Ecumenismo: de la utopía a la realidad.
Mañana, como cada año, comienza la semana de oración por la unidad de los cristianos. Podríamos llamar a esta semana ecuménica la semana de la utopía, pero no es una utopía cualquiera sino el fruto de la primera oración ecuménica nacida de labios de Cristo:
Jn 17,20-23
Pero no ruego sólo por éstos, sino por cuantos crean en mí por su palabra, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, para que también ellos sean en nosotros, y el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que tú me enviaste y amaste a éstos como me amaste a mí.
Me maravilla que la petición de Cristo no es por una unidad meramente humana o utilitaria entre los cristianos. Lo que el Hijo pide al Padre es ni más ni menos que los cristianos seamos uno como Él es uno con el Padre. O sea, la unidad de la Iglesia ha de ser a imagen de la unidad sustancial en la Trinidad.
Por tanto, Cristo no quiere para los cristianos una simple unidad de acción ante determinados problemas sociales. Tampoco quiere una unidad meramente doctrinal. Ni ambas cosas a la vez, aunque ambas serán imprescindibles si queremos hablar de un ecumenismo veraz y no artificial. No, lo que Cristo quiere es una comunión perfecta, pues perfecta es su comunión con el Padre. ¿Somos conscientes de lo que eso implica?
Por circunstancias de la vida yo he pasado por las tres ramas principales del cristianismo. Nací y me crié como católico, fui protestante evangélico durante casi una década, saboreé brevemente las mieles de la espiritualidad ortodoxa y, por la gracia de Dios, volví a de donde nunca debí haber salido. No pretendo que mi experiencia personal sea la medida con la que juzgar el ecumenismo en su fase actual, pero sí creo que puedo aportar alguna idea que nos ayude a situarnos en la realidad. Y esa realidad es que la comunión perfecta entre cristianos está hoy, al menos en lo referente a los protestantes, casi tan lejos como lo estaba hace cinco siglos, por la sencilla razón de que no hay avances sustanciales en los elementos fundamentales que deben conducir a esa unidad. Hemos dado pasos importantes hacia el respeto mutuo, hacia el conocimiento de la realidad de cada una de las partes, pero me temo que siempre seguirá separándonos algo tan importante como el desacuerdo sobre cuáles son las fuentes de la Revelación. Y, señores, si no estamos de acuerdo sobre cuáles son esas fuentes, ¿cómo vamos a pretender una unidad perfecta?
Quisiera señalar algunos de los puntos que preveo que harán muy difícil el avance ecuménico en las próximas décadas:
- Los ortodoxos siguen doctrinalmente estancados en el siglo XI y no parecen capaces de entender que escudarse en las ofensas recibidas en las cruzadas para no dar pasos hacia la unidad, es un gravísimo pecado sobre todo desde que el Papa ha pedido perdón por ese pasado. Si continuan por ese camino, demostrarán que son unos hipócritas al rezar el padrenuestro, en el que decimos "perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Con todo, creo que es con ellos con quienes hay de verdad posibilidades de alcanzar la comunión plena.
- Los protestantes no entienden la unidad de la forma en que la entendemos católicos y ortodoxos. El concepto de Iglesia que tienen está muy lejos del concepto tradicional, tal y como lo encontrarmos tanto en los primeros siglos de la Cristiandad como en el magisterio actual. Aunque con matices entre ellos, lo esencial del protestantismo es el rechazo de la autoridad dogmática de la Iglesia, pues el libre examen de las Escrituras es radicalmente incompatible con dicha autoridad. Se quiera o no, se me diga que exagero o no, lo cierto es que en el protestantismo el juez último de la doctrina cristiana es el individuo, no la comunidad, no la Iglesia. Por supuesto, ellos pretenden basarse sólo en la Escritura y ser asistidos por el Espíritu Santo, pero no me veo a Éste dedicándose a dar, a distintos creyentes, interpretaciones contradictorias sobre doctrinas fundamentales. Por tanto, en el fondo se utiliza al Espíritu Santo como excusa para justificar una división que nace necesariamente de una raíz incompatible con la unidad de los cristianos: el citado libre examen de las Escrituras.
Dicho eso, ya quisiera yo que muchos católicos tuvieran el celo por el estudio o al menos la lectura de la Escritura que tiene el protestante medio. Nunca serán demasiados los llamamientos del magisterio para que nos dirijamos a ese objetivo. Dijo San Jerónimo, en una cita recogida por el Concilio Vaticano II, que "el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo". Y hay mucho católico ignorante de la Biblia, a la cual apenas se acerca cuando está atento a las lecturas de la misa.
- La Iglesia católica, conocedora de quién es, es la principal impulsora del movimiento ecuménico en las últimas décadas. Pero me pregunto sinceramente si en ese empeño por buscar la unidad con los que están fuera, no se ha descuidado gravemente la unidad interna. Puede resultar muy dramático lo que voy a decir, pero el sensus fidei, tan característico del catolicismo, está hecho trizas en estos momentos. El germen de la división típica en el protestantismo (creo en lo que me parece sin aceptar la autoridad de ningún magisterio) corre salvajemente por las venas de Aquella en quien subsiste plenamente la Iglesia de Cristo. Y hasta ahora, a pesar de la grandeza del anterior Papa y la indudable condición de Padre de la Iglesia del actual, sólo se han puesto cataplasmas para atajar ese germen. Y es tanto el daño que ha causado en un sector muy importante de católicos, que me pregunto si habrá forma de regresar a la situación anterior. Y que nadie dude que si la Iglesia Católica no se cura, si la autoridad pastoral no se pone a trabajar en la recuperación del papel que le corresponde, no tendremos capacidad alguna de ser el instrumento de unidad que Dios quiere. Mientras haya laicos, sacerdotes e incluso algún obispo que hacen de su capa un sayo sin que eso traiga consecuencias, ¿cómo vamos a reclamar con credibilidad ser la continuidad de la Iglesia primitiva, antigua, medieval y conciliar?
Voy a orar por la unidad de los cristianos en esta semana. Pero espero que no le importe al Señor que ore especialmente por la unidad de los católicos. Unidad en la verdad, por supuesto. Porque la unidad en la aceptación de heterodoxias doctrinales y litúrgicas (o sea, protestantismo) no es unidad: es una farsa. Y para ese viaje no hacen falta ningunas alforjas.
Luis Fernando Pérez Bustamante.
19 comentarios
La Iglesia Católica está viviendo una de sus peores crisis de toda la historia, precisamente dentro de sus muros. Antes los peligros eran externos: cismas, poderes paganos, musulmanes, revolucionarios materialistas y ateos. Ahora, como dijo Pablo VI, el humo de Satanás se ha colado dentro de la Iglesia. y el resultado es el gigantesco problema de heterodoxia irresponsable que corrompe el catolicismo.
Con el Concilio se abrió la ventana. Algunos demonios salieron fuera, pero a cambio entraron en tropel una legión.
Reproduzco un párrafo de tu aportación:
"La unidad de los cristianos no puede venir de la negociación con la verdades de la fe, a modo de enjuague de políticos. La Verdad es una, y sólo allí podrá haber unidad."
Por si no te habías dado cuenta el post lleva por título "Ecumenismo".
Lo que tu planteas es que sólo hay una religión verdadera, y quizás esa no es la mejor manera para empezar a hablar de algún posible ecumenismo.
Si te pones a pensar dos minutos: todas las religiones tienen algo de verdad (eso lo afirma la Iglesia) pero hay una sola que contiene en su doctrina TODA la verdad que es esencial y necesaria para nuestra salvación. Eso lo afirma la Iglesia sin negar que la gracia de Dios puede salvar a alguien que por un motivo u otro no ha llegado a conocer plenamente el testimonio de la verdad católica. (continúa)
Lo que no es de recibo es aceptar que cualquier postura es válida, o que cualquier religión es verdadera. Porque eso es imposible.
1ª:Dice usted:"Los ortodoxos siguen doctrinalmente estancados en el s.XI",en base a esto ¿qué opina usted de la rama católica de los lefrevianos que rechazan el C.Vaticano II,mantienen el latín,etc.? si nos encontramos con que los ortodoxos están anclados en el s.XI y esta rama católica en el modo de actuación pre-conciliar ¿quien esta equivocado? ¿quien debe de ceder? ¿podemos considerar que TAL Y COMO esta la Iglesia Católica ahora mismo es el modo más correcto?
Continua...
2ª:Desde su experiencia como protestante durante una decada ¿podemos considerar aceptable la existencia actual de los protestantes? ¿recogio el Concilio Vaticano II algunas de las propuestas/exigencias historícas de los protestantes?
3ª:¿Cual cree que es el mayor problema de la Iglesia Católica en el día de hoy? considero que las diferencias entre católicos radican,tal y como se refleja en España,en la utilización política del católicismo ¿es legitima estas diferencias entre católicos,como en el caso del clero,debido a motivos políticos que son al fin y al cabo meramente humanos?
Gracias por su atención.
1- Los lefebvristas, de quienes espero que pronto regresen al seno de la Iglesia, no son comparables a los ortodoxos porque con ellos no hay un problema dogmático grave (aunque si siguen separados lo acabará habiendo).
El tipo de estancamiento de los ortodoxos es de tipo doctrinal. El desarrollo del dogma, tan genialmente expuesto por Newman, está sólo presente en el catolicismo.
3- Ojalá las diferencias entre los católicos fueran meramente políticas. No es ese el problema. La diferencia está sobre todo en cuál es el papel del magisterio y la jerarquía en la Iglesia. Y también en que se ha dado en el sector considerado como "progre", un acercamiento peligrosísimo hacia tesis del protestantismo liberal (que está clínicamente muerto, dicho sea de paso)
Se puede ver un mismo objeto desde diferentes perspectivas. Se puede decir lo mismo en diferentes lenguajes.
No creo que todo el mundo pueda llegar a ver las cosas exactamente igual. Tampoco lo creo imprescindible. En cambio, sí me parece necesario que el ser humano sea libre para buscar la verdad, sin que se le impongan ideas bajo amenazas de ningún tipo. La razón es enemiga del fanatismo. Si se prohibe en el catolicismo cuestionarse las creencias, si no se puede pensar, no dejaría de ser una secta como cualquier otra. Lo mismo digo del Islam, o de cualquier otra religión.
Y no creo que la unidad consista en el pensamiento monolítico. Una familia puede estar unida, dentro de toda una diversidad de ideas religiosas y políticas. Nos unen el amor, el respeto, las tradiciones familiares, los principios ...
Yo a veces me pregunto si a las personas que protestan de los heterodoxos, esa heterodoxia les produce problemas de inseguridad respecto a la ortodoxia que se supone que ellos mantienen. ¿Qué más les da que otras personas no compartan sus ideas? ¿Por qué quieren echarles de la Iglesia?
Por otra parte, no se trata de echar a nadie. Se trata de que cada uno sea coherente, y que no se diga católico quien no comparte la doctrina de la Iglesia Católica. Como yo no puedo decir que soy musulmán sino creo que Mahoma es el profeta de Alá.
Respecto a la verdad de lo que cree cada cual sólo os confesaré que como católico me he sentido mucho más en comunión de fe con algún monje protestante de la comunidad ecuménica de Taizé, que no de algunos católicos, apostólicos y romanos que mantienen una cerrazón mental más propia de fanáticos del futbol que no de personas abiertas al misterio de Dios.
Amar y expresarlo con nuestra vida, amar con la bondad del corazón y perdonar: ahí tú nos concedes encontrar una de las fuentes de la paz y de la alegría.
(Hermano Roger de Taizé)
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