A mis hermanos y hermanas misioneros: ¡¡¡ GRACIAS !!!
Sí, gracias por ser las manos y los brazos de Cristo allá donde nadie quiere ir.
Gracias por llevar el Evangelio donde no ha sido predicado. Gracias por limpiar las llagas de los heridos, por alimentar a los desnutridos, por enseñar a los que de otra forma nunca habrían salido del analfabetismo.
Gracias por ser lo mejor de la Iglesia, la cual nunca sería verdadera Iglesia de Cristo sin vosotros.
Gracias por seguir los pasos de los santos que os precedieron en el camino y os marcaron la senda a seguir.
Gracias por vuestra sangre derramada martirialmente en muchas ocasiones para dar testimonio al mundo del poder redentor de aquella otra sangre derramada en la cruz del Calvario.
Gracias por vuestro valor al ser los últimos en salir de zonas de conflicto porque vuestra fidelidad se debe primeramente a aquellos a quienes servís.
Gracias por ser la voz que sabe denunciar las injusticias que nunca saldrán por televisión.
Gracias por administrar mejor que nadie las limosnas que os llegan desde Occidente, demasiado exiguas para las muchas riquezas que poseemos.
Gracias porque vuestras buenas obras hacen que el tesoro de méritos de la Iglesia esté rebosante a más no poder.
Y sobre todo, gracias a Dios por cada una de vuestas vidas. Sois un regalo del Señor a su Iglesia y, sobre todo, al mundo.
El Dios que os tiene reservada una corona de oro en el cielo os bendiga, os guarde de todo mal y prospere vuestra obra en esta tierra.
Luis Fernando Pérez Bustamante.