Hay que denunciar cada vez más claramente la ilegitimidad del sistema
Entre las diversas virtudes del cardenal Rouco está la de hacer afirmaciones rotundas, en un tono tal que no parece que sean tan contundentes como realmente son. Por ejemplo, en su reciente intervención en Rímini, en el encuentro de Comunión y Liberación, S.E.R hizo la siguiente pregunta:
¿Tiene el poder político facultad de limitar, condicionar, restringir e incluso negar los derechos fundamentales de la persona humana -el derecho a la vida, a la libertad religiosa, de pensamiento, de conciencia, de expresión y de enseñanza- sin que se quiebre su legitimidad ética?
Pero no dejó la pregunta en el aire. Él mismo dio la respuesta:
La contestación, subyacente a muchas de las corrientes culturales que inspiran e influyen hoy la teoría y la praxis política, es militantemente afirmativa.
Es obvio que en España llevamos mucho tiempo asistiendo a una serie de acontecimientos políticos a los que, si le aplicamos las palabras del cardenal arzobispo de Madrid, nos llevan a la conclusión de que el actual régimen político es ilegítimo desde el punto de vista de la fe católica. El cardenal García-Gasco lo dijo de forma más explícita hace casi dos años en la plaza madrileña de Colón:
“por el camino del aborto, del divorcio exprés y de las ideologías que pretenden manipular la educación de los jóvenes no se llega a ningún destino (…) Así no se respeta la Constitución española de 1978 y nos dirigimos a la disolución de la democracia”