Crean ustedes, como nuestros obispos, al arzobispo de Granada
Dado que todavía no se ha producido ninguna actuación judicial encaminada a imputar a los sacerdotes granadinos que figuran como presuntos autores de unos abusos sexuales continuados en la persona de un joven, lo único que se puede decir de los hechos es que, en caso de ser ciertos, han de ser objeto de la mayor de las repulsas posibles tanto desde la sociedad como desde la Iglesia. Tanto el papa Francisco como su predecesor han ordenado la “tolerancia cero” ante este tipo de comportamientos criminales. Así debió ser siempre. Así es ahora.
El hablar de “presuntos” es una cuestión prudencial. No sería la primera vez que una denuncia de este tipo acaba siendo desmentida -le pasó al cardenal Pell-, aunque esos casos suelen ser la excepción que confirma la regla. Parece claro que son muchas más las veces en las que las verdaderas víctimas callan, por temor o porque quieren olvidarse de lo ocurrido, que las que alguien se inventa una historia de este tipo y presenta una denuncia falsa ante los tribunales civiles y eclesiástico.
Lo que no tiene nada de presunta es la campaña de acoso y derribo contra Mons.Javier Martínez, arzobispo de Granada, y por tanto responsable junto con la Santa Sede de lllevar a cabo el juicio de la Iglesia sobre los hechos. Hace dos días escribí un artículo sobre esa cacería, pero hoy se ha producido un hecho notable.
Efectivamente, el P. José María Gil Tamayo, secretario general y portavoz de la CEE, lo ha explicado así:
“el arzobispo de Granada ha manifestado que ha cumplido los protocolos que establece la Iglesia para estos casos. Él ha mostrado su dolor y cercanía a la persona que ha denunciado y las que se ven afectadas por este pecado y delito. Y también, ha asegurado cómo ha sido su seguimiento".
Y ha añadido:
“Monseñor Martínez goza de todo nuestro afecto y toda nuestra credibilidad“.
Por si fuera poco, ha realizado la siguiente reflexión:
“Tengo un enorme respeto por la profesión periodística, pero sí creo que hay que delimitar los ámbitos competenciales. Hay un derecho a la información, pero los periodistas no somos los sacerdotes de una nueva sociedad, ni los jueces. Tenemos que respetar los procedimientos, esperar los tiempos, y trabajar con las certezas. Quien tiene una exclusiva, operará comprobando la veracidad de esas fuentes. Ciertamente creo que hay un aporte necesario para aportar a la sociedad. La CEE ha tenido noticia cuando se ha publicado. Después ha venido el arzobispo de Granada ha explicado lo que está en los medios. Él es, junto con la Santa Sede, quien tiene que explicar".
En otras palabras, los obispos españoles creen a Mons. Javier Martínez y no a los periodistas que le acusan de no hacer caso a Roma. Le creen a él y no a quienes han montado un pseudo-auto de fe mediático contra el arzobispo, con declaraciones del tipo siguiente, que aparece hoy en Religión Digital:
Doctrina de la Fe apunta que “no es de recibo” que el arzobispo de Granada “no supiera nada”
¿Alguien ha leído una sola declaración oficial de Doctrina de la Fe? ¿tenemos que fiarnos de lo que dicen que Roma quienes, puedo decirlo sin temor a equivocarme, son una mancha para la profesión periodística en el ámbito religioso? ¿Qué entiende esa gente por “Roma"?