Cope, fin de un ciclo

Por fin se hizo público ayer lo que, salvo para personajes que escriben sin saber, era evidente que iba a ocurrir. Federico Jiménez Losantos y César Vidal Manzanares abandonarán la cadena Cope al finalizar sus actuales contratos. Han rechazado aquella oferta que se les hizo para que dijeran no. Coronel de Palma se ha salido con la suya, a pesar de que en la última semana se produjeron algunos intentos “desesperados” por parte de quienes no tienen el control de la cadena pero aspiran a suceder a la actual dirección. No es lo mismo “heredar” una Cope con una audiencia millonaria que tener que ponerse al frente de una posible catástrofe.

Aunque todavía es pronto para evaluar las consecuencias de una Cope sin Losantos y Vidal, no hay que ser profeta para pronosticar que en septiembre empezará una etapa ciertamente complicada para la “cadena de los obispos". Sobre todo si los dos comunicadores que salen de la misma logran mudarse a un nuevo proyecto, sea ya existente o sea por crear. Cuando Antena 3 Radio pasó a mejor vida, sus oyentes se pasaron en masa a Cope. Habrá quien piense que quizás ahora no ocurra lo mismo. Ciertamente hay diferencias. Antena 3 fue comprada por Polanco para hundirla. Cope, en principio, va a seguir adelante, aunque si se despeña en audiencia, habrá que venderla a mal precio. Así que más le vale a Coronel tener un plan alternativo que garantice que la sustitución de sus dos pilares fundamentales de programación en los últimos años, no implique que la Cope se convierta en un “Ya” bis. Supongo que a nadie se le habrá pasado por la cabeza que la Iglesia tenga que dedicar uno solo de sus euros a mantener un grupo Cope deficitario. Si la jugada sale bien, o no demasiado mal, pues perfecto. Si no, que cada palo aguante su vela. Ojalá la cadena pueda sobrevivir.

Además de las consecuencias empresariales y mediáticas, tengo la impresión de que todo lo ocurrido con Cope indica que se ha producido el inicio de un cambio de timón en Añastro. El cardenal Rouco puede seguir siendo el presidente de la CEE, pero lo sucedido en Cope es para él una derrota, mayor incluso que la que tuvo lugar cuando monseñor Blázquez ocupó su puesto durante tres años. Nadie lo dude. Monseñor Rouco quería que todo siguiera igual. Y ha hecho todo lo que está en su mano para que no se produjera el desenlace que hemos conocido. Conociendo al prelado gallego no es imposible que los actores de su derrota acaben arrepintiéndose de haberle puenteado. La patada para arriba es un sistema muy apropiado para quitarse de enmedio a quien ha traicionado confianzas. Por ejemplo, hay quien puede pasar de ser auxiliar de una gran archidiócesis a ordinario de una diócesis “menor". Ya es triste que las cosas tengan que funcionar así en nuestra Iglesia, pero negarlo es como intentar tapar el sol con un dedo.

Respecto a Losantos y Vidal, les deseo lo mejor. Como de bien nacidos es ser agradecidos, espero que sean conscientes de que los años que han estado dirigiendo los dos mejores programas de Cope son motivo más que suficiente para que den las gracias a quienes no miraron su condición religiosa, agnóstico uno y protestante el otro, a la hora de darles semejante responsabilidad. Cierto es que ellos han respondido situando a la cadena en unos niveles de audiencia históricos, pero muy probablemente hoy no serían lo que son sin su paso por la cadena de los obispos.

A todos aquellos que han vivido obsesionados por la salida de ambos de Cope, enhorabuena. Ya lo habéis conseguido. Incluso con suerte algunos os podréis colocar de tertulianos en la nueva mañana y la nueva linterna. Sólo os queda conseguir convencer al personal que no escuchaba la cadena para que desde septiembre se conviertan en fieles oyentes de la misma. Porque lo de convencer a los que escuchaban a Federico y César de que no sigan oyéndoles allá donde ellos vayan, lo tenéis más bien crudo. Y entonces no habrá ni honra -con vosotros no cabe esperar otra cosa- ni barcos.

Luis Fernando Pérez Bustamante