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22.01.10

José Manuel Vidal, más cerca del protestantismo que del catolicismo

José Manuel Vidal, periodista especializado en información religiosa y director de Religión Digital, ha concedido una “sabrosa” entrevista a emision.net con motivo de la concesión a su portal, por parte de Protestante Digital, del premio Unamuno.

Algunas de las cosas que dice Vidal son ciertamente acertadas. Por ejemplo, que el hecho religioso tiene “una importante función social que cumplir: en la transmisión de valores, en dar sentido a la vida, en conformar el alma de un pueblo“. También estoy de acuerdo con que “en internet hay espacio para hacer una información religiosa seria, rigurosa y abundante; con noticias y opinión; muy plural y, además, permitiendo el feedback de los lectores que lo enriquecen de una forma inaudita“.

La cosa, cambia, como no podía ser de otra forma, cuando la entrevistadora, como buena protestante evangélica española, le pone en bandeja la posibilidad de “lucirse". La buena mujer dice literamente que hay “ciertos sectores del catolicismo de los que no hay más que leer las cartas al director para decir que hay un sector que aun piensa que con el nacional-catolicismo, España estaba mejor, y que a partir de ahí, todos somos herejes, todos somos rojos, ¿verdad José Manuel?“. Esa es una pregunta sensata, ecuánime y bien hecha y lo demás son tonterías. Vidal responde que la Iglesia Católica está sufriendo un “proceso de involución brutal” desde hace ni más ni menos que treinta años. No diez, no veinte: treinta. Y esa involución la está conduciendo, según él, a una especie de talibanización. Dice también que la Iglesia Católica se siente atacada y agredida por todas partes y eso la lleva a encerrarse a sí misma, en un gheto, en busca de seguridad. Y, por supuesto, eso afecta al ecumenismo, que se convierte en un mero intento de “zamparse a los protestantes” o a cualquier otra confesión.

Ante semejante panorama, es normal que José Manuel Vidal vea el protestantismo como una especie de paraíso perdido que se les niega a los católicos. De él admira a nivel de funcionamiento eclesial su flexibilidad, su libertad. Dice que en estos momentos -yo pregunto, ¿cuándo no?- el protestantismo es como un mosaico. Pero no cualquier mosaico, no. Es un mosaico que brilla, que luce, realmente magnífico, en contraste con la Iglesia Católica que es un cristal pálido monocolor y gris.

Bien, la pregunta que más de uno nos hacemos es a qué espera José Manuel para ser consecuente con su forma de pensar, uniéndose a cualquier confesión protestante de las que hay en España. Si la Iglesia Católica es tan mala, mala, y el protestantismo tan bueno, bueno, ¿para qué seguir amargándose la vida? Vidal sabe muy bien que en el catolicismo no hay ni habrá jamás la “libertad” teológica y eclesial existente en el protestantismo. A lo que él llama involución, los católicos fieles al magisterio lo llamamos vuelta al ethos católico tras el marasmo post-conciliar. De hecho, somos cada vez más los convencidos de que queda mucho trecho por recorrer en ese regreso al sentido común católico. Y cuanto más se camine en esa dirección, más desplazado quedará del catolicismo Vidal y ese sector que pretende seguir en comunión con la Iglesia cuando en realidad es una especie de objeto extraño, de naturaleza muy cercana al protestantismo liberal, incrustado en ella.

He dicho, digo y diré hasta cansar a propios y extraños, que hay una situación de cisma interno, pero canónicamente no declarado, en la Iglesia Católica. Por un lado, el de los que son católicos de verdad, que aceptan el magisterio completamente, que son conciliares en el sentido auténtico de la palabra, es decir, que asumen lo marcado por el último concilio en línea con la Tradición de la Iglesia. Por otra, los que quieren otra Iglesia, con otra organización, otra naturaleza, otro credo, otra forma de predicar el evangelio, otra forma de relacionarse con el mundo. Y pienso que están en su derecho de querer una iglesia a imagen y semejanza de sus convicciones espirituales, doctrinales y sociales particulares. Pero para eso está el protestantismo, donde prácticamente cabe todo. Caben los llamados fundamenalistas, que creen que Dios hizo la tierra en seis días de veinticuatro horas, y caben los que piensan que la inerrancia del texto bíblico es propio de eras oscurantistas ya pasadas. Caben los que se organizan episcopalmente (aunque no tienen obispos válidos) y los que no tienen jerarquía alguna (cuáqueros, por ejemplo). Caben los que están a favor de que los cristianos se puedan divorciar y recasar y también caben los que excomulgan a los que se divorcian y contraen de nuevo matrimonio. En realidad, ¿qué hay que no quepa en ese mosaico llamado protestantismo, que engloba a protestantes evangélicos y liberales?

Mientras todos los que son y piensan como José Manuel Vidal permanezcan visiblemente en el seno de la Iglesia Católica, viviremos un gran engaño. Ellos engañan a la Iglesia y a sí mismos pretendiendo ser lo que no son. De hecho, son víctimas de su propia identidad. Se sienten mal. Se agobian. Se inquietan. Viven como pez de agua dulce en mar abierto. El líquido elemento que para otros es vida, a ellos les mata. Y por su parte, la Iglesia no puede seguir jugando a ocultar con un dedo el sol la planta del cisma que ha crecido en su seno abonada por la crisis post-conciliar y la pastoral de la inacción ante la heterodoxia.

Ya que tanto empeño se pone en el ecumenismo, admítase que los protestantes internos se pasen con armas y bagajes al seno de las comunidades eclesiales de los hermanos separados. Ciertamente, como buen católico carca-cavernícolo-tridentino-nacional-católico, yo preferiría que se convirtieran a la fe de la Iglesia, que les puede llevar a la salvación, pero si no lo hacen, si no pueden, si es superior a sus fuerzas, les animo sinceramente a hacerse protestantes. Lo fui durante 8 años y medio y sé que serán bien acogidos. No me cabe la menor duda de que los progre-eclesiales católicos supondrán una ráfaga de aire fresco entre las mesnadas protestantes ibéricas. Cierto es que aparecerá algún César Vidal que les diga que difícilmente se les puede considerar cristianos creyendo lo que creen sobre la Escritura, pero no pasa nada. Eso forma parte del pluralismo protestante.

Así que, José Manuel, no lo dudes. Ponte “oficialmente” las gafas multicolor del protestantismo para ser feliz y no vivas más angustiado con las lentes grises y cenizas del catolicismo. Y si alguna vez, Dios lo quiera, el Señor te concede la gracia de querer vivir de verdad la excelencia de la fe católica en comunión con el Vicario de Cristo y el magisterio de la Iglesia, ya sabes dónde nos tienes para ayudarte en ese proceso de conversión. Al fin y al cabo, ese es un proceso que dura toda la vida. Los “conversos” y los “reversos” -católicos que dejaron la Iglesia y regresaron- lo sabemos muy bien. Y también sé bien que es mucho más fácil que un protestante “pata negra” se convierta en un católico fiel a la Iglesia, a que lo haga cualquier de los que, pretendiendo ser católicos, están más cerca de Lutero o de Bultmann que del Obispo de Roma.

Luis Fernando Pérez Bustamante

19.01.10

Mi modestísima contribución al ecumenismo

El Papa ha vuelto a decir que el compromiso de la Iglesia Católica con el ecumenismo es irrenunciable. Benedicto XVI ha augurado que “el texto resultante del diálogo contribuirá positivamente al camino que conduce a la recomposición de nuestra unidad perdida“. Y yo estoy de acuerdo. De hecho, me he puesto manos a la obra. Ayer recibí el siguiente email de un protestante evangélico chileno con quien mantuve un “diálogo” interesante en junio del año pasado y que, meses después, parece que quiere volver a dialogar. Reproduzco el intercambio de emails.

Tanto tiempo, estimado.

¿Qué me puede decir en cuanto a Romamos 11:20-21?

Saludos desde Chile,

t

Mi respuesta:

Le puedo decir que son dos versículos de la Biblia. Curiosamente contrarios a la idea mayoritariamente entre los protestantes de que “una vez salvo, siempre salvo".

Saludos desde España,
LF

Réplica del chileno:

Hahahaha. Pues muy buena la respuesta :)

En realidad no entiendo bien eso de “una vez salvo, siempre salvo". Pero sí puedo decir que no creo que la salvación se pierda (Juan 6:65; 10:28), aunque eso no quiere decir que por el hecho de cumplir con ciertos ritos uno se asegura la salvación (como por ejemplo, una ‘oración de entrega a Dios’ o de ‘aceptar a Cristo en el corazón’). Hay muchos que creen que son cristianos porque han hecho estas cosas, pero sus vidas reflejan que realmente no conocen ni aman a Dios, es decir, que no han sido regenerados.

Bueno, le mandé esos versículos porque me pareció interesante el texto a continuación (lo vi en un Twitter):

The Church of Rome teaches that she cannot apostatize. But Paul says different (Rom. 11:20-21). . . to the Church of Rome.

t

Ante lo cual, le contesté:

Sí, bueno, el caso es que nunca se dijo que las puertas del Hades no prevalecerían contra Israel, ni que fuera la columna y baluarte de la verdad, ni la plenitud de Cristo. De la Iglesia sí.
Lo cual no quiere decir que muchos de sus miembros puedan ser desgajados del árbol de la vida. Pero la Iglesia, como tal, imposible.

Y sí, se puede ser salvo (estar en el árbol) y dejar de serlo. Lo dice la Escritura en ese pasaje de romanos. Entre otros.

LF

El bueno de “t", insistió:

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13.01.10

Apenas un uno por ciento de los franceses son católicos practicantes y fieles al Magisterio

Santa Juana de ArcoEl Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP) ha realizado una encuesta sobre la realidad del catolicismo en Francia, que ha sido publicada por el diario La Croix. El resultado revela que en el país galo apenas quedan católicos que practiquen y profesen íntegramente su fe. Mientras que el porcentaje de franceses que aún se declaran católicos llega al 64% -17 puntos menos que en 1965-, tan sólo un 4.5% acude a misa regularmente -un 27% lo hacía en 1965-. Pero incluso entre los que son practicantes, el 63% opina que todas las religiones son iguales, el 75% está en desacuerdo con la doctrina católica sobre la anticoncepción e incluso un 68% cree que la Iglesia debería cambiar su postura sobre el aborto. Además, sólo un 27% de los católicos franceses que van a misa están de acuerdo con que Benedicto XVI defiende bien los valores del catolicismo, mientras que un 34% sostiene que lo hace mal. Todo ello supone que en Francia, apenas un 1% de la población es católica fiel al Papa y al magisterio de la Iglesia.

Hasta ahí los datos. El análisis de los mismos puede plantearse desde muchos puntos de vista, pero sin lugar a dudas estamos ante unas circunstancias que nos han de llevar a afirmar que el catolicismo en Francia es prácticamente inexistente. La Hija Primogénita de la Iglesia se ha amancebado con multitud de amantes. Desde el relativismo hasta el indiferentismo religioso, pasando por el de la heterodoxia abierta y recalando en la apostasía más burda.

¿Quién o quiénes son los máximos responsables de lo ocurrido? Parto de que todos los fieles tienen parte de culpa. La transmisión de la fe es algo que se hace sobre todo en la familia. Y obviamente, ha habido una quiebra casi absoluta en esa tarea de la generación anterior a la actual. Dice la Escritura que si los padres educan a sus hijos en los mandamientos del Señor, estos no se apartarán de ellos cuando sean mayores. Está claro que siempre habrá hijos rebeldes que no hagan caso a sus padres, pero no es menos cierto que por lo general, una buena educación religiosa y cívica da como resultado una descendencia sensata, de hombres y mujeres que pueden lleva verdaderamente el nombre de cristianos. Por tanto, la primera -que no necesariamente mayor- responsable del fracaso del catolicismo en Francia es la familia católica.

Ahora bien, sabemos que la Iglesia es madre y maestra. Y que dentro de la Iglesia, la tarea de cuidar y alimentar al rebaño es de los pastores. Por tanto, los cardenales, arzobispos y obispos franceses -y a otro nivel los sacerdotes y religiosos- son absolutamente responsables de la catastrófica situación de la Iglesia en Francia. Han fracasado porque la mayor parte de los franceses pasan absolutamente de la práctica religiosa. Y, sobre todo, han fracasado radicalmente porque entre los poquísimos que sí practican la fe católica, la mayoría es contraria al magisterio y al Papa. Y eso sí que es grave. La Iglesia puede hacer relativamente poco cuando una sociedad decide paganizarse y tirarse de cabeza por el abismo del infierno. El libre albedrío tiene “estas cosas". Ahora bien, la Iglesia no sólo puede sino que debe asegurarse de que al menos sus fieles lo sean de verdad. ¿Qué hace en una misa católica un señor o una señora que estén a favor de que la Iglesia cambien su postura sobre el aborto? ¿qué hacen en la comunión católica aquellos que piensan que el Papa, precisamente ESTE PAPA, defiende mal los valores del catolicismo? ¿en manos de qué sacerdotes han dejado esos obispos el cuidado y la formación espiritual de los fieles? ¿a quién y a cambio de qué han entregado el alma católica de Francia esos pastores? ¿a quiénes piensan que va a pedir Dios cuentas de lo ocurrido?

Se me preguntará si pienso decir algo aparte de acusar a unos y otros. Pues sí, pero ocurre que yo no soy precisamente la persona más adecuada para plantear soluciones. No he recibido mandato divino ni eclesial para hacerlo. A pesar de lo cual, me atrevo a sugerir esta hoja de ruta:

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5.01.10

¿Piensan los Cristianos Socialistas que los demás somos imbéciles?

Yo entiendo que debe ser difícil ser católico de verdad y pertenecer a un partido que está llevando a cabo un programa de ingeniería social radicalmente contrario a la moral y a la cosmovisión católica. Ahora bien, no creo que sea tan difícil el no tomar al personal por imbécil, por estúpido, por gilipuertas. Y sin embargo, eso es lo que acaba de hacer uno de los portavoces de Cristianos Socialistas, un tal Jordi López Camps. El tío va y dice que la nueva ley del aborto “no reconoce el derecho al aborto; es decir, no reconoce el aborto como derecho, porque entra en conflicto con el derecho del ‘nasciturus’. Ni en la exposición de motivos ni en la propia ley se dice que el aborto sea un derecho; se habla del derecho de una mujer a interrumpir su embarazo, no de que el acto en sí del aborto sea un derecho. El matiz es diferente“. Ahí queda eso, sabueso. Tócate las narices. Y si no te lo crees, revientas.

Lo que es evidente es que estos “cristianos socialistas” son muy socialistas y nada cristianos. Un cristiano jamás puede estar a favor de la nueva ley del aborto, por mucho que lo disfracen de “derecho de la mujer a interrumpir su embarazo“. Pero estos mercenarios de la política pretenden presentarse a sí mismos como católicos. Es por ello que, como llevo diciendo desde antes de que se reabriera la polémica sobre el aborto en España, creo que la Iglesia debería de ir más allá. No basta con que se les niegue el acceso a la comunión eucarística a los políticos católicos que votan esas leyes. Habría que cambiar el Código de Derecho Canónico y decretar su excomunión. Ellos, al dar razones para que la conciencia de muchos se corrompa, hacen mucho más daño a la causa de la vida que los particulares que abortan. Si se excomulga a la mujer que aborta, que se excomulgue al político que afirme que eso es un derecho. Y una vez excomulgados, ya no cabe duda alguna sobre si pueden comulgar o no. Ahora bien, eso sólo lo puede decidir Roma.

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4.01.10

¡Bono, santo súbito!

¡Bono es grande! ¡Bono es único! ¡Bono es de los nuestros! ¡Bono es nuestra bandera! ¡Deberían ponerle un altar! (no es coña, no… ¡¡LEAN!!). ¡Viva Bono! Y…. ¡Qué malos son los que condenan a Bono! ¡Qué irresponsables son nuestros obispos! ¡Cobardes! ¡Qué gentuza son los ultra-católicos, carcas, tridentinos y cavernícolas!…. la izquierda eclesial ha salido en tromba a defender a su profeta de la Carrera de San Jerónimo. Están dispuestos a dar la cara por él, a atacar a quienes osen negarle la comunión, a darle ellos mismos la comunión aunque el mismísimo Papa lo prohíba, a lo que sea. Desde sacerdotes como el padre Ángel -¡otra vez!- o Pedro Miguel Lamet al periodismo eclesial de extrema izquierda. Incluso desde el blog de las dos mentiras en su título, se defiende a Bono, se ataca a los obispos y, faltaría más, a quienes les apoyamos. Incluso hay una monja que le postula como sucesor de Zapatero al frente del PSOE, lo cual lo mismo disgusta a ese prohombre del catolicismo socialista gallego llamado José Blanco. Sólo falta que el abad montillesco vuelva a decir que lo mismo Bono tiene razón en votar a favor de la nueva ley del aborto.

Pues ya lo ven, señores obispos. Esto es lo que hay. Esta es la cosecha de lo que se plantó décadas atrás. Este es el verdadero rostro de la secularización interna de la Iglesia. Sacerdotes, periodistas y pseudo-católicos que aseguran que el modelo ideal de político católico es quien les llevó la contraria en la cuestión del matrimonio gay y se la lleva al votar sí a la nueva ley del aborto. Y si ustedes osan ir más allá de lo acostumbrado e insisten en que eso no puede ser, en que no se puede ser católico y votar a favor del aborto, toda esa retahíla de desechos del catolicismo post-conciliar se les echa encima cual leones hambrientos sueltos sobre los mártires por la verdad.

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