23.06.09

El avance del protestantismo evangélico en Guatemala no es la excepción

Cuando yo dejé de ser protestante evangélico hace 10 años -abril/mayo del 1999-, Guatemala contaba ya con un 40% de evangélicos. Era por tanto el país hispanoamericano donde más había retrocedido el catolicismo en favor del protestantismo. Un protestantismo, dicho sea de paso, que seguía el modelo del evangelicalismo de Estados Unidos, que es el que más nervio misionero tiene dentro del protestantismo mundial. Por tanto, no me he llevado ninguna sorpresa ante el reciente informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada en el que se nos cuenta que el país centroamericano es ya mitad católico/mitad evangélico. Es más, estoy convencido de que en otros diez años el país será mayoritariamente protestante.

¿Es Guatemala un oasis en medio de un desierto para el protestantismo evangélico en el continente americano? Por supuesto que no. Más bien es el paradigma de lo que puede ocurrir en otros países de la zona, alguno de los cuales ya cuentan con un porcentaje de evangélicos muy notable. Y todos tienen algo en común: ese porcentaje no para de subir. Y todo lo que sube el protestantismo lo baja el catolicismo, porque hasta que pase al menos una generación los evangélicos sólo pueden crecer a base de “convertir” a católicos.

A la hora de analizar las causas de este fenómeno desde el ámbito de la Iglesia Católica se pueden tomar dos actitudes:
- La victimista, llorona e irresponsable.
- La valiente, veraz y responsable.

¿En qué consiste la primera actitud? Muy fácil. En echarle la culpa a las “sectas proselitistas” que están financiadas por el “imperio yankee” y que arrasan las comunidades católicas comprando la conversión de los fieles a cambio de dinero y promesas de prosperidad. Buena parte del informe de AIN va en esa línea. Como en toda exageración, siempre hay algo de cierto. La teología de la prosperidad está, valga la redundancia, prosperando mucho en el mundo evangélico hispanoamericano, especialmente el de condición pentecostal. La misma se basa en una interpretación peculiar de determinados pasajes bíblicos que llevan al predicador a asegurar a sus oyentes que, si dan dinero para la iglesia, Dios les va a conceder una prosperidad económica y social que ríanse ustedes de los grandes pelotazos financieros. A mí me parece muy sintomático que allá donde la teología de la liberación hizo presa del catolicismo sea donde ahora triunfa esta otra teología blasfema -poner a Dios como una mera máquina de producción de dinero es blasfemo-, pero eso sería motivo para otro post.

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22.06.09

Hay que dar un voto de confianza a Fellay

Desde que Benedicto XVI “osó” levantar la excomunión a los obispos lefebvristas, el espectáculo al que hemos asistido los que queremos el bien mayor para la Iglesia ha sido bastante deprimente. A través de declaraciones más o menos claras, algunos obispos europeos han demostrado que la medida del Papa no les ha gustado. Y da la sensación de que harán todo lo que esté en su mano para que fracase la posibilidad de que se produzca la reintegración de los obispos de la FSSPX a la plena comunión con la Iglesia. Por otra parte, es también evidente que algunos sectores del lefebvrismo se sitúan en posiciones incompatibles con la condición de futuros fieles de la Iglesia Católica. Son los que piensan que Roma se tiene que convertir al lefebvrismo, que ellos identifican como la Tradición con mayúscula. Porque una cosa es que el más alto magisterio de la Iglesia responda a las dudas legítimas que hacen los obispos lefebvristas sobre el Concilio Vaticano II y el magisterio posterior al mismo y otra, muy distinta, que pretendan torcer el brazo de toda la Iglesia hacia sus posturas sobre ambos asuntos.

Desde un primer momento ha quedado claro que no es casual que monseñor Bernard Fellay sea el máximo responsable de su Fraternidad. Se ve que es el más sensato de los cuatro obispos de la FSSPX. Sin apartarse de las líneas maestras del lefebvrismo, su tono conciliador y su prudencia hacen de él la persona ideal para conducir el proceso desde su “bando”. Del resto de obispos lefebvristas, salvo quizás Galarreta, lo mejor que se puede decir es que cuanto menos abran la boca, mejor.

Entre las dificultades que se están presentando figura la futura ordenación sacerdotal en Alemania de varios seminaristas de la Fraternidad. Roma ya ha dicho que las mismas son ilegítimas, pero tanto el tono del comunicado como lo que se sabe del diálogo discreto de miembros de la curia con Fellay está muy lejos de la amenaza de volver a las excomuniones que ha lanzado el obispo de la diócesis alemana donde se van a llevar a cabo las ordenaciones. Y si finalmente Roma envía un observador al acto, estaremos ante un nuevo gesto, ¿y van?, del Papa ante los lefebvristas.

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20.06.09

Monseñor Blázquez, usted sigue manteniendo como párroco en Bilbao a un pro-etarra

En la foto que adjunto a este post aparece un señor con boina depositando una flor ante la foto de otro señor. El que deposita flores, Tasio Erkizia, fue un sacerdote vasco que finalmente se exclaustró para dedicarse a la política desde las filas batasunas. El homenajeado era el etarra Argala. Y el homenaje tuvo lugar en Arrigorriaga, localidad donde ayer fue quemado vivo un policía nacional.

Eso demuestra que el “problema vasco” tiene muy mal arreglo. Una parte importante de la sociedad vasca ve el atentado de ayer como un acto de justicia que ayuda a lograr la independencia de una nación oprimida por dos estados. Y ese sector de la sociedad vasca cuenta con el apoyo, explícito o implícito, de parte de la Iglesia Católica en el País Vasco. El día 5 de este mes InfoCatólica se hacía eco de las declaraciones de un párroco de Bilbao en las que afirmaba que cuantos más militantes tuviera ETA, mejor. Al día siguiente escribí un artículo en el que hacía las siguientes preguntas al obispo de Bilbao, monseñor Blázquez:

¿puede usted seguir siendo obispo sin apartar inmediatamente del sacerdocio a un personaje tan miserable? ¿no va usted a hacer nada? ¿quizás se conforme con una reprensión privada? ¿tiene usted la valentía y el coraje suficientes para enfrentarse al brazo eclesial de ETA? Si no es el caso, ¿qué hace usted de obispo de Bilbao? Mejor dicho, ¿qué hace usted de obispo?

A esas preguntas, añadí otras:

Póngase por un momento en la piel de una viuda o un huérfano de un asesinado por Eta. Es posible que entre los parroquianos de san Francisquito haya algunos. ¿Tiene idea de qué les debe recorrer por el cuerpo al ver a un sacerdote de la Iglesia Católica afirmando tal cosa? ¿No se imagina lo que deben de pensar si su obispo, o sea usted, no hace NADA ante esas declaraciones? ¿Usted cree que esas personas pueden acercarse a tomar la comunión de las manos de un hijo de Satanás cuyas manos están, al menos espiritualmente, manchadas de la sangre de inocentes? ¿pueden el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo ser alzados por quien se mofa del dolor de las viudas y huérfanos de los asesinados por ETA? ¿A qué espera para echar a patadas del sacerdocio a ese pro-etarra?

Pues bien, hoy don Ricardo tiene más fácil el ponerse en la piel de una viuda y unos huérfanos de un asesinado por ETA. El cuerpo calcinado de la última víctima está siendo velado por sus familiares. El obispo de Bilbao dijo ayer que les visitaría para darles el consuelo de la Iglesia. Supongo que la esposa y los hijos de Eduardo Puelles no están pensando en estos momentos en lo que dijo el párroco de la parroquia de San Francisco de Paula en Bilbao y no le echarán en cara a don Ricardo que no haya movido un dedo para que ese señor deje de ser no ya párroco, sino incluso sacerdote. Pero yo sí estoy para pensar en ese “detalle” y para volver a decirle a monseñor Blázquez que, sin dudar por un momento de la sinceridad de su condena a ETA y de sus buenas intenciones, “…no me basta con sus buenas palabras. No me basta con que pida perdón por el trato que la Iglesia Católica en el País Vasco ha dado a las víctimas. Pase de las palabras a los hechos. Sea valiente y aparte a esa bazofia del sacerdocio o si no, tenga la decencia de apartarse usted mismo del episcopado“.

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19.06.09

Por mucho que se insista, lo de Queiruga no estaba previsto para esta Permanente

José Manuel Vidal insiste hoy en su portal en el “caso Torres Queiruga". Publica una carta que el secretario de la Comisión para la Doctrina de la Fe, el sacerdote José Rico Pavés, envió el 11 de diciembre pasado a los obispos de dicha comisión. En la misma les enviaba el borrador de la “Notificación sobre algunas obras del Prof, A.Torres Queiruga". Y se les proponía la convocatoria de una reunión de la comisión “con tiempo suficiente para perfilar el borrador y, si prospera, presentarlo a la Comisión Permanente que se reunirá los días 17 y 18 de febrero de 2009″.

Pues bien, eso no hace sino confirmar lo siguiente:

1- Que existe un expediente sobre la obra de Torres Queiruga. Y que está avanzado de tal manera que existe un borrador de nota final.

2- Que todavía no se ha aprobado el texto definitivo de la nota. Ni se aprobó antes de la Permanente de febrero ni se ha aprobado para la última Permanente.

3- Que hasta que la propia comisión no apruebe el texto, es imposible que la Permanente pueda pronunciarse y, por tanto, era incierta la información de que se fuera a producir la condena de Queiruga en estos momentos. En ese sentido, es también falso de toda falsedad que el anuncio de dicha condena por parte de Religión Digital haya parado NADA. Ni se ha parado el debate sobre la nota de Queiruga, en estado de borrador, ni se va a parar la publicación de la misma una vez sea aprobada tanto por “Doctrina de la Fe” como por la permanente.

4- Que si a alguien le quedaba alguna duda sobre la necesidad de publicar esa nota, ya está claro que debe de hacerse, siquiera por preservar la dignidad de los obispos miembros de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe.

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18.06.09

La democracia deja de ser un sistema legítimo si permite el asesinato de inocentes

La Humanidad ha conocido una gran variedad de sistemas políticos a lo largo de su historia. No es necesario enumerarlos todos. España se gobierna actualmente por un sistema democrático que, consideraciones aparte sobre su carácter partitocrático y sobre la deficiente separación real de poderes, no se diferencia gran cosa del resto de democracias occidentales. Por tanto, lo que se diga respecto a la democracia de nuestro país vale para el resto de las naciones que forman parte de ese concepto sociopolítico, y otrora religioso, llamado Occidente.

La doctrina social de la Iglesia admite la legitimidad del régimen democrático e incluso tiene palabras elogiosas hacia el mismo. Así, podemos leer lo siguiente en encíclica la Centesimus annus de Juan Pablo II:

La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica” (Centesimus annus, 46).

Ahora bien, en esa misma encíclica, el recordado antecesor del actual Papa, advertía de lo siguiente:

Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana” (idem).

Aun más, el Papa polaco no dudó en afirmar que “si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia” (idem).

El problema de la democracia española no es la ausencia de valores. El drama es que los valores que se están integrando en el ADN del sistema son los de la cultura de la muerte. Habrá quien me llame fundamentalista por ello y sin duda no soy nada políticamente correcto, pero no puedo dejar de decir que un sistema que llama derecho al asesinato de un ser humano en el seno de su madre tiene, según mi comprensión de la doctrina católica, la misma legitimidad que pueda tener un sistema que permite el asesinato de un ser humano por el hecho de pertenecer a determinada raza o por profesar tal o cual credo.

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