En un lugar de Extremadura, de cuyo nombre no quiero acordarme
En un lugar de Extremadura, de cuyo nombre no quiero acordarme, nació un personaje peculiar que, cámara fotográfica en mano, hizo de la provocación, el mal gusto y la zafiedad su modo de ganarse la vida. Dado que vivió en una era donde la estupidez humana había alcanzado tal grado de ignominia que a la basura llamaban arte, nuestro "caballero de la cámara obscena" logró que el material nacido de sus excrecencias mentales fuera expuesto en museos y objeto de estudio en universidades. Por ejemplo, el servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura (Uex) editó un trabajo de investigación, realizado por una licenciada en Historia del Arte, que versaba sobre los contenidos y la estética de la fotografía del pornofotógrafo. Dicho trabajo, que era la memoria de licenciatura de su autora, había sido dirigido por la catedrática de Historia del Arte de la Uex. La autora, chica cabal donde las haya, decía de la obra del envilecido que "…. sus contenidos fuertes, provocadores e impactantes hacen que muchas personas no vean lo que hay detrás de sus fotografías. Por ello se pretende que quien lea esta obra entienda todo lo que esconde la imagen. Su trabajo no tiene nada gratuito, todo tiene su sentido".
Pero, lógicamente, muchos contemporáneos no tenían tal amplitud de miras. Y así, se produjo una reacción popular cuando esa Universidad y la consejería de Cultura de la Junta de Extremadura publicaron sendos libros del fotógrafo indigno, en los cuales aparecían fotografías pornográficas que pretendían representar a Jesucristo, su Madre María y el arcángel San Gabriel. Para más inri, el candidato socialista a una de las capitales extremeñas había prologado el libro blasfemo.
Ante semejante afrenta, los obispos excomulgaron a todos los responsables de la infamia, los católicos extremeños salieron a la calle en una manifestación masiva de repulsa y se realizaron misas de desagravio en todas las parroquias extremeñas. Y en los municipios de aquella región española donde gobernaban personas sensibles a la fe cristiana, se declaró persona non grata al porno-fotógrafo, que vio cómo no pudo volver a pisar suelo extremeño sin que la gente le señalara con el dedo. Por supuesto, el gobierno socialista que financió con el dinero de todos sus paisanos ese libro ofensivo, no recibió ni un solo voto de los extremeños que tenían a bien considerarse verdaderos cristianos.
Y aún tuvo suerte el fotógrafo indecente. Se comentaba por las calles que se había oído a un imán musulmán decir que su religión consideraba esas fotos una gravísima ofensa a la dignidad de uno de sus profetas y su madre, así como a la del ángel que se había aparecido a Mahoma para dictarle el Corán. Dado como se las gastaban los creyentes musulmanes con quienes profanaban algo sagrado para ellos, fue una suerte que la vida del fotógrafo infame no acabara de mala manera.
Maximus Decimus Meridius, el Hispano
5 comentarios
¿Qué respetan estos hijos de las tinieblas? Aquello que temen. No entienden otro lenguaje. Pues a ello.
Tanta gaita templada, que cuando llegue el día que ha de llegar, no faltarán fieles modennnos y democráticos dispuestos al diálogo con el Anticristo. Quienes permiten las ofensas son cómplices, con independencia del humor con que las permitan.
A todos los efectos.
Yo creo que lo que tenemos que hacer es encontrar la forma de que estas cosas no sucedan. De momento estoy más furiosa aún por la publicidad que se está dando a esta obra, incluso dando facilidades para verla, aunque se la critique (yo desde luego no pienso hacer click, pero creo que no debería existir esa posibilidad) Esta obra estoy segura de que es constitutiva de delito, y se les debería caer a todos el pelo. Y si no lo es, que cambien las leyes a nivel estatal, para que lo sea. De eso nos tenemos que ocupar TODOS. Porque hay gente que lo único que busca es ocasión para poner a caldo a los que no hacen nada, ¿pero qué hacemos nosotros? ¿por qué no estamos ya recogiendo firmas en toda España? ¡Lo que les importará a esta gentuza lo que digan los obispos, con excomunión incluída! Hay que darles donde más les duele: en el bolsillo. Y de momento lo único que estamos consiguiendo es darle publicidad.
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