos hoy, Jesucristo Rey del Universo, que pone punto final al año litúrgico, me parece una buena ocasión para plantearnos el sentido de la realidad religiosa, todavía tan presente en el mundo y en nuestra sociedad, a la vez que tan criticada y atacada en el mundo occidental.
Es bueno, hermanos y amigos, que los mismos creyentes nos hagamos preguntas acerca de las críticas que nos dirigen los interesados en la desaparición de esta dimensión que nosotros cultivamos. Nos hacen pensar, nos hacen crecer, nos hacen profundizar; nos ayudan, sí hermanos, a ser más creyentes en una fe que madura, se fortalece y también se purifica. Cierto que muchos de esos críticos tienen una concepción de nuestra fe tan pueril, superficial e incluso supersticiosa, que los mismos creyentes dejaríamos de serlo si tuviéramos esos planteamientos. Pero es conveniente y necesario que dado el debate público sobre la religión, reflexionemos también nosotros para acostumbrarnos a dar razón de nuestra esperanza en un mundo llego de confusión religiosa y desorientación moral.
Puntualización de diferencias.
Mientras algunos siguen empeñados en tachar de negativa la religión por su, dicen, carácter represivo, deshumanizador y antihistórico -alienante, decían a finales del siglo XIX-, otros nos empeñamos en resaltar su dimensión humana y realizadora de todo lo que constituye el conjunto integral de lo que llamamos persona y humanidad.
Si algunos la consideran una realidad ficticia añadida para distraer, manipular o despreocupar, otros la entendemos como expresión sencilla, ritual y comunitaria de los abismos más insondables e inquietos que se dan en las profundidades de nuestra realidad y que no siempre sabemos decir.
Mientras algunos la consideran, no sin descaro, un papanatismo inducido por la acción de una especie de droga que hace ver cosas irreales, otros, nosotros, la vivimos como contemplación admirada y estética de la realidad en su dimensión trascendente, como nos recordaba tantas veces nuestro recordado obispo Javier.
Si algunos querrían recluirla a la privacidad o reclusión de la libertad individual, es decir, recluirla en la sacristía o en los templos para realizar los gestos que legalmente son tolerados, otros la querrían atrapar en el compromiso disciplinado de los partidos políticos, como refuerzo de posiciones ideológicas o de poltronas de poder.
Frente a todo esto nosotros afirmamos que Dios es el fundamento de la vida, la clave de la esperanza que hace posible el esfuerzo, el sentido de la revelación humana que va más allá de la pura vecindad y que transforma al vecino en hermano, al otro en alguien, al necesitado en Dios, como nos ha dicho el evangelio de hoy.
Dios, los hombres y la vida.
Cierto Dios es inaccesible, pero el ser humano como imagen de Dios también lo es y por eso necesita cauces para expresar su compleja realidad, su anhelante búsqueda, su ansiosa espera, su profundo temor o su gran confianza; y la religión le ayuda, digan lo que quieran, a entenderse, a expresarse y a construirse. Siguiendo, hermanos, el ejemplo de Jesús que se entrega hasta la muerte, por el bien de una humanidad falta de esperanza e inmersa en el desaliento. A este Jesús Dios lo resucita de la muerte, la misma expresión de lo que llamamos mal, para que confiemos en Él y lo reconozcamos como Señor y como Rey.
Desde entonces la esencia de la religión consiste en unir culto y compromiso; adoración a Dios y trabajo preocupado por las condiciones de todos, especialmente de los más necesitados.
Desde entonces ni debemos buscar a Dios en los templos al margen de la calle, ni podemos relacionarnos con Él sólo en la sacristía, donde pretenden recluirnos los pregoneros del laicismo. Culto y compromiso social son, hermanos, dos caras de la misma realidad. Sin compromiso vital no hay expresión viva y humana de un Dios que se ha hecho tan humano y comprometido como Jesús.
Él no hizo batallitas de opereta ni guerras épicas: resucitó y venció a sus enemigos, a nuestros enemigos: la muerte, la injusticia, el sufrimiento, el desprecio, la soledad, el desánimo. Sus victorias son nuestras victorias. Su reconocimiento es nuestro futuro. Su reino es nuestra libertad y nuestra felicidad.
Ángel Lasierra, párroco de Santo Domingo y San Martín, Huesca.
14 comentarios
Siempre que celebramos esta festividad recuerdo a Jesús:"Si, tú lo dices, yo soy rey, pero mi reino no es de este mundo".
Me permito la licencia de resumir a Juan 18,36
"Culto y compromiso social", dice el sacerdote. Jesús empezó su ministerio hablándoles a unos amigos del Reino y de las cosas de su Padre.
Nos ponen o nos ponemos metas muy altas de cara al compromiso social, y es más sencillo, tenemos que aprender de la pedagogía de Jesús: empezar a ser amigos de nuestros amigos. Contarnos nuestras cosas de amigos y pensar qué solución o qué nos diría un Padre bueno, así y aquí entre nosotros.
El compromiso, Dios, nos lo ha puesto muy fácil; el examen es muy fácil, sabemos hasta las preguntas. Vamos con enchufe porque somos sus hijos, Jesús nos da las respuestas y el Espíritu nos defiende.
Me gustaría que todos los tribunales de oposiciones fueran así.
Me encanta este Dios que tenemos, así aprobamos lo que haga falta.
Dile a tu párroco don Ángel que el año litúrgico no acaba hoy, sino el trigésimo cuarto sábado del Tiempo Ordinario, o sea, el próximo sábado.
Por lo demás, estupenda fiesta ésta de hoy, la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. En el evangelio de hoy, del Juicio Final, me he fijado en un detalle que no me había percatado nunca antes, y mira que he escuchado veces este evangelio... Dice que cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre, separará a unos de otros como un pastor separa las ovejas de las cabras. Me ha llamado la atención esto de las ovejas y las cabras, porque las ovejas son identificadas como los justos, que gozarán de la Vida eterna, y las cabras como los que irán al castigo eterno.
Las cabras son animales rudos, difíciles de pastorear, testarudos, necios al fin y al cabo, que no se dejan guiar por verdes praderas, sino que, como reza el dicho, "tiran al monte".
Dios quiera que entremos en el grupo de las ovejas, seres mansos, dóciles, obedientes al Buen Pastor, que nos dejemos conducir y apacentar por Él en prados de fresca hierba.
El Evangelio no hace ni una sola mención al "compromiso social". Vamos, ni el Evangelio ni toda la Escritura. El Evangelio habla del amor; pero no de un amor de pastel, cursi y melifluo, sino del concepto de Amor como virtud teologal, Caritas, la caridad, que tampoco significa dar limosna -sólo-. Y de la cual San Pablo dice que es la mayor de las tres: la Caridad frente a la Fe y la Esperanza (1Co 13, 13).
Digo esto porque el "compromiso social" está muy bien, pero si no se hace AMANDO, no vale para nada. Aunque repartiera todos mis bienes a los pobres, si no tengo amor, nada me aprovecha. Puedes apuntarte a mil ONGs, o al despacho de Cáritas parroquial, o irte al Congo, o ser una perfecta madre de familia, y tener a los niños siempre perfectamente vestidos y peinados, y la casa como los chorros del oro, o un padre fantástico y trabajador que trae su sueldo íntegro a casa y no se queda nada para sí. Puedes pasarte la vida haciendo y haciendo y haciendo... que si no hay amor... Decía San Agustín: "Ama y haz lo que quieras".
Y amar es no ser uno para que otro sí sea, anularte tú para que otro sea, en definitiva, dar la vida por el otro. Dar la vida a cualquier nivel. Cristo la dio físicamente. La entregó por ti y por mí. Así fue como nos amó. Y esto es lo que salva. Y esto es de lo que habla el evangelio de hoy. Los comedores sociales, que son estupendos y muy necesarios, ayudan al cuerpo, llenan el vientre, pero no salvan el alma.
A la Madre Teresa de Calcuta le dijeron una vez que lo que ella hacía no lo harían ni por todo el dinero del mundo, a lo cual respondió: "Yo tampoco lo haría". Yo creo que a esta mujer no le movía el compromiso social, sino el amor a Jesucristo, en la persona de los pobres y los enfermos a los que asistía.
Olimán, el compromiso social del que habla mi párroco es básicamente atender a los más necesitados. Y obviamente el evangelio sí habla de ello.
También en las vidas matrimoniales, cuántos matrimonios rotos o caminando sobre la cuerda floja, esperando el arrepentimiento y la reconciliación que no llega. ¿El mal con mal se paga? No, sin embargo, eso es lo que se impone en este mundo.
Ante la falta de arrepentimiento, perdón, perdón. Cristo murió perdonando en la cruz, los mártires mueren perdonando a sus verdugos y los verdugos también mueren... Al final, el juicio no nos corresponde a nosotros, el que quiera perder su alma ya sabe que tiene toda una eternidad para lamentarlo. ¿Qué podemos hacer nosotros sino salvar la nuestra? Si el mundo está lleno de maldad y de verdugos es porque hacen falta muchos santos, pero santos de verdad, con los pies muy en la tierra y el corazón en el cielo.
Lo que pasa es que el término "compromiso social" me chirría, macho. Y sobre todo por lo que tiene de políticamente correcto. Y porque además, si abusamos de él, dota de cierta legitimidad al peregrino argumento de que la Iglesia tiene que ser, ante todo y sobre todo, solidaria. Por cierto, idea básica de los baezas y demás hierbas vallecanas.
A mí la Iglesia no me quiere comprometido, me quiere libre. Y sé que sabes perfectamente, LF, lo que es la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Respecto al juicio, obviamente el juicio final no nos corresponde a nosotros, pero ojo:
1 Co 6,2-3 ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?
Una cosa que me alegra mucho es que utilices para tus citas bíblicas la versión Reina Valera del 60.
Que Dios te bendiga
Pero ¿y la misericordia de Dios? Si invocamos su santo Espíritu. Dicen que la oración es el arma más fuerte de que disponemos. Cuando no podemos hacer nada, ¿sólo nos queda rezar?
Además tiene muy buenas introducciones a cada grupo de libros (al Pentateuco, a los Históricos, los Proféticos, Sinópticos, Corpus Joánico, Corpus Paulino...) Creo que es de lo más completo.
Yo recomiendo la BJ a todo el que quiera, en palabras del Señor, "investigar las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí." (Jn 5, 39)
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