Lo de Pagola va más allá de un libro y un teólogo concreto
- Pero hombre, ¿otra vez escribiendo sobre el famoso libro de Pagola?
- Pues sí, ya ve.
- ¿No es lo suyo una obsesión enfermiza? ¿qué le ha hecho a usted el bueno de don José Antonio?
- No es nada personal. Y de tener alguna obsesión (RAE: Idea que con tenaz persistencia asalta la mente), el objeto de la misma no es ni el teólogo vasco ni su “Jesús. Aproximación histórica", sino esto: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina (adtende tibi et doctrinae). Persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1ª Tim 4,16).
- Pero oiga, ¿quién le ha puesto a usted de guardián de la ortodoxia? ¿no se da cuenta de que es un simple fiel sin estudios teológicos universitarios?
- “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?“, dijo Caín al Señor, refiriéndose a Abel. Por supuesto que sí, que todos somos guardianes de nuestros hermanos. Además, el Concilio Vaticano II dice lo siguiente:
Los laicos, como todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia, de los sagrados pastores, de entre los bienes espirituales de la Iglesia, ante todo, los auxilios de la Palabra de Dios y de los sacramentos; y han de hacerles saber, con aquella libertad y confianza digna de Dios y de los hermanos en Cristo, sus necesidades y sus deseos. En la medida de los conocimientos, de la competencia y del prestigio que poseen, tienen el derecho y, en algún caso, la obligación de manifestar su parecer sobre aquellas cosas que dicen relación al bien de la Iglesia. (Lumen Gentium, 37)
En realidad, los artículos que escribo sobre estos temas tienen por objeto precisamente el de contribuir, en la medida de mis posibilidades, a lo que creo que redunda en bien de la Iglesia. Lo podré hacer mejor o peor, pero a día de hoy no he recibido ni una sola queja de nuestros pastores. Más bien todo lo contrario.
- Pero..
- Pero nada. Vamos al meollo de la cuestión que voy a tratar en este post.