El visionario de sueños que predica la apostasía
Que nada ni nadie nos aparte de la senda de fidelidad al Señor. Que ningún inicuo disfrazado de siervo del Altísimo marque nuestro camino.
Esmeraos en poner por obra todas estas cosas que yo os prescribo. No les añadirás ni quitarás nada. Si entre vosotros surgiese un profeta, o un visionario de sueños, y te diera señal o prodigio, y, aun en el caso de que se cumpliera esa señal o prodigio que te había anunciado, dijera “vamos en pos de dioses ajenos -que no conoces-, y sirvámosles", no escucharás las palabras de ese profeta o vidente de sueños. Es que el Señor, vuestro Dios, os está probando para conocer si realmente lo amáis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma. Seguiréis al Señor, vuestro Dios, le temeréis, obedeceréis sus preceptos, escucharéis su voz, le rendiréis culto y viviréis unidos a Él.
Y ese profeta o visionario de sueños deberá morir por haber predicado la apostasía contra el Señor, vuestro Dios, que os sacó del país de Egipto y te libró de la casa de la esclavitud, por querer apartarte del camino que te mandó seguir el Señor, tu Dios. Así quitarás el mal de en medio de ti.
Deut 13,1-6
No hay nada que añadir a la Revelación de Dios. No hay misericordia mayor que se nos conceda la gracia de vivir cumpliendo sus mandamientos. No escuchemos los cantos de sirena de los farsantes que adulteran la fe de nuestros padres. Matemos en nuestra alma a aquellos que nos ofrecen seguir a otros dioses, que nos predican una apostasía que agrada al mundo y nos pone al borde del abismo de la condenación.
No llamemos sueño a la pesadilla de la indifelidad a Cristo. No llamemos sueño a la pesadilla de la adaptación del Evangelio a la deriva del mundo. No llamemos sueño a la pesadilla de llamar bien al mal. No llamemos sueño a la pesadilla y la farsa de creer que está en nuestras manos hacer un mundo mejor siguiendo las indicaciones del Gran Arquitecto y Príncipe de este mundo en vez de a través de la sumision de toda rodilla al Rey de Reyes.