Carta abierta a César Vidal Manzanares
Estimado César, han pasado ya más de doce años desde nuestro primer encuentro personal. Tuvo lugar en la vieja casona que tenían tus padres en Vallecas. Precisamente tu progenitor, Carlos, estaba contigo cuando me presenté allá con un montón de libros sobre la Nueva Era que te quería entregar por si te eran útiles. Años antes, cuando me convertí en cristiano evangélico, había decidido deshacerme de ese material entregándoselo a un pastor holandés experto en esoterismo que dirigía una pequeña comunidad evangélica en el barrio del Pilar (luego se fue a Fuencarral). Pero cuando leí tu libro "Lo que necesita saber sobre la Nueva Era", creí que era mejor que fueras tú el depositario de esos libros. Te localicé, creo que a través de José de Segovia, y desde entonces hemos mantenido una relación de amistad en la que, sin lugar a dudas, he sido yo el principal beneficiario porque he sacado y aprendido mucho más de ti que tú de mí.
Precisamente al poco de conocerte cometiste, según mi opinión de entonces en la que ahora me ratifico, el error de escribir un libro, The Myth of Mary (creo recordar que lo escribiste primero en inglés), sobre la figura de la Virgen María en el catolicismo para la editorial Chick. Una editorial que se caracteriza por un anticatolicismo rancio e intelectualmente nulo. Como quiera que yo era protestante no me pareció mal tu postura teológica contraria a la práctica totalidad de los dogmas católicos sobre la Madre del Señor y creí que tu forma de abordar el tema de la relación entre la mitología pagana y dichos dogmas era correcta. Hoy estoy convencido de que cometiste un error similar al que cometió Ralph Woodrow cuando escribió "Babilonia, misterio religioso", del cual por cierto se retractó con otro libro. Pero mira, eso es lo de menos en estos momentos. No escribo esta carta para criticar aquella decisión tuya.
Recuerdo perfectamente la primera vez que estuviste como contertulio en el programa de La Linterna en la Cope, dirigido entonces por Federico Jiménez Losantos. Entre los otros contertulios en aquel tu primer programa estaba Alberto Recarte, pero no me acuerdo de los restantes. Saliste bastante satisfecho y aquel fue el principio de una meteórica carrera en la cadena de los obispos, interrumpida sólo parcialmente por el año en que el inefable Apezarena sustituyó a Fede en la Linterna cuando éste se ocupó del programa de La Mañana. Tras el previsible fracaso apezarenil, tuve la intuición de que precisamente tú podrías ser su sustituto en la tarde-noche de Cope. Así, cuando me llamaste para decirme que tenías que darme una gran noticia pero que todavía no podías decirme en qué consistía yo te pregunté si no era el que te iban a poner a dirigir La Linterna. Te saliste por peteneras pues no querías confirmarme nada hasta que no el asunto no fuera oficial pero es obvio que di en el centro de la diana.
Dado que hacía ya un tiempo que me había ido a vivir lejos de mi añorado Madrid, no pude asistir a tu primer programa como director de La Linterna pero lo escuché enterito por la radio. Te salió bordado. Y a los dos o tres días parecía que llevaras haciendo el programa toda la vida. Sin duda contabas con un muy buen equipo y, sobre todo y por encima de todo, con la ayuda de nuestro Señor. Súmesele a eso tu capacidad de trabajo y tu capacidad de comunicación -se nota que has sido un buen profesor y conferenciante-, así como tu posicionamiento político-social -ciertamente en tí se dio una evolución hacia posicionamientos liberal-conservadores mientras escribías libros sobre la Guerra Civil y sus protagonistas- y el éxito en audiencia del programa estaba garantizado.
El caso es que hoy eres ya todo un personaje en esta España de principios del siglo XXI. El único protestante español con cierta relevancia social. Es más, me atrevería a decir que en toda la historia de España, ningún protestante evangélico ha sido tan conocido y tan influyente como lo eres tú ahora. Para más inri eso ha ocurrido sobre todo por tu presencia en la cadena "de los obispos". Ironías del destino dirán algunos. Providencia divina pensarán otros. Y antes de seguir, déjame que te diga, y que diga a mis lectores, que en esencia sigues siendo exactamente la misma persona que conocí hace más de una década. Con tus virtudes y tus defectos, pero sin que éstos últimos se hayan acentuado o aumentado por la fama que has alcanzado. Y eso, en sí mismo, es una virtud. Creo que tu condición de cristiano tiene mucho que ver con ese hecho.
Ocurre, querido César, que algunos de los que han convertido el acoso a los profesionales más destacados de la Cope en su pan nuestro de cada día, han creído encontrar en "El mito de María" un misil nuclear tierra-aire que puede desalojarte de la cadena de los obispos. Claro, ellos no saben que cuando todavía eras un simple tertuliano de La Linterna el bueno de Don Bernardo ya te llamó para preguntarte sobre el tema. Es obvio que tú nunca habías -ni has- difundido en la emisora católica las tesis de dicho libro, pero entiendo que el por entonces director general te quisiera tantear. Como quiera que tú le diste las referencias a tus artículos sobre María en el judeocristianismo publicados en las "Ephemerides Mariologicae" y le aseguraste que no estaba entre tus planes el hablar de dogmas católicos en la Cope, Don Bernardo se quedó tranquilo. Han pasado ya unos cuantos años desde entonces y si el hoy presidente honorario de la Cope tuviera que decir algo al respecto, sin duda que ratificaría la impresión que sacó entonces de aquel encuentro contigo.
No hace falta que te diga que en la intención de los redactores de esta "novedosa noticia" no está precisamente la reivindicación de la doctrina católica. Tampoco el buen nombre de la Madre de Cristo. Acudir a un libro del año 94 para enemistarte con los accionistas de la emisora donde trabajas es señal de la desesperación que tienen por tu éxito radiofónico. El último EGM les ha hecho más pupita porque no sólo confirma la buena línea de éxito de audiencia en que seguís tanto tú como Fede y Nacho Villa, sino que demuestra que los posibles recambios que algún iluminad@ hubiera podido tener en mente para ocupar vuestro lugar, sólo llevaría a la emisora a la ruina económica en menos que canta un gallo. Y por si eso fuera poco, más les ha debido de molestar el dato de que tu programa es, en el sector de la radio española, el más descargado en Internet para los ipods, cosa que como bien has reconocido cabe atribuir al bueno de Isaac (buen fichaje te recomendé con él, ¿verdad?). Pues aunque yo no soy el Quijote ni tú Sancho Panza, sí te digo: Ladran César, luego cabalgas. Y si se cumple el deseo de Monseñor Cañizares de que renovéis contrato antes de estas Navidades, más vais a cabalgar a lomos de ese Rocinante radiofónico.
Tanto si ocurre eso como si no, cuídate, que bien sabes que posiblemente estás entre aquellos que determinados miserables querrían ver o empujar a dar el paso a la otra vida. Aunque tú sabes, pues así me lo has dicho, que el Ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, no está de más que tomes todas las precauciones posibles. Queda mucho por hacer para defender los valores comunes que compartimos todos los cristianos, católicos, protestantes y ortodoxos y parece ser que a Dios le ha parecido bien que tú seas uno de esos defensores. Sólo a Él sea la gloria.
Tuyo siempre en Cristo,
Luis Fernando Pérez Bustamante.