Bebé Aído: una iniciativa digna de elogio

Una de las máximas que siempre se cumplen en relación al debate sobre el aborto es que los pro-abortistas, cuya conciencia moral suele ser de inferior calidad a la de muchos individuos del reino animal, reaccionan ante las imágenes de los abortos como los endemoniados ante la imagen de un crucifijo. Hace unas semanas pudimos comprobar esto que digo en un programa de Popular TV. Cuando Ignacio Villa mostró la foto de un feto humano tomada de una ecografía, la pro-abortista de turno se levantó de su silla y se largó.

Y es que esos cómplices del mayor Holocausto en la historia de la humanidad saben que a la hora de replicar a la iniquidad de sus argumentos, una imagen vale más que mil palabras. La ministra Aído, cuyos conocimientos científicos son similares a los de los boniatos del huerto del tío Paco, tuvo la feliz ocurrencia de decir que un feto de 13 semanas es un ser vivo pero no un ser humano. Ante semejante barbaridad, un grupo de profesionales, entre los que se encuentran médicos, enfermeros, psicólogos y abogados, ha creado el “bebe-Aído", una réplica en plástico y a tamaño natural (algo más de cinco centímetros de largo) de un feto de doce semanas. Y, oigan ustedes, lo que ven nuestros ojos es claramente un personaje cabezón, con ojos, nariz, orejas, boca, brazos, manos, piernas, pies, etc. O sea, un ser humano. Chiquitín, pero tan humano como la ministra. O incluso más, ya que no está animalizado todavía por la mentalidad pro-abortista.

Ante esa evidencia, ¿qué hacen los defensores de la ejecución de más de un millón de bebés-aído en España? Pues rasgarse las vestiduras cuales sumos sacerdotes de la Santa Muerte, divinidad pagana a la que adoran todos los afiliados al sindicato de la cultura de la muerte. Desde el PSOE, que es una de las terminales más efectivas de ese sindicato, la reacción ha sido la que cabía esperar. La presidenta de la Fundación Mujeres y dirigente socialista Elena Valenciano ha calificado hoy la iniciativa de “demagogia malsana” Esta individua ha tenido el cuajo de decir que “las mujeres deberían felicitarse y estar satisfechas por los avances logrados, ya que antes nos quemaban en la hoguera y ahora nos hacen muñequitos". Supongo que se referirá a las mujeres que acabaron quemadas por brujería, actividad de la que no descarto que doña Elena sea una experta. En todo caso, yo no me acabo de entender qué alegría puede causar el cambiar las estacas con leña verde y grasa untada en las plazas públicas de la edad media por los quirófanos-mataderos de las clínicas abortistas de la edad moderna. En definitiva tanto en unas como en otras se ejecuta a seres humanos.

Ya dijo don Quijote aquello de “ladran Sancho, luego cabalgamos". Los ladridos contra el bebé-Aído se van a convertir en aullidos de lobos hambrientos. El socialismo gobernante sabe ya que la batalla social por el aborto en la que se embarcó hace unos meses no está saliendo como tenían pensado. Dudo que haya un solo español pro-vida que haya dejado de serlo con el nuevo proyecto de ley que quiere facilitar aun más el asesinato legal en las clínicas abortivas e incluso en los hospitales públicos. Muy al contrario, es bastante probable que algunos españoles que antes eran favorables o indiferentes al aborto, se hayan dado cuenta ya de que matar a seres humanos, por muy pequeñitos que sean, es una barbaridad.

Cuantas más campañas pro-vida se hagan, mejor. No estamos ante la guerra de los seis días sino probablemente ante la de los cien años. Ojalá cuando se cumpla el primer siglo de las legislaciones pro-abortistas hayamos conseguido entrar en el siglo de las legislaciones pro-vida. Entonces será la Historia quien juzgue a la civilización abortera en la que vivimos. Pero en esas páginas que habrán de ser escritas una vez que todos nosotros estemos criando malvas, necesariamente ha de figurar en negritas y subrayado la lucha en favor de los no nacidos que muchos estamos llevando a cabo.

Luis Fernando Pérez Bustamante