18.10.08

Más sobre el desplome de vocaciones en la diócesis de San Sebastián

En mi análisis de las declaraciones de monseñor Uriarte sobre el descenso de las vocaciones en su diócesis, ayer me centré en aquello que el obispo -en un gesto que, aunque tardío, habla bien de él- había señalado como causas del desastre. No cabe duda de que cuando una generación entera se entrega a la idolatría, sea esta del tipo que sea, es complicado sacar de ella un remanente de jóvenes que sientan el llamado de Dios. Ahora bien, mucho me temo que el componente nacionalista no es el único que puede explicar lo que está ocurriendo.

Me explico. La Iglesia ha sobrevivido siempre a todo tipo de papas, obispos, sacerdotes y religiosos entregados al nepotismo, la simonía y, como decía uno de mis tíos-abuelos, “la caza, el vino y las mujeres". No es que esos escándalos no afectaran a la imagen y credibilidad de la Iglesia. Negar tal cosa es tapar el sol con un dedo. De hecho, recientemente hemos comprobado el grave daño causado por los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes. Ahora bien, la doctrina de la Iglesia siempre se ha mantenido igual en lo fundamental. Es decir, ni el peor de los papas, ni el más golfo de los obispos, osó nunca llamar bien a lo que era mal. Al pecado siempre se le llamó pecado, por mucho que parte de los pastores y de los fieles vivieran en el mismo.

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17.10.08

Estrenamos chat

Como habréis podido comprobar al entrar en la página principal de Religión en Libertad, hemos habilitado un chat para nuestros lectores. Aparte de que puede ser un buen instrumento para que la gente comente las noticias, artículos de opinión y posts de nuestros bloggers, nuestra idea es organizar de vez en cuando eventos de chat con los que formamos parte de este proyecto. Así los lectores de los blogs podrán charlar en directo con los bloggers. Por ejemplo, yo mismo estaré hoy en el chat a partir de las 22:30h, hora peninsular.

El software del chat es más bien limitado, pero si la cosa chuta, implementaremos algo más profesional para poder hacer las cosas como Dios manda.

Pues eso, nos vemos luego si queréis,

Luis Fernando

¿Y bien, monseñor Uriarte? ¿ahora qué?

En la diócesis “pastoreada” -es un decir- por monseñor Setién, el emérito que más manda de los eméritos españoles, y monseñor Uriarte, se ha logrado el hito de pasar de unos 450 seminaristas hace medio siglo a la impresionante cifra de cero patatero en este año. En Bilbao y Vitoria, con tres y un seminarista respectivamente, no están mucho mejor. En otras palabras, la iglesia en el País Vasco se muere, pues como bien dijo san Ignacio de Antioquía, de quien hoy recordamos y celebramos su martirio, “todos respeten a los diáconos como a Jesucristo, tal como deben respetar al obispo como tipo que es del Padre y a los presbíteros como concilio de Dios y como colegio de los apóstoles. Aparte de ellos no hay ni aun el nombre de iglesia” (Ep. a los Trallianos,III). Es cuestión de tiempo que las diócesis vascos se queden sin curas “nativos". Por supuesto, la Iglesia se las arreglará para enviar sacerdotes procedentes de otros lugares, mayormente de Hispanoamérica, pero eso no deja de ser un intento de tapar con un dedo eclesial el sol negro del catolicismo vasco.

Dice el todavía obispo de San Sebastián que la causa de ese dramático desplome de las vocaciones sacerdotales está en la radicalización política y nacionalista de la juventud vasca. Esa juventud “ha transferido a los valores patrios la devoción absoluta que sólo Dios merece". Oiga, don Juan María, ha dado usted en el centro de la diana. El problema está en el nacionalismo, que cuando se manifiesta de forma descontrolada, es idolatría pura y dura, incompatible con la condición cristiana. Cuando el espíritu pre-nazi y racista de Sabino Arana sustituyó al Espíritu Santo como referencia de su pueblo, el destino del catolicismo vasco quedó sellado. Hoy recogen lo que han sembrado. No debemos de extrañarnos por ello. La sociedad vasca, salvo una minoría cada vez más pequeña, está enferma. Pero las iglesias locales de allá son en buena parte responsables de lo ocurrido.

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16.10.08

El cardenal arzobispo de Madrid tiene razón

Mucho me he quejado en este blog de lo que han hecho o dejado de hacer, más bien esto último, nuestros pastores en las últimas décadas. El documento sobre el secularismo interno de la Iglesia que publicaron hace unos años, obra póstuma de monseñor Romero Pose, era un análisis acertadísimo de una situación por parte de aquellos que, curiosamente, tenían y tienen el deber de evitar. Quien tiene responsabilidad de gobernar la Iglesia no puede conformarse con señalar los errores y luego quedarse cruzado de brazos. Pero no voy a hurgar más en esa herida.

El caso es que en la intervención del cardenal Rouco ante el Sínodo de los obispos que se está celebrando en Roma, podemos apreciar una de las claves del drama que está sufriendo el catolicismo en España. El arzobispo de Madrid pide que sean los laicos quienes lideren el enfrentamiento contra la laicismo radical que puede llevar a nuestra sociedad a engendrar un totalitarismo que no tendrá nada que envidiar al nazismo y el comunismo del siglo XX.

Como muy bien dice el padre Guillermo en su último post, “…un cristiano puede militar en un partido político, puede desempeñar la judicatura, puede ser ministro de un Gobierno. En todas esas tareas se espera de él que sea coherente con los principios y exigencias que se derivan del Evangelio, pero la actuación que lleve a cabo es responsabilidad personal suya, no de la Iglesia en cuanto tal“. Pero no es papel de obispos y sacerdotes el realizar todas esas tareas. Somos los laicos los responsables de actuar de levadura que leuda positivamente la masa de la sociedad en la que vivimos. Por tanto, el fracaso y/o hundimiento del cristianismo en nuestro país y la degeneración de los valores éticos y morales preponderantes en la sociedad española es, sobre todo, el fracaso del laicado católico que forma parte de la Iglesia en España.

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15.10.08

Oportunísima intervención de Benedicto XVI en el Sínodo

Ayer se produjo una intervención no prevista del Papa en el Sínodo sobre la Palabra de Dios, que está teniendo lugar en Roma. No pudo ser más oportuna. El nivel de la exégesis católica, se diga lo que se diga, ha descendido notablemente en los últimos tiempos. El consabido método histórico-crítico, hacia el que como todos mis lectores saben no guardo una especial simpatía, puede y debe ayudar si se es consciente de sus límites y, sobre todo, si se asume que contiene riesgos no pequeños.

Dijo el Papa que “…hemos escuchado todo el bien posible que puede derivar de la exégesis con este método, pero debemos considerar también sus riesgos. El método histórico-crítico ayuda a comprender que el texto sagrado no es mitología, sino verdadera historia, ayuda a captar la unidad profunda de toda la Escritura“. Que el Papa diga que ese método ayuda a comprender que el texto sagrado es verdadera historia no deja de ser, en el fondo, una crítica contundente contra gran parte de los que lo usan precisamente para destripar y anular la historicidad del susodicho texto sagrado. El Santo Padre no habla de la historicidad de parte de la Escritura, sino de toda ella. ¿Dónde quedan pues, los que niegan la historicidad de los evangelios de la infancia? ¿dónde los que nos dicen, como aseguró hace poco en este blog un sacerdote, que Moisés no existió? ¿dónde los que ponen en duda, por sistema, todo hecho histórico descrito en la Biblia que no encaja con su racionalismo modernista, el cual no deja lugar a hechos milagrosos o políticamente incorrectos para nuestro tiempo?

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