¿Por qué no convertir en oficial un cisma que ya existe de facto?
Boff ha vuelto a escribir uno de sus artículos de desprecio y desdén hacia el Papa y la fe católica. Le parece mal que Roma intente volver al seno de la comunión católica a los tradicionalistas a la vez que, según sus palabras, "ha tratado a los grupos progresistas y a los teólogos de la liberación a bastonazos". Ante eso cabe preguntarse a cuántos de esos grupos progresistas y teólogos de la liberación se ha excomulgado. Es que a Lefebvre sí se le excomulgó. A Boff no. A Küng tampoco. A Tamayo el arriano tampoco. A toda la lista de teólogos que se puede añadir a estos tres, tampoco. Todos siguen, en una farsa ficticia dicho sea de paso, en comunión con la Iglesia.
A Boff le sienta mal que la Iglesia pretenda ser lo que es. Le pone enfermo la sola idea de que la Iglesia Católica pretenda ser aquella en quien subsiste plenamente la Iglesia de Cristo. Le molesta que la Iglesia niegue la sucesión apostólica en las comunidades eclesiales protestantes, cuando resulta que la inmensa mayoría de estas niegan esa doctrina. Ante lo cual lo lógico es preguntar: ¿qué sentido tiene llamar iglesias según el concepto de Iglesia que tenemos en la fe católica a quienes tienen un concepto de iglesia diferente al nuestro?. Respecto a los ortodoxos, ¿acaso no son iglesias particulares con un componente étnico muy acusado? ¿podría decirnos Boff quién tiene autoridad para convocar un concilio ecuménico entre ellos? Porque el patriarca de Constantinopla no puede hacerlo. Y ya no tienen Emperador que les convoque concilios.