10.09.09

Las monjas del preservativo, el aborto y el sacerdocio femenino

La Primera de Televisión Española emitió días atrás un reportaje titulado “Mujeres de Dios” en el que se puede ver a una serie de monjas defendiendo, entre ataques a la jerarquía de la Iglesia, una serie de típicos-tópicos del progresismo eclesial. Las “hermanas” se muestran favorables al uso del preservativo, a una nueva “visión” sobre el aborto que parta del derecho a decidir de la madre y, cómo no, al sacerdocio femenino.

El vídeo, lo puedo adelantar ya, va a ser visionado en Roma, lo cual tiene su interés ya que una de las monjas dice en el reportaje que ellas sólo tienen como autoridad superior a la Santa Sede. Pues muy bien hermana, de eso se trata. De que la Santa Sede vea lo que ustedes dicen ante las cámaras de un programa de la televisión pública española. No podrán alegar que ha sido cámara oculta o que se les ha engañado para sacar declaraciones “escandalosas”. No, ustedes son como son, piensan como piensan y lo que toca ver es si la Iglesia acepta que sigan siendo monjas católicas. No es que yo piense que vayan a tomar serias medidas contra ustedes. A estas alturas me sorprendería una reacción contundente por parte de Roma, pero ¡quién sabe? Lo mismo han vertido la gota que faltaba al vaso de una futura visita apostólica a las religiosas españolas que siga el modelo de la que está teniendo lugar en EE.UU.

En relación a los argumentos esgrimidos por estas “hermanas del disenso", la cosa va desde la simpleza más burda a la elaboración anti-magisterial más aguda. Choca, ciertamente, ver a una monja decir que los obispos, al ser célibes, no están capacitados para hablar de asuntos como la anticoncepción. Hombre, no me imagino yo que el progresismo de estas monjas les lleve a ser unas expertas en las relaciones sexuales entre hombres y mujeres. Eso ya sería demasiado y lejos de mí suponer semejante “cualidad” en ellas. Pero es que ese argumento es tan absurdo como decir que un cura no puede aconsejar a unos padres sobre la forma de tratar a sus hijos porque, al fin y al cabo, él no los tiene.

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9.09.09

A monseñor Uriarte le preocupa que se acabe con Eta policialmente

Monseñor Uriarte sabe ya que sus horas al frente de la diócesis de San Sebastián están contadas. Monseñor Monteiro se encargó de decir que su sustitución está ya encima de la mesa en Roma, ante lo cual es cuestión de semanas que el Papa nombre a su sucesor. Pero mientras tal cosa ocurre, sigue siendo el pastor legítimo de todos los católicos guipuzcoanos. Lástima que, como su antecesor -cuyo nombre prefiero no escribir-, don Juan María sea más pastor de unos que de otros. Cuando se dice que los obispos españoles han sido peones del PP, se suele ignorar que si hay un obispo en España cuyo discurso es calcado al de un partido político, concretamente el PNV, ese es monseñor Uriarte.

Ahora bien, vamos al fondo de lo que plantea este obispo. Habla de dialogar en vez de aplicar sólo la ley. Ocurre que los españoles no tenemos memoria de pez y sabemos ya cuál es el resultado del diálogo con ETA comparado con el uso de todas los instrumentos del estado de derecho. Y, oh la lá, resulta que cuando se ha hablado con los terroristas, no se ha conseguido nada, absolutamente nada para acabar con la lacra que representan. Sin embargo, cuando se ha aplicado la ley, los resultados han sido fabulosos. No como para pensar que Eta va a desaparecer por completo, cosa harto difícil debido a lo sencillo que resulta matar, pero sí como para creer que sus actividades serán mínimas y que sus miembros saben que les espera la cárcel por tal cantidad de años que cuando salgan serán ancianos. A pesar de ello, el obispo habla del diálogo como camino ineludible para la paz. Y, aún más, considera que aplicar sólo la ley es una tentación a evitar. No ha dicho que es pecado de puro milagro, pero yo creo que eso es lo que piensa

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8.09.09

Benedicto XVI y el post-concilio

A nadie debería sorprender lo que el Papa acaba de decir sobre el marasmo post-conciliar. Los obispos brasileños han sido testigos de primera mano del análisis papal, pero está claro que el mensaje va dirigido a toda la Iglesia. Las cosas se han hecho mal, muy mal, y como consecuencia de ello el rebaño que el Señor encomendó a Pedro ha sufrido merma. El Santo Padre constata que tras el concilio los “responsables eclesiásticos” -se supone que mayormente obispos- dejaron de hablar en público del pecado, la gracia, la vida teologal o los novísimos (muerte, juicio, infierno, cielo y purgatorio). En otras palabras, dejaron de predicar el evangelio para entregarse a la comodísima tarea de decirle al mundo aquello que el mundo quiere oír.

Para los que seguimos el blog “Reforma o apostasía” del padre José María Iraburu, las palabras del Papa no nos resultan ajenas. No es que Benedicto XVI lea a nuestro sacerdote navarro y se haga eco de su análisis de la realidad de la Iglesia en los últimos 40 años. Es que no cabe explicar de otra forma las razones que han llevado a buena parte del catolicismo post-conciliar a convertirse una versión aguada del catolicismo auténtico y genuino que ha sido seno materno de la civilización occidental.

El Papa habla de la pérdida de fieles por parte de la Iglesia. Yo iría más allá. No sé qué es peor, si el alejamiento de muchos bautizados de su “Mater et Magistra” o la condición espiritual de muchos de los que no se han ido. Hemos oído en repetidas ocasiones la acusación de que entre los fieles de antes del Concilio Vaticano II se daba la denostada “fe del carbonero", esa que no necesitaba de la razón para creer lo que la Iglesia enseñaba. Pero me pregunto si aquella fe despreciada por Unamuno no era mucho más genuina que la “fe del disidente", esa que no para de buscar razones para oponerse a lo que la Iglesia enseña. Al fin y al cabo, san Pablo habla de la “obediencia a la fe” (Rom 16,25; 2ª Cor 2,9) y no de la oposición razonada a la misma. Porque, señores míos, la razón en la vida del cristiano, si es iluminada por Dios, tiene poco que ver con ese falso ídolo llamado “diosa razón", que lleva corrompiendo la conciencia de millones de cristianos desde que alguien decidió que es mejor que el mundo conforme a la Iglesia a que la Iglesia sea luz del mundo.

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7.09.09

Una patochada con 700 concelebrantes

Como muchos de ustedes sabrán, y si no lo saben no se han perdido nada pero yo se lo digo, los jovenzuelos de la asociación de teólogos Juan XXIII, se han reunido este fin de semana en Madrid. Para los lectores no españoles que desconozcan qué es esa asociación, les diré que es algo así como el asilo al que van a parar todos los heterodoxos habidos y por haber en España y parte del extranjero. Como quiera que la heterodoxia con pretensiones de catolicidad no tiene capacidad de producir vida, cada año acuden menos personas a este tipo de encuentros. De los presuntos mil asistentes de años pasados hemos pasado a los presuntos setecientos del actual. Y dentro de una década, si reúnen trescientos se podrán dar con un canto en los dientes.

Pero dejemos a un lado las consideraciones geriátricas y vayamos a lo que me ha motivado a escribir este post. En Religión Digital podemos leer la siguiente descripción de José Manuel Vidal de lo que, según él, fue una celebración eucarística:

“Jesús, poco antes de morir, tiempo de crisis para él y los suyos, hizo lo que tantas veces había hecho en su vida: repartir el pan. Tomad y comed, dijo, esto es mi cuerpo”. Son las palabras de la consagración. Recitadas por un coro de cientos de voces. Todas al unísono. Con profunda unción y conscientes de estar consagrando. No es una misa hereje ni masónica. Es la eucaristía que este mediodía concelebraron los 700 asistentes al XXIX Congreso de Teología, que se clausuró hoy en Madrid.

La eucaristía de clausura, organizada por el Movimiento pro celibato opcional (MOCEOP) fue un auténtico acontecimiento salvífico. Toda ella giró en torno a un “diccionario del corazón”. Porque, “como la crisis quienes más la sufren son los pobres, tener corazón, tener entrañas de misericordia, removerse el corazón…son expresiones que nos evocan la solidaridad y la bondad y misericordia de Dios”.

Una eucaristía distinta, pero “con la misma liturgia”. Eso sí, “con un lenguaje más laico, más cercano, más simbólico y más vivo”, como explica Andrés Muñoz, uno de los líderes del Moceop.

Bien, en una cosa tiene razón Vidal. Si aquello se desarrolló como él relata, no estamos ante una misa hereje ni masónica. A mi entender, sencillamente no hubo misa. Fue una pantomima en la que la fórmula usada a la hora de consagrar no es válida. Pero es que además, nótese lo siguiente:

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6.09.09

Castro, el apóstol

No quiero ni imaginarme lo que debe suponer para un cubano que haya sobrevivido a los tiburones del Caribe intentado huir de la dictadura castrista, oír la siguiente afirmación: “Fidel es para mí, hoy en día, el mejor discípulo de Jesús. Me tocó el privilegio de estar cerca, de observarlo, de oírlo, de verlo, y es un hombre enamorado de la justicia, de la fraternidad, de la solidaridad". Pues eso es, ni más ni menos, lo que ha dicho un personaje siniestro al que eligieron el año pasado para presidir la 63ª Asamblea General de la Onu, ese ente que a veces me da la sensación de que tiene toda la pinta de ser la incubadora del anticristo y del que pienso que lo mejor que se podría hacer con él es cerrarlo.

El sujeto que se ha ciscado en la memoria de todos los represaliados por el castrismo se llama Miguel D’Escoto Brockmann y, hete aquí, resulta que es un sacerdote secularizado que se dedicó a la política y fue canciller de la Nicaragua sandinista. O sea, otro especimen derivado de la Teología de la Liberación de corte y factura muy similar al famoso Ernesto Cardenal, aquel cura igualmente sandinista al que Juan Pablo II le cantó las cuarenta y veinte en bastos en su primer viaje a tierras nicaraguenses.

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