El avance del protestantismo evangélico en Guatemala no es la excepción
Cuando yo dejé de ser protestante evangélico hace 10 años -abril/mayo del 1999-, Guatemala contaba ya con un 40% de evangélicos. Era por tanto el país hispanoamericano donde más había retrocedido el catolicismo en favor del protestantismo. Un protestantismo, dicho sea de paso, que seguía el modelo del evangelicalismo de Estados Unidos, que es el que más nervio misionero tiene dentro del protestantismo mundial. Por tanto, no me he llevado ninguna sorpresa ante el reciente informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada en el que se nos cuenta que el país centroamericano es ya mitad católico/mitad evangélico. Es más, estoy convencido de que en otros diez años el país será mayoritariamente protestante.
¿Es Guatemala un oasis en medio de un desierto para el protestantismo evangélico en el continente americano? Por supuesto que no. Más bien es el paradigma de lo que puede ocurrir en otros países de la zona, alguno de los cuales ya cuentan con un porcentaje de evangélicos muy notable. Y todos tienen algo en común: ese porcentaje no para de subir. Y todo lo que sube el protestantismo lo baja el catolicismo, porque hasta que pase al menos una generación los evangélicos sólo pueden crecer a base de “convertir” a católicos.
A la hora de analizar las causas de este fenómeno desde el ámbito de la Iglesia Católica se pueden tomar dos actitudes:
- La victimista, llorona e irresponsable.
- La valiente, veraz y responsable.
¿En qué consiste la primera actitud? Muy fácil. En echarle la culpa a las “sectas proselitistas” que están financiadas por el “imperio yankee” y que arrasan las comunidades católicas comprando la conversión de los fieles a cambio de dinero y promesas de prosperidad. Buena parte del informe de AIN va en esa línea. Como en toda exageración, siempre hay algo de cierto. La teología de la prosperidad está, valga la redundancia, prosperando mucho en el mundo evangélico hispanoamericano, especialmente el de condición pentecostal. La misma se basa en una interpretación peculiar de determinados pasajes bíblicos que llevan al predicador a asegurar a sus oyentes que, si dan dinero para la iglesia, Dios les va a conceder una prosperidad económica y social que ríanse ustedes de los grandes pelotazos financieros. A mí me parece muy sintomático que allá donde la teología de la liberación hizo presa del catolicismo sea donde ahora triunfa esta otra teología blasfema -poner a Dios como una mera máquina de producción de dinero es blasfemo-, pero eso sería motivo para otro post.