Las Olimpiadas arrodilladas ante la dictadura china
El País nos cuenta la conversación que el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, mantuvo ayer con un grupo de nuestros deportistas participantes en las próximas olimpiadas. El tal Blanco pudo decirlo más alto pero no más claro:
“Hemos preguntado a Jacques Rogge -presidente del Comité Olímpico Internacional- y nos ha contestado que la Carta Olímpica se cumplirá taxativamente; no se pueden hacer declaraciones de contenido político en la zona olímpica: ni en la Villa ni en las instalaciones. No se puede escribir en medios de comunicación. La consecuencia es la retirada de la acreditación y a casa. Ya somos todos mayores. Es el momento del deporte y de los deportistas. El de la política será otro. Os lo tenía que decir". Y vaya si se lo dijo. En Sidney 2000 o Atenas 2004 no hubo necesidad de recordar el punto 3 de la Norma 50: “No se permitirá ningún tipo de manifestación ni propaganda política, religiosa o racial en ningún emplazamiento, instalación u otro lugar que se considere parte de los emplazamientos olímpicos".
Bien, ahora resulta que reclamar los derechos humanos es una cuestión política. Yo pensaba que era una cuestión muy por encima de cualquier tipo de condicionante político, ya que los derechos de los hombres existen antes de que esos hombres sean políticos, se dediquen a la política o pasen absolutamente de cualquier movida política. Se entiende que un deportista no suba al cajón para recibir la medalla con un cartelito pidiendo el voto a Obama o McCain, a Zapatero o Rajoy, etc. Pero no estamos hablando de eso, no.