Estimado Benedicto XVI, entérese de una vez: En el país vasco hay sac
Atrio ha tenido a bien darnos a conocer un comunicado de la "Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria" titulado "Impulsando el proceso de paz". Esta gente de la que se supone que un día tuvo una vocación cristiana al sacerdocio, se muestra preocupada por la situación actual de la negociación entre el gobierno de Zapatero y los etarras y su entorno. Y ¿quién creéis que tiene la culpa de los problemas?:
"Los centros de poder estatal oponen crecientes obstáculos, retrasan urgentes decisiones y dilatan respuestas que expresen y hagan creíble la voluntad decidida de impulsarlo por cauces auténticamente democráticos."
No sólo eso. También:
"En opinión de muchas personas, los ataques e impedimentos de una oposición recalcitrante y la postura de un gobierno, más a la defensiva que audaz y empeñado en llevar adelante sus compromisos adquiridos, están imponiendo el bloqueo político de un proceso de resolución tan esperado. Se mantiene la Ley Antiterrorista, la Audiencia Nacional no cesa en sus detenciones y juicios entre los que el denunciado macrosumario 18/98 y otros procesamientos son graves factores añadidos a la suma de obstáculos para un digno y justo proceso de paz, los presos y presas continúa en condiciones de alejamiento y represión permanentes, con el consiguiente sufrimiento para sus familiares. Las denuncias por parte de los detenidos de malos tratos y torturas en las comisarías durante el periodo de incomunicación son constantes."
Si el lector no ha sentido todavía ganas de vomitar, lea cómo consideran estos sacerdotes vascos los sucesos de la kale borroka:
"En consecuencia se está logrando lo que algunos pretenden: que crezca la tensión, manifestada a veces en acciones de repulsa en la calle, y que el desaliento se apodere de las conciencias debilitando la esperanza en un proceso de paz que, al parecer, quieren impedir a toda costa por intereses partidistas."
O sea, la culpa de la kale borroka, a la que llaman acciones de repulsa, la tienen los poderes estatales, que no se arrodillan a la velocidad que estos señores requieren. De las víctimas de Eta, por supuesto, ni una sola palabra. A estos sacerdotes les preocupa el dolor de los familiares de los asesinos. Sobre el de las víctimas aplican el mayor de los desprecios: el silencio.
El resto del comunicado, en el que presentan las posibles soluciones, no hace falta que lo copie. Basta con que el lector se lea el próximo Zutabe de Eta u oiga las declaraciones de cualquier dirigente batasuno para encontrarse con los mismos argumentos y la misma forma de exponerlos. Eso sí, al menos ETA no tiene la poca vergüenza de meter a nuestro Señor Jesucristo en medio de su infamia. Estos curas sí. Estos siervos de la Serpiente adornan su miseria con referencias a la Navidad.
Estaba pensando apelar a los obispos vascos para que hicieran algo pero es perder el tiempo. Por tanto no me queda más remedio que apelar a su Santidad Benedicto XVI para que haga algo (no sé cómo) para solucionar esta infamia que afecta a la credibilidad de toda la Iglesia, vasca y no vasca:
Santo Padre, no pueden ser sacerdotes de la Iglesia de Cristo los que sirven a los intereses bastardos de una organización terrorista. No pueden ser sacerdotes de la Iglesia de Cristo los que hurgan en las heridas de las víctimas del terrorismo. No pueden ser sacerdotes de la Iglesia de Cristo los que llevan a todo un pueblo al enfrentamiento civil. No pueden ser sacerdotes de la Iglesia de Cristo los que se arrodillan para servirle ante el ídolo del nacionalismo exacerbado. No pueden ser sacerdotes de Cristo los miembros de la "Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria". Si usted, Santo Padre, tuviera a bien enviar de pastores de esas diócesis a hombres dispuestos a llegar incluso al martirio para limpiar de basura esa iglesia local, le pediría que lo hiciera pronto. De lo contrario, tome usted mismo las riendas y, de la forma canónica que mejor estime, elimine de nuestra Iglesia ese estigma que tanto nos hace sufrir inútilmente a millones de católicos. Cualquier cosa, Santo Padre, menos no hacer nada.
Suyo siempre en Cristo,
Luis Fernando Pérez Bustamante