No soy teólogo ni probablemente lo sea nunca, así que puede que me equivoque en lo que voy a decir, pero….
Tengo el libro “Teología del pecado original y de la gracia” de Luis F. Ladaria, SJ, a la sazón nuevo secretario general de la Congregación para la Doctrina de la fe. Es precisamente el libro sobre el que el padre José María Iraburu escribió un artículo que se ha hecho famoso en estos días gracias a Religión Digital. El caso es que no tengo claro que el padre Iraburu acierte en lo que él menciona y sin embargo pasa por alto algo que a mí me resulta una obvia imprecisión.
Vamos al texto, página 116-7:
Pero pienso que no debemos afirmar que la generación sea formalmente la causa de la transmisión del pecado. Trento no ha querido insistir en esto y en ningún caso mantiene una posición pesimista respecto de la procreación. En las declaraciones magisteriales se ha querido evitar sobre todo que la transmisión del pecado se considere cuestión de simple “imitación", es decir, que el pecado anterior a cada uno sea algo exterior a él. Por ello hay que afirmar que desde que un hombre entra en el mundo se encuentra realmente inserto en la masa de pecado de la humanidad, en una situación de pecado, de ruptura de la relación con Dios. Es claro que no se realiza desde el primer instante la ratificación personal, por parte de cada uno, de esta historia de pecado, pero esto no significa que esta inserción sea menos real. A continuación, al tratar de manera más específica el pecado original de los niños, volveremos sobre esta cuestión. En todo caso, la transmisión del pecado original por generación significa que éste es un elemento más de la condición humana que cada uno recibe por el hecho de su nacimiento, y que los efectos de este pecado están presentes desde el primer instante.
Bien, el padre Iraburu sostiene que “la explicación del profesor Ladaria no logra estar conforme, aunque lo intente, con la doctrina de la Iglesia, y que más parece explicar la transmisión del pecado original imitatione que generatione“. El padre Ladaria afirma que el magisterio sostiene que la transmisión del pecado no es simple “imitiatone” a la vez que niega que la generación sea “causa formal” del propio pecado. Quizás esa negación va encaminada a negar la idea de que la generación tenga como fin la transmisión del pecado, cosa que no es. A decir verdad la generación siempre tiene como objetivo transmitir la naturaleza, y desde Adán esa naturaleza está herida por el pecado. La Iglesia, en muchos documentos de su magisterio, ha enseñado siempre que la transmisión del pecado original es “por generación". Por eso al profesor Iraburu no le parece admisible la explicación de esa transmisión porque “desde que un hombre entra en el mundo se encuentra realmente inserto en la masa de pecado de la humanidad", sobre todo si esa entrada en el mundo se refiere al nacimiento y no a la concepción.
Precisamente por eso, ojo a esta frase:
- En todo caso, la transmisión del pecado original por generación significa que éste es un elemento más de la condición humana que cada uno recibe por el hecho de su nacimiento, y que los efectos de este pecado están presentes desde el primer instante.
Da la sensación de que Ladaria sitúa el nacimiento como el momento cronológico en que se “adquiere” el pecado original. Y no es así. El pecado original se “adquiere” en la concepción. De lo contrario, el dogma de la Inmaculada Concepción no tendría sentido. Y además, dado que el teólogo asegura que ese pecado original es un elemento más de la condición humana, no tiene sentido situar el nacimiento como el momento en que el pecado está en la persona, ya que somos personas desde el mismo momento de nuestra concepción.
A falta de una aclaración, creo que estamos ante una imprecisión que puede conducir al error doctrinal, si es que no es error doctrinal en sí misma. Maestros tiene la Iglesia que nos lo aclararán.
Luis Fernando Pérez Bustamante