Creyentes peculiares
El Papa lo dijo ayer en su catequesis paulina. Sin fe en la resurrección de Cristo, y por tanto en la nuestra propia, el cristianismo es un absurdo. Pues bien, según la encuesta de la Fundación Bertelsmann sólo un 18 por ciento de los españoles creen firmemente en que hay vida después de la muerte. Dado que uno de cada tres españoles va a misa con asiduidad, tenemos que un porcentaje importante de católicos practicantes no tiene claro que sean sinceros cuando en misa dices creer “en la resurrección de la carne y la vida eterna".
Y yo me pregunto: si no creen eso, ¿en qué creen? ¿qué sentido tiene ser un cristiano que piensa que es posible que una vez muerto, su cuerpo se lo comen los gusanos y punto y final?
La encuesta muestra que el porcentaje de los que creen en la existencia de los ángeles es similar. Del 18 se pasa al 20 por ciento. Pero estamos otra vez en las mismas. Vamos a ver, señores: ¿qué tipo de cristianismo es ese que escoge aquello de la Revelación en lo que cree y desecha lo que no le convence?
Ante semejante exhibición de “genuina” fe cristiana, no es casual que sólo el 14 por ciento de mis paisanos tengan algo parecido a una relación personal con Dios. Es decir, que cuando rezan saben que son escuchados y además, intentan escuchar lo que Dios tiene que decirles. Pero eso supone algo así como la mitad de los que se pasan por nuestras iglesias. Vamos, como para que todavía haya alguno que diga que España es católica…. ¡¡¡ JA !!!
El Papa no se cansa de repetir que el cristianismo es sobre todo un encuentro personal con Cristo. Si no hay relación personal con Dios, no hay verdadera fe. Y lo demás son monsergas. Uno puede estar toda su vida rezando como un papagayo todas las oraciones del mundo, que si en su corazón no arde el amor de Dios y el deseo de tener plena comunión con Él, poco cristiano puede ser. Conste que a lo largo de la vida puede haber momentos de crisis. No hay un solo cristiano que no pase por su desierto del Sinaí, que no tenga momentos de desesperación como el profeta Elías y que no llegue incluso a sufrir en su Getsemaní particular. Pero si no sabemos siquiera si somos hijos de Dios, si el Espíritu Santo no da testimonio en nuestros corazones de que hay un Padre al que podemos llamar “Abba", dudemos sinceramente de nuestra condición de cristianos. En todo caso, roguemos para que nos sea dada la fe que no tenemos o que hemos perdido. Poca cosa tan miserable hay en este mundo como ser “cristiano sin fe". Ni siquiera puede comer las migajas que caen de la mesa del banquete, porque tiene su mirada puesta en otro lado.
Mucho se ha hablado de la nueva evangelización. Pues más vale que empecemos por evangelizar de verdad a los que al menos van a misa “por si acaso". La fe viene por el oír la Palabra de Dios, así que hagamos todo lo que esté en nuestra mano para que la misma sea conocida. Es imprescindible volver a la predicación auténtica del evangelio, dejando de lado todo ese discurso buenista y oenegista que no llena las almas del celo divino que nos puede salvar. El pelagianismo que convierte el cristianismo en una mera fábrica de buenas obras se da de tortas con la gracia salvífica. No somos cristianos por ser buenos, sino por gracia. Y la gracia que nos hace cristianos nos capacita para ser buenos. Por supuesto, si no hacemos buenas obras, tampoco podemos llamarnos cristianos. Pero la fe es lo primero. Sin fe genuina, el cristianismo no pasa de ser un humanismo bienintencionado.
Luis Fernando Pérez Bustamante
24 comentarios
KAI ΛEΓEI AYTOIC
OYK OIΔATE THN ΠA -
PABOΛHN TAYTHN
KAI ΠωC ΠACAC TAC
ΠAPABOΛAC ΓNω -
CECθAI
Te muestra como el sembrador siembra la Palabra
O CΠIOωN TON ΛOΓÓ
CΠEPEI ...
y termina, con algo parecido a:
KAI EKEINOI EICIN
OI EΠI THN ΓHN TH
KAΛHN CΠAPENTEC
OITINEC AKOYOYCI
TON ΛOΓON KAI ΠA
PAΔEXONTAI KAI
EN.Λ.KAI EN.Σ.KAI EN.P.
Pd. ¿Si no endendéis esta parábola... Cómo vais a entender todas las otras?.
:D
Es cierto que la fe viene por la predicación, pero creo que los cristianos estamos llamados a evangelizar no sólo con la palabra, sino también con nuestra vida. La propia vida de un cristiano es un testimonio del amor de Dios. Nuestra relación con las personas, en la familia, en el trabajo, en la comunidad de vecinos, con el dinero, con nuestra postura sobre temas sociales y políticos... por sus obras los conoceréis.
Y sin olvidarnos de la dosis de persecución que nos espera, con la que nos asociamos a la Cruz de Nuestro Señor. Una especie de martirio social que ya estamos viviendo, un crisol en el que se está probando nuestra fe. Porque mártir es eso, testigo. Si dices que estás en contra del aborto porque eres cristiano y se ríen de ti, y te hacen vacío en el trabajo y te llaman meapilas o cosas peores, eres dichoso: has sufrido un ultraje por Cristo.
Llevamos en nuestro cuerpo el morir de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Con sincero afecto, que Dios te bendiga.
Porque ya puestos, podríamos decir que el Papa también escribe a veces como un evangélico.
Que Dios te bendiga LF
Ni un pelo de tontos
El hato del viejo Jacopone
No (me) funcionan
Además, creo que la polémica de la fe y las obras está superada en la Iglesia Católica; San Pablo habla de la importancia de la fe frente a las obras porque se refiere a las obras de la tradición judía, de la Ley, sobre todo cuando habla a los gentiles, que no conocían la Ley de Moisés. Santiago en cambio, cuando dice que una fe sin obras es vana, se refiere a obras de misericordia, que todo cristiano ha de practicar.
Luis Rodríguez, pidamos a Dios un poco de la inocencia de los niños, un poco de la magnanimidad de los santos, un poco de la parresía-audacia de los conversos, un poco de la humildad de los creyentes no apóstatas; todos estamos en la comunión de la Iglesia.
Mas cuando el Apóstol dice que el hombre se justifica por la fe [Can. 9] y gratuitamente [Rom. 3, 22-24], esas palabras han de ser entendidas en aquel sentido que mantuvo y expresó el sentir unánime y perpetuo de la Iglesia Católica, a saber, que se dice somos justificados por la fe, porque "la fe es el principio de la humana salvación", el fundamento y raíz de toda justificación; sin ella es imposible agradar a Dios [Hebr. 11, 6] y llegar al consorcio de sus hijos; y se dice que somos justificados gratuitamente, porque nada de aquello que precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación; porque si es gracia, ya no es por las obras; de otro modo (como dice el mismo Apóstol) la gracia ya no es gracia [Rom. 11, 16].
Y de los cánones sobre el mismo tema del mismo concilio:
Can. 1. Si alguno dijere que el hombre puede justificarse delante de Dios por sus obras que se realizan por las fuerzas de la humana naturaleza o por la doctrina de la Ley, sin la gracia divina por Cristo Jesús, sea anatema.
Can. 2. Si alguno dijere que la gracia divina se da por medio de Cristo Jesús sólo a fin de que el hombre pueda más fácilmente vivir justamente y merecer la vida eterna, como si una y otra cosa las pudiera por medio del libre albedrío, sin la gracia, si bien con trabajo y dificultad, sea anatema.
Can. 3. Si alguno dijere que, sin la inspiración previniente del Espíritu Santo y sin su ayuda, puede el hombre creer, esperar y amar o arrepentirse, como conviene para que se le confiera la gracia de la justificación, sea anatema.
Pues eso...
En primer lugar, creo que los católicos necesitamos conocer, comprender y meditar cuál es el verdadero alcance de la apostasía entre los que nos identificamos como tales.
En segundo lugar, creo que es imprescindible volver a meditar el valor histórico de nuestra fe: es un hecho histórico que Cristo resucitó. Y nuestra vida, interna y externa, deber ser coherente con ese hecho histórico. No se trata de un "sentimiento", de una "sensación", de un hecho privado y particular de nuestra conciencia. Se trata de un hecho histórico, público y objetivo.
Quienes niegan el hecho histórico de la Resurrección se basan en un argumento tautológico, circular: "sólo yo puedo decidir lo que es posible y lo que no es posible, o quiénes tienen la potestad de decidirlo; en cualquier caso, no es posible que Cristo resucitara; por lo tanto, Cristo no resucitó". Por increíble que parezca, este tipo de argumentación dogmática, total y exclusivamente basada en creencias privadas, se hace pasar como el "culmen" de la "ciencia" filosófica.
En ninguna otra época estuvo tan claro que la Resurrección fue un hecho histórico como en la Edad Media. Por eso me parece muy necesario volver a meditar de dónde y por qué surgieron los santos que vivieron entre la caída de Roma y el fin del reinado de Felipe II que, por su concepción de la historia heredada de su padre Carlos I, fue el último gran rey medieval.
Es cierto que en Asia, África y Oceanía sigue habiendo monarquías medievales, pero ni son cristianas ni son "grandes" en ningún sentido de la palabra.
No se trata del imposible regreso a una época que fue mejor y que se toma como modelo de lo que debe ser el presente. Si se tomara una época histórica como modelo de perfección se estaría negando la Providencia en la Historia de la Salvación. Si tan buena hubiera sido esa época, y en el aspecto religioso la Edad Media ciertamente lo fue, se hubiera producido la culminación de los tiempos. Pero no se produjo. Dios ha querido que la Historia siga su curso. Y si lo ha querido no ha sido para buscar la ruina definitiva del ser humano, aunque el ser humano sea capaz de arruinarse definitivamente en la condenación eterna a causa de sus pecados, sino buscando su conversión.
Creo que esa conversión que Dios busca en nosotros, entre otras muchas cosas, pasa por reflexionar acerca del pasado para interpretar el presente de modo que podamos orientar nuestra conducta, nuestros objetivos y prioridades, de forma juiciosa, efectiva y, sobre todo, según su Voluntad.
Antes de realizar esa reflexión es necesario conocer el verdadero alcance de la apostasía. Y no creo que vaya a ser una experiencia especialmente gratificante.
Saludos.
Suscribo tu oración Unitas, pidamos a Dios un poco de la inocencia de los niños, un poco de la magnanimidad de los santos, un poco de la parresía-denuedo-libertad de los primeros cristianos, un poco de la humildad de los creyentes; TODOS los creyentes estamos en la comunión de la Iglesia
Que Dios os bendiga
(Me voy a comer)
Al fin de cuentas, si estas cosas sólo salen de la pluma de un ex-evangélico, pues ojalá y nuestra Iglesia se vea inundada por la presencia de conversos así.
Guarda el depósito, es decir, conserva inviolado y sin mancha el talento de la fe católica. Lo que te ha sido confiado es lo que debes custodiar junto a ti y transmitir. Has recibido oro, devuelve, pues, oro.
La otra, la difícil, es aquélla de la que Cristo en el Evangelio dice que si tuviéramos como un grano de mostaza, moveríamos montañas. Ésa es la que le tenemos que pedir todos los días al Señor, porque el tener esa fe no depende tanto de nosotros, sino que es un don de Dios, como ha apuntado terciario. La hemos de pedir para nosotros, y también para toda la Iglesia. Esta fe es la que brilla por su ausencia en la mayoría de los que se dicen católicos, y creen que tienen fe porque van a misa los domingos, o incluso diariamente. Es la fe que pedimos a la Iglesia en el Bautismo, sí, pero que hay que alimentar y educar día a día. Es la que necesitamos para dar testimonio de Cristo Resucitado. Con ella empezaron doce hombres a hacerlo hace dos mil años. Y mediante la necedad, la estulticia de su predicación, se propagó la fe por el mundo.
Hoy el mundo necesita que se siga predicando a Cristo Jesús, muerto y resucitado para la salvación del hombre. Porque el hombre de hoy también necesita ser salvado. He ahí la actualidad del mensaje cristiano.
Para Miguel Serrano Cabeza:
A mí lo que me gustaría saber es cuántos curas no rechazan la humanae vitae.
"Sólo Cristo evangeliza" me parece abusar del lenguaje. Cristo salva; evangelizar es anunciar la Buena Noticia de esa salvación. De acuerdo contigo en que es precisa la gracia para esta misión.
Ay de mí si no anunciase el Evangelio.
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