Por exigencias del guión
Cuando ese fenómeno conocido como el “destape” llegó al cine español hace cosa de tres décadas, el país entero pudo asistir al espectáculo de cómo un buen número de actrices, que hasta entonces no habían enseñado más allá de las rodillas, salían en multitud de películas enseñando sus pechos o sus cuerpos totalmente desnudos. La revista Interviú se hizo famosa por los top less de todo tipo de famosas, folclóricas incluidas.
Lo más peculiar era la excusa que daban muchas de esas actrices para justificar su exhibición ante los ojos ajenos: es por exigencias del guión. O sea, pobrecitas ellas, no les quedaba más remedio que salir en bolas porque “el guión lo exige". Y si el guión pedía que una señora saliera del baño sin ponerse bata para coger el teléfono, pues hete ahí a la otrora trabajadora en españoladas franquistas haciendo de nudista en las españoladas post-franquistas. O se desnudaban o no trabajaban. La elección para algunas no debió ser fácil.
Menos fácil fue para los cristianos de mediados del siglo III el tener que cumplir un edicto general del emperador Decio. No hemos conservado el texto original pero sabemos que en el mismo se “invitaba” a todos los ciudadanos del Imperio a tomar parte en un sacrificio general a los dioses paganos. Se trataba de un acto de adhesión al culto pagano, participando en una comida sagrada, libación o sacrificio, incluso reducido a su más simple expresión, como la ofrenda de algunos granos de incienso a la estatua del emperador, demostrando con ello el reconocimiento de la divinidad imperial, convertida en la síntesis de la religión oficial de Roma. A los que cumplían el edicto se les daba una especie de certificado, que deberían presentar ante la autoridad siempre que fueran requeridos para mostrarlo. Quien no aceptara gustoso la invitación, sería encarcelado, torturado y finalmente ejecutado.