Sospecho que por razones técnicas se ha producido una pérdida de los últimos posts en los blogs de RD. Copio el que escribí ayer sobre la situación en la comunión eclesial anglicana.
La papeleta de Rowan Williams
Rowan Williams, arzobispo de Canterbury, primado de la comunión eclesial anglicana y druida en sus ratos libres, tiene un serio problema: el juguete que se inventó un rey adúltero se le rompe entre sus manos. La iglesia que nació en la cama de Enrique VIII está pasando por los momentos más difíciles de su azarosa historia. Todo empezó cuando se decidió ordenar a mujeres, rompiendo con esa Tradición milenaria de la que los anglicanos prentendían ser testigos ocupando una "vía media" entre el protestantismo por un lado y la Iglesia católica y las iglesias ortodoxas por otro. El sector liberal del anglicanismo tenía, y tiene, la sartén por el mango y consiguieron llevar a cabo lo que desde hacía más de un siglo llevaban soñando. Pero claro, tanto el sector anglocatólico como el evangélico no estaban, ni están, por la labor de que conviertan la comunión anglicana en algo que nunca ha sido ni se supone que puede ser.
Tras la ordenación de mujeres muchos anglocatólicos salieron en dirección a Roma o Bizancio. Entre ellos, bastantes sacerdotes y algún prelado de importancia, como fue el caso del obispo anglicano de Londres. No pocos anglicanos evangélicos, o sea de tendencia protestantizante, se removieron incómodos pero entre ellos apenas se produjo éxodo alguno. Pero precisamente son estos los que pueden hacer estallar en mil pedazos la comunión anglicana. El motivo es la aprobación de la moralidad de las relaciones homosexuales y la ordenación de ministros que son homosexuales activos. Por ahí los anglicanos protestantes conservadores no pasan. Y claro, aunque en Gran Bretaña y EEUU ellos son minoritatios, en África son mayoría aplastante. Y es África el vivero mayor de anglicanos en todo el mundo. En Gran Bretaña hay hoy más musulmanes que anglicanos practicantes y en EEUU la comunión anglicana está entre las que ven reducidos sus miembros a un ritmo constante y parece que imparable.
En medio de toda esa realidad, acaba de darse a conocer que Rowan Willimas pensaba oficiar, el próximo mes de noviembre, un servicio religioso en Londres, que en principio debía ser secreto, para sacerdotes homosexuales y sus parejas. En dicho acto tenía previsto leer una homilía titulada "Realidad actual y posibilidades futuras para lesbianas y homosexuales en el seno de la Iglesia". Pero claro, era impensable que algo así pudiera ocultarse por mucho tiempo. Y en cuanto se ha sabido, al temeroso de Rowan le han llovido galletas de todas partes. Por un lado, los conservadores han puesto el grito en el cielo. Por el otro, los liberales favorables a la ordenación de homosexuales le acusan de no dar la cara y querer ir en plan secretista. Los cada vez menos anglocatólicos que quedan en esa comunión seguramente estarán pensando porqué no se fueron antes o cuándo es ahora el mejor momento para dejar ese barco que se hunde.
Rowan es consciente de que no es posible mantener en una misma comunión eclesial a unos y otros. Sabe que ninguna de las partes va a ceder. Los liberales no permitirán que se den pasos hacia la situación anterior y los evangélicos jamás aceptarán que se su iglesia se pase por el forro lo que para ellos es una clara y contundente condena de la Escritura a la práctica homosexual. Por tanto el primado anglicano, antes o después, deberá tomar una decisión. O con unos, o con otros. Mi sensación es que a él le gustaría ceder antes los liberales pero sabe que eso supondría la separación inmediata de todo el anglicanismo evangélico, que pasaría a ser una denominación protestante más. Y no estaríamos ante un cisma como el metodista, sino ante uno mucho más profundo. Además, Rowan no es tonto y sabe que precisamente ese sector del anglicanismo es el más activo, el más misionero, el que tiene más miembros que de verdad pueden ser considerados como practicantes. Pero no es menos cierto que si se pone de parte de los que quieren cerrar la puerta a la ordenación de homosexuales, se le va a echar encima la mayor parte de la comunión anglicana en Norteamérica y todo el partido anglo-liberal británico.
No sé hasta qué punto jugará algo la cuestión ecuménica en todo este conflicto interno. Rowan sabe que tanto Roma como las iglesias ortodoxas están pendientes de cómo se soluciona todo. Acá apenas se sabe que los ortodoxos han mantenido unas relaciones óptimas con los anglicanos en el último siglo y medio. La ordenación de mujeres fue un jarro de agua fría tremendo. Y si finalmente se aprueba la ordenación de homosexuales, se puede afirmar con total certeza que las iglesias ortodoxas van a desandar lo poco o mucho de camino ecuménico que hayan transitado con los anglicanos. Respecto a Roma, no sé si se producirá algún movimiento que vaya más allá de alguna declaración del Papa o del responsable de ecumenismo en la curia.
En definitiva, podemos estar asistiendo a la disolución de una comunidad eclesial que nunca debió de separase de la Iglesia de Cristo o que, de hacerlo, debería haber corrido la misma suerte que el resto de denominaciones protestantes. Nadie olvide que a día de hoy, la cabeza nominal de la comunión anglicana sigue siendo la monarquía británica. Nada tan absurdo, nada tan prescindible. Si desaparece dicha comunión eclesial, no seré yo quien la llore.
Luis Fernando Pérez Bustamante.