El sufrimiento no cotiza en bolsa
En España estamos asistiendo al fenómeno de la deslocalización de empresas, mayormente de capital extranjero. El dinero tiene estas cosas. No mira a las personas sino que va allá donde puede multiplicarse cada vez más. Y si entre medias se produce el sufrimiento humano de quienes se quedan sin trabajo y se enfrentan a un futuro ciertamente complicado, ¿qué más da? ¿acaso el sentimiento humano queda reflejado en la cuenta de resultados que se presenta ante los consejos de administración? ¿acaso no es cierto que cuando una empresa decide despedir a buena parte de su plantilla, suele subir en bolsa ante la perspectiva de una mejora de su situación económica?
El caso es que lo que nosotros sufrimos hoy en España, no es sino aquello que nos benefició hace años. Es la ley del mercado, que hoy te beneficia de la misma manera que mañana te hunde. Y además, o se está en el sistema o la crisis, parece ser, es segura. Obviamente hay muchos factores que influyen para que una empresa se largue a otro lugar. No sólo es una cuestión de salarios, que sin duda es una factor importante, sino sobre todo de la tan cacareada "competitividad". Pero hete aquí que España no es precisamente un país especialmente competitivo. Y vamos bajando en el ranking (el año pasado del 25 al 26 de 100). Así que vayámonos haciendo a la idea de que este fenómeno se va a extender. Vamos a tener más Delphis, más Mildreds, más sustos como el de la General Motors en Zaragoza de hace unos meses.
Es más, dado el patético nivel de la enseñanza en España, me temo que el futuro no es precisamente proceloso. Una generación que ha recibido una educación defectuosa puede ser más fácil de manejar y manipular por los maestros de la ingeniería social, pero no tiene nada que hacer en un mundo donde sobrevive el más fuerte, el más preparado. Si a la poca formación técnica se une una penosa formación en humanidades, en moral y en exigencias éticas, apaga y vámonos. Lo que se ha plantado en este país en los últimos 20 años va a producir un fruto amargo bien pronto, si es que no lo está produciendo ya.
La Doctrina Social de la Iglesia tiende más a denunciar los errores de los sistemas que a proponer soluciones. Es obvio que el neoliberalismo capitalista se desboca cuando no está bien embridado, provocando graves daños. Es incluso más obvio que los sistemas hiper-estatalistas, con un intervencionismo que asfixia el mercado, son todavía peores y sólo traen pobreza. Y es palmario que la pobreza en el mundo sigue siendo el mayor estigma de una Humanidad, que sigue demostrando su incapacidad para garantizar a todos sus miembros, al menos un plato de comida al día. Mientras haya un solo niño que muere de hambre, no habrá justicia en el mundo. Y ante la pobreza extrema de millones, cuyo drama es que no tienen qué comer, los problemas a los que nos enfrentamos acá, cuyo drama es que no podemos vivir tan holgadamente, son "relativos". Conviene que lo tengamos en cuenta ahora que muy posiblemente estamos a la puerta de una era de vacas flacas.
Luis Fernando Pérez Bustamante.
10 comentarios
Chunguilla está la cosa. No se ve solución al asunto Además el consumismo está acabando con nuestro planeta. ¿A alguien se le ocurre algo?
A mí quienes me importan son los obreros de la "putada", a costa del beneficio de la multinacional que se muda a otro sitio para repetir la hazaña.
Además el plantamiento de la carrera consumista como solución a nuestras economías dejará sin planeta a nuestros hijos.
Quiero una alternativa.
Si eres el de siempre, te veo más pesimista que otras veces. Quería pedirte que me "bibliografiaras" sobre este tema.
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