13.05.17

Y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna

Primera lectura del sábado de la cuarta semana de Pascua:

El sábado siguiente se congregó casi toda la ciudad para oír la palabra del Señor. Cuando los judíos vieron la muchedumbre se llenaron de envidia y contradecían con injurias las afirmaciones de Pablo.
Entonces Pablo y Bernabé dijeron con valentía: -Era necesario anunciaros en primer lugar a vosotros la palabra de Dios, pero ya que la rechazáis y os juzgáis indignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles. Pues así nos lo mandó el Señor: “Te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta los confines de la tierra". 
Al oír esto los gentiles se alegraban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna. Y la palabra del Señor se propagaba por toda la región. 
Pero los judíos incitaron a mujeres piadosas y distinguidas y a los principales de la ciudad, promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. Éstos se sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se dirigieron a Iconio. Los discípulos quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.

Hech 13,44-52

Ante una misma predicación, los elegidos por el Señor para la vida eterna se convierten y los impíos se llena de ira y la rechazan. 

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12.05.17

De nuevo vendré y os llevaré junto a mí

Evangelio del viernes de la cuarta semana de Pascua:

Jesús dijo a sus discípulos: No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. De lo contrario, ¿os hubiera dicho que voy a prepararos un lugar? Cuando me haya marchado y os haya preparado un lugar, de nuevo vendré y os llevaré junto a mí, para que, donde yo estoy, estéis también vosotros.Y a donde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dijo: -Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podremos saber el camino?
-Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida -le respondió Jesús-; nadie va al Padre si no es a través de mí. 
Jn 14,1-6

No hay atajos. No hay doble o triple vía. Al Padre se va por Cristo y por nadie más. 

El Señor lleva veinte siglos preparando la morada en la que los redimidos estarán junto a Él por toda la eternidad. ¿Qué no habrá preparado el Creador de cielos y tierra en dos milenios? Como dice San Pablo:

Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.
1ª Cor 2,9

Señor, ven pronto.

Luis Fernando

11.05.17

El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí

Evangelio del jueves de la cuarta semana de Pascua:

En verdad, en verdad os digo: “el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado". Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. En verdad, en verdad os digo: El que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado“.
Jn 13-16-20

Cristo, camino hacia el Padre porque el Padre le envía, convierte en camino a quienes Él envía. De manera que quien recibe a los enviados por Cristo, le recibe a Él y al Padre.

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10.05.17

Yo soy la luz que ha venido al mundo

Evangelio del miércoles de la cuarta semana de Pascua

Jesús clamó y dijo: -El que cree en mí, no cree en mí, sino en Aquel que me ha enviado; y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que cree en mí no permanezca en tinieblas. Y si alguien escucha mis palabras y no las guarda, yo no le juzgo, porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. Quien me desprecia y no recibe mis palabras tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ésa le juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por mí mismo, sino que el Padre que me envió, Él me ha ordenado lo que tengo que decir y hablar. Y sé que su mandato es vida eterna; por tanto, lo que yo hablo, según me lo ha dicho el Padre, así lo hablo.
Jn 12,44-50

Leemos en el Catecismo (art. 245) que la Iglesia reconoce al Padre como “la fuente y el origen de toda la divinidad” (Concilio de Toledo VI, año 638: DS 490). Del Padre proceden las otras dos personas de la Trinidad. Es por ello que el Hijo habla por Él y en Él. Cristo afirma lo mismo del Espíritu Santo: 

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9.05.17

Nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre

Evangelio del martes de la cuarta semana de Cuaresma:

Se celebraba entonces en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno»
Jn 10,22-30

Es de mucha tranquilidad para los fieles cristianos saber que Cristo mismo custodia nuestras almas. Él es absolutamente tajante: nada ni nadie puede arrebatarnos. Somos de su propiedad. De hecho, esa es la voluntad del Padre:

Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Juan 6,39

Y es lo que enseña el apóstol San Pablo:

Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Rom 8,38-39

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