Bautizo en Kosovo
Hoy ha sido un día especialmente duro para mí por diversas circunstancias. Pero en medio de la prueba, el Señor me ha dado un regalo impresionante. Conocer y hablar con un sacerdote que está lleno del celo de Dios en su corazón. Además de sacerdote es guardia civil, destinado en la actualidad en Kosovo. Él es el autor de esta crónica, que se puede leer igualmente en la web del arzobispado castrense:
“Un etíope, Ministro del Tesoro y alto funcionario de Candace, la Reina de Etiopía, había ido en peregrinación a Jerusalén y se volvía, sentado en su carruaje, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu Santo dijo a Felipe: «Acércate y camina junto a su carro».
Felipe se acercó y, al oír que leía al profeta Isaías, le preguntó: «¿Comprendes lo que estás leyendo?». El respondió: «¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?». Entonces le pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él.
El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: “Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero que no se queja ante el que lo esquila, así él no abrió la boca. En su humillación, le fue negada la justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia, ya que su vida es arrancada de la tierra?.”
El etíope preguntó a Felipe: «Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?».Entonces Felipe tomó la palabra y, comenzando por este texto de la Escritura, le anunció la Buena Noticia de Jesús.
Siguiendo su camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: «Aquí hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?». Felipe dijo: «Si crees de todo corazón, es posible». «Creo, afirmó, que Jesucristo es el Hijo de Dios».
Y ordenó que detuvieran el carro; ambos descendieron hasta el agua, y Felipe lo bautizó” (Hech 8,27-38).
Pues bien, dos mil años después me ha ocurrido lo mismo que a Felipe. Al llegar a la fase de concentración, antes de partir a Kosovo con la Agrupación “Valencia”, KSPFOR XXII, un joven sevillano de veintiséis años, el cabo Sergio Sosa Lora, me preguntó dónde estaba Dios, contándome en la conversación subsiguiente que por avatares de la vida estaba sin bautizar, aunque durante años había deseado recibir el sacramento.
Destinado ya en Zona de Operaciones en el Destacamento de Osojane, los miércoles y domingos teníamos la catequesis que durante la semana le era impartida por la teniente de su sección, Consuelo Delage.
Sergio se emocionaba al descubrir al Señor. En la Santa Misa su amplia sonrisa expresaba el gozo, pero en el momento de la comunión, como un niño que se ha quedado sin regalo, miraba con admiración a sus compañeros y se ponía triste.
No podía esperar a Pascua; “¿hay algún impedimento para que me bautice, Páter?; si usted quiere espero, pero ¿podría bautizarme esta semana?.” Al igual que hace dos mil años hiciera Felipe con el Ministro etíope, le dije: “Si crees con todas tus fuerzas que Jesucristo es Dios, es posible”. Sergio me contestó: “Siempre lo he creído y he tenido fe, pero retrasaron mi bautismo y luego nadie me ayudó…”
El 24 de febrero, día de su santo, antes de comenzar la Cuaresma, en la Capilla de Base España, de Istock, Kosovo, junto con sus mandos, un grupo de compañeros y sus padrinos (la teniente Consuelo Delage y el cabo Daniel Naranjo) Dios realizó su obra, y después del Bautismo, Sergio recibió la Primera Comunión.
Su alegría es la mejor manifestación de que el Espíritu Santo sigue trabajando dentro de él.
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Vaya desde aquí mi enhorabuena a Sergio. Como dice la Escritura: “quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús” (Fil 1,6). Así sea contigo.