2.10.08

Sobre este blog

Después de haberlo pensado detenidamente, he tomado la decisión de moderar definitivamente todos los comentarios en todos los posts de “Cor ad cor loquitur", al menos hasta que no se pueda disponer un medio para que sea necesario registrarse previamente para poder participar, lo cual implicaría que todos los comentaristas tendrían su propio nick con un email validado. Mañana veré si puede habilitarse tal posibilidad. De no ser posible, puede que cierre completamente la opción de comentarios.

De momento, y aparte de las normas generales para todos los blogs de ReL, en Cor ad cor loquitur no se publicarán:

- Los comentarios que se salgan del tema del post, salvo que sea para peticiones de oración. Quien quiera preguntar o comentarme algo que no tenga que ver con la temática del artículo, puede mandarme un email a la dirección de contacto que tenemos en la portada de Religión en Libertad.

- Los comentarios en los que haya la más mínima alusión personal hacia otros comentaristas o hacia mí mismo. Y cuando digo mínima, es mínima. Para peleas personales están los chats y algunos foros. Este blog, no. Absténganse también aquellos que no tienen otra cosa mejor que hacer que elucubrar sobre mis conocimientos -o ausencia de ellos-, mi preparación, mi pasado en otras religiones, etc, etc.

- Los comentarios de queja, protesta, pataleo, etc, tanto sobre lo que dicen otros comentaristas como sobre mi forma de moderar el blog.

Luis Fernando Pérez

Los profetas políticamente correctos

Leer el libro del profeta Jeremías es una experiencia dura a la vez que gratificante. Vemos en él a un hombre atormentado por la responsabilidad que recae sobre sus hombros, por ser consciente de que le toca anunciar a un pueblo rebelde el castigo de Dios, cosa que no le hace ser especialmente querido por sus coetáneos.

Vemos que junto a él había en Jerusalén otro tipo de profetas, que sin duda tenía mejor fama y mejor imagen mediática. Tenemos una descripción de ellos en el capítulo 23:

Jer 23,14-16
Mas en los profetas de Jerusalén he observado una monstruosidad: fornicar y proceder con falsía, dándose la mano con los malhechores, sin volverse cada cual de su malicia. Se me han vuelto todos ellos cual Sodoma, y los habitantes de la ciudad, cual Gomorra. Por tanto, así dice Yahveh Sebaot tocante a los profetas: He aquí que les voy a dar de comer ajenjo y les voy a dar de beber agua emponzoñada. Porque a partir de los profetas de Jerusalén se ha propagado la impiedad por toda la tierra. Así dice Yahveh Sebaot: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Os están embaucando. Os cuentan sus propias fantasías, no cosa de boca de Yahveh.

No pensemos que la fornicación de la que habla el texto bíblico es sólo de tipo sexual. La fornicación espiritual es igualmente una enfermedad mortal para el alma del pueblo de Dios. Y cuando buena parte del pueblo está corrompido, tiende a escuchar al que podríamos denominar como “profeta políticamente correcto:

Jer 23,17-21
Dicen a los que me desprecian: “Yahveh dice: ¡Paz tendréis!» y a todo el que camina en terquedad de corazón: «No os sucederá nada malo.” Porque ¿quién asistió al consejo de Yahveh y vio y oyó su palabra?, ¿quién escuchó su palabra y la ha oído? Mirad que una tormenta de Yahveh, su ira, ha estallado, un torbellino remolinea, sobre la cabeza de los malos descarga. No ha de apaciguarse la ira de Yahveh hasta que la ejecute, y realice los designios de su corazón. En días futuros os percataréis de ello. Yo no envié a esos profetas, y ellos corrieron. No les hablé, y ellos profetizaron.

A los profetas pacifistas se les llena la boca de paz, tolerancia, talante, buen rollito, contemporizaciones con el mal, diplomacia, etc, etc, etc.

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1.10.08

Si vas a ser sacerdote, piensa bien dónde te vas a formar

La vocación sacerdotal es siempre una gracia de Dios, un don que el Señor da a unos pocos, una semilla que de ser abonada y regada generosamente produce como fruto una vida de servicio completo a Cristo y su Iglesia. Se puede servir a Dios de muchas maneras sin ser sacerdote, pero pocas implican tanto compromiso personal, tanta renuncia y tanto sacrificio.

Pero precisamente porque el sacerdocio es algo muy serio, es imprescindible que el joven -o no tan joven- que se quiere preparar para serlo, debe de tener muy en cuenta a qué seminario ha de ir. Lo normal es que vaya al seminario de la diócesis donde reside y donde va a prestar su servicio una vez ordenado. Pero más importante que el lugar “geográfico” del seminario lo es el lugar “espiritual” del mismo. Y algunos seminarios son más un destroza-vocaciones, una fábrica de malos sacerdotes, que una herramienta de formación de buenos curas.

El problema es grave. Si ya es difícil que un joven de hoy decida comprometerse con Cristo de por vida a través del sacerdocio, más difícil debe ser que sepa discernir si tal o cual seminario es adecuado para su formación. Eso debería de corresponder a los obispos, que son los responsables máximos de la calidad de sus seminarios. Pero no nos engañemos, hay seminarios buenos, regulares y horrorosos. Otros bloggers católicos han escrito al respecto en los últimos días. Seminarios con malos profesores, de doctrina nada ortodoxa; seminarios donde se permite y consiente la práctica de la homosexualidad -aunque debe confirmarse el dato-, en contra de las indicaciones del Vaticano.

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30.09.08

Por exigencias del guión

Cuando ese fenómeno conocido como el “destape” llegó al cine español hace cosa de tres décadas, el país entero pudo asistir al espectáculo de cómo un buen número de actrices, que hasta entonces no habían enseñado más allá de las rodillas, salían en multitud de películas enseñando sus pechos o sus cuerpos totalmente desnudos. La revista Interviú se hizo famosa por los top less de todo tipo de famosas, folclóricas incluidas.

Lo más peculiar era la excusa que daban muchas de esas actrices para justificar su exhibición ante los ojos ajenos: es por exigencias del guión. O sea, pobrecitas ellas, no les quedaba más remedio que salir en bolas porque “el guión lo exige". Y si el guión pedía que una señora saliera del baño sin ponerse bata para coger el teléfono, pues hete ahí a la otrora trabajadora en españoladas franquistas haciendo de nudista en las españoladas post-franquistas. O se desnudaban o no trabajaban. La elección para algunas no debió ser fácil.

Menos fácil fue para los cristianos de mediados del siglo III el tener que cumplir un edicto general del emperador Decio. No hemos conservado el texto original pero sabemos que en el mismo se “invitaba” a todos los ciudadanos del Imperio a tomar parte en un sacrificio general a los dioses paganos. Se trataba de un acto de adhesión al culto pagano, participando en una comida sagrada, libación o sacrificio, incluso reducido a su más simple expresión, como la ofrenda de algunos granos de incienso a la estatua del emperador, demostrando con ello el reconocimiento de la divinidad imperial, convertida en la síntesis de la religión oficial de Roma. A los que cumplían el edicto se les daba una especie de certificado, que deberían presentar ante la autoridad siempre que fueran requeridos para mostrarlo. Quien no aceptara gustoso la invitación, sería encarcelado, torturado y finalmente ejecutado.

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29.09.08

Destinados a la orfandad política y social

Va a ser que no. Poco después de las elecciones generales se me dijo que cabía la posibilidad de que la dirección de la Iglesia en España -básicamente, dos cardenales- diera su visto bueno al impulso de una nueva opción política que defendiera de forma clara y rotunda los valores cristianos, en especial en la cuestión de la dignidad de la vida humana y la familia. Por supuesto, no sería la propia jerarquía de la Iglesia quien crearía dicho partido, pues no es ese su papel, pero sí que lo vería con buenos ojos y lo apoyaría siquiera indirectamente.

Pues nada de nada. Los que mandan en Añastro arrugan el entrecejo ante la tibieza del PP en cuestiones como el aborto y la EpC, pero no quieren líos. En uno de los cardenales esa actitud era previsible. Al menos para mí. Se diga lo que se diga, él representa la continuidad del taranconianismo, propio de la iglesia española desde la Transición hasta ahora. O sea, nihil novum sub sole. En el otro parece que cuentan más las relaciones de amistad personal con los políticos que el valor de apoyar algo que sirva para cambiar el panorama político de este país. El tiempo que se tarda en convencerle de que algo hay que hacer, se ve contrarrestado inmediatamente por el que tardan en convencerle de que no hay que hacer nada.

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