Gallardón el indigno

A Gallardón le ha dado un súbito ataque de hipocresía farisaica. El alcalde de Madrid ha decidido que es indigno el trabajar de hombre-anuncio y va a multar a las empresas que osan usar ese medio para hacer publicidad de sus servicios. Este prohombre del extremo-centrismo pepero hace gala de escrúpulos morales mientras Madrid está llena de prostitutas que hacen literalmente la calle, mientras el ayuntamiento subvenciona el desfile de personajes obscenos que denigran la imagen de sus “colectivos” y mientras se dedica a pagar a jóvenes y adolescentes la píldora abortiva para solucionar el “problema” de los polvos rápidos e inesperados en el asiento trasero de un coche o en el cuarto de baño de una discoteca.

Por supuesto, no ha preguntado a los afectados si creen o no que su trabajo es indigno. El alcalde no tiene valor para ponerse cara a cara frente a ellos y decirles lo que ha dicho ante los medios de comunicación. Desde el mega-despacho palaciego que se ha mandado hacer a costa del dinero de los madrileños es fácil pontificar sobre la indignidad de ciertos trabajos. Seguramente Gallardón habrá pensado que él jamás se rebajaría a hacer tal cosa. Pero claro, el alcalde nunca tendrá que verse ante la necesidad de hacer de hombre-anuncio o pasar hambre. Si se viera en esa tesitura, estoy convencido de que sería capaz hasta de ir de hombre-barril-anuncio, con él en pelota picada dentro.

Que en un mundo donde todos los deportistas, actores y demás farándula de famosos usa su imagen, sus cuerpos y hasta sus almas para hacer publicidad, se considere indigno que una persona haga de hombre o mujer anuncio, es el colmo de la hipocresía. Si se quiere acabar con la publicidad indigna, podrían empezar por prohibir los anuncios de prostitución en los periódicos. Podrían seguir por prohibir los anuncios de los videntes sacacuartos. Y podrían acabar por prohibir la telebasura, que produce podredumbre moral y social a manos llenas.

El alcaldísimo también quiere acabar con la publicidad entregada a mano. Todos los madrileños hemos recibido algún folleto a la salida del metro y sabemos que son centenares, por no decir miles, los jóvenes y no tan jóvenes que se ganan unos cuartos haciendo tal cosa. Ciertamente existe el problema de que gran parte de esos papeles acaban en el suelo, pero eso no es culpa del que los reparte sino de la poca educación del que los recibe y no hace el esfuerzo de acercarse a una papelera.

Digo yo que la próxima medida del alcalde será prohibir la mendicidad a la salida de las iglesias. Y quizás más adelante multará a los que estén en las colas para los comedores sociales, porque mira tú qué cosa más indigna es tener que exhibirse ante los demás como un pobre muerto de hambre. Es más, nadie dude de que habrá patrullas de la guardia municipal buscando a esos pobres diablos que osan dormir debajo de unos cartones en las noches de invierno madrileñas, porque ¿dónde se ha visto semejante indignidad?

Los afectados dicen que se van a manifestar contra la decisión del alcalde. Yo les propongo que durante un día cambien la publicidad de las empresas que les pagan y pongan la foto del alcalde con el siguiente lema debajo: “Gallardón, indigno". No será una publicidad engañosa. Será una gran verdad.

Luis Fernando Pérez Bustamante