12.10.09

Sorpresa en el "caso Forcades"

Sinceramente no me esperaba que Roma interviniera de forma tan directa y tan inmediata para intentar atajar el escándalo creado por una declaraciones de sor Teresa Forcades en TV3, en las que la benedictina se apartaba de forma radical del magisterio de la Iglesia en un asunto tan importante como el del aborto. Por cierto, que no fue el único punto en el que la hermana Forcades se situó fuera de la comunión doctrinal con la Iglesia. También lo hizo en el asunto de la ordenación sacerdotal de mujeres, algo que no es novedoso en ella. Pero todo parece indicar que ha sido su postura sobre el aborto lo que ha provocado la intervención del cardenal Rodé.

No sabemos el texto completo de la carta que el prefecto del dicasterio encargado de las órdenes religiosas dirigió a la superiora del monasterio benedictino de San Benet de Montserrat, en la que al parecer le pedía que se encargara de que sor Teresa se adhiera a la fe de la Iglesia y deje de manifestarse en contra de la misma de manera pública. Creo saber quién se encargó de hacer llegar a Roma el vídeo de la religiosa catalana, pero como no tengo la certeza absoluta, no puedo decirlo. Lo que sí puedo afirmar es que una vez que la Santa Sede ha tomado cartas en el asunto, el “caso Forcades” entra en una nueva dimensión que sólo puede acabar de dos maneras: o la religiosa se retracta públicamente de sus opiniones y se compromete a no volver a difundirlas de forma pública o acabará siendo sancionada e incluso apartada de la vida religiosa.

Dudo muchísimo de que la respuesta que Teresa Forcades ha dado al cardenal Rodé sirva para contentar a Roma. Decir que la función magisterial de la Iglesia “tiene que ser respetada por todos los bautizados católicos y de manera particular por todos los teólogos católicos, pero este respeto no excluye la manifestación pública de hipótesis razonables que puedan hacer avanzar el magisterio eclesial", para a continuación volver a reafirmarse en sus posturas sobre el aborto contrarias radicalmente a dicho magisterio, es pretender tomar el pelo al cardenal que le ha pedido que se deje de zarandajas y se retracte. Y ya hemos visto lo ocurrido con otros religiosos que han pretendido jugar al tira y afloja con Roma. Al final ceden y obedecen en todo o acaban fuera de la vida consagrada.

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10.10.09

Cristo Ancor, derecho al cielo

La escena debió ser impresionante. Cristo Ancor Cabello, cabo del ejército español, acababa de ser herido de muerte en un acto de guerra en Afganistán. El “blindado” que conducía -un cacharro propio de la guerra de Cuba- no soportó la explosión de una mina y sus ocupantes sufrieron las fatales consecuencias. Cristo Ancor se dio cuenta de que se moría. Y justo en ese momento, pidió ser bautizado. El capellán castrense, que previamente había catequizado al soldado, derramó sobre su cabeza el agua de vida que limpiaba todos sus pecados pasados. Cristo pasó entonces a ser de Cristo y se fue con Cristo. Directamente, sin necesidad de pasar por ningún purgatorio. Del infierno de la guerra en la tierra a la paz del cielo con Dios.

La gracia de Dios es así. No importa cuál sea la situación del que se acerca a Él para recibir su abrazo de amor. Dios no rechaza jamás a quien le busca, aunque sea un segundo antes morir. Aunque nadie debería de esperar a estar delante de la muerte para entregarse a Dios, nadie debería de pensar que es tarde para hacer tal cosa. El “buen” ladrón que supo reconocer la santidad de Cristo en la cruz, salvó su alma. Y son muchos los casos de personas que se encuentran con el Señor antes de pasar a mejor vida. Yo he sido testigo de ello en algunas ocasiones. Nunca se me olvidará aquella vez que fui a visitar a un primo hermano de mi madre al hospital de La Princesa en Madrid. Ese hombre fue alcohólico toda su vida, pero yo le tenía cierto aprecio porque las pocas veces que coincidí con él en mi infancia me había tratado con cariño y alegría. Cuando me enteré de que se moría, quise ir a hablarle del Señor. Me acerqué al lecho y cuando le hablé de Cristo me dijo: “No te preocupes hijo. Él está conmigo aquí“. Salí de la habitación del hospital con lágrimas en los ojos. Luego supe que un amigo suyo le había invitado a recibir los últimos sacramentos. Es una de esas ocasiones en las que Dios te da la gracia de ver como su evangelio de salvación se encarna delante de tus ojos.

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9.10.09

Comunión y crítica

Parece ser que a algunos elementos del “Parque Jurásico progre-eclesial", que se pasan la vida quejándose de lo que hace o deja de hacer el cardenal Rouco, al que fustigan constantemente, se han sorprendido de que haya católicos fieles al magisterio de la Iglesia en su totalidad -factor éste incomprensible para ellos-, que puedan opinar en contra de la no presencia del cardenal en la manifestación del 17-O. Es más, mostrando lo que para ellos es su concepción del término “opinión”, consideran que quienes osan criticar a don Antonio María, y de paso a cualquier obispo “conservador", lo que en realidad quieren hacer es ganarles el pulso, marcarles la senda por la que tienen que andar, etc. Y ya el colmo, llegan a decir que la “caverna” es mucho más antijerárquica que la progresía. ¡¡Ole, ole…. y olé!!

Pues no, queridos, no es así la cosa. Yo sólo puedo hablar por mí, pero desde hace tiempo tengo como norma de mi actuación como “opinador", lo que dijo Pío XII en 1950 sobre la opinión pública dentro de la Iglesia:

Finalmente, Nos querríamos todavía añadir una palabra referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente, en las materias dejadas a la libre discusión). Se extrañarán de esto solamente quienes no conocen a la Iglesia o quienes la conocen mal. Porque la Iglesia, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase; falta cuya censura recaería sobre los pastores y sobre los fieles. Pero también aquí la prensa católica puede hacer un servicio muy útil. A este servicio, sin embargo, más que a cualquier otro, el periodista debe aportar aquel carácter del que Nos hemos hablado, y que está formado por un inalterable respeto y un amor profundo hacia el orden divino, es decir, en el caso presente, hacia la Iglesia tal como ella es, no solamente en los designios eternos, sino tal como vive concretamente aquí abajo en el espacio y en el tiempo, divina, sí, pero formada por miembros y por órganos humanos.

Si posee este carácter, el publicista católico sabrá evitar tanto un servilismo mudo como una crítica descontrolada. Ayudará con una firme claridad a la formación de una opinión católica en la Iglesia, precisamente cuando, como ahora, esta opinión oscila entre los dos polos, igualmente peligrosos, de un espiritualismo ilusorio e irreal y de un realismo derrotista y materializante. Alejada de estos dos extremos, la prensa católica deberá ejercer entre los fieles su influencia sobre la opinión pública en la Iglesia. Solamente así se podrán eludir todas las ideas falsas, por exceso o por defecto, sobre la misión y sobre las posibilidades de la Iglesia en el dominio temporal y, en nuestros días, sobre todo en la cuestión social y el problema de la paz.

Queda claro pues, que la crítica moderada dentro de la Iglesia no sólo es buena, sino incluso aconsejable. El “oficialismo” es tan nefasto para la salud de la Iglesia como el ataque brutal y desconsiderado que el progresismo eclesial hace a todas horas contra todo aquello que no se pone de rodillas ante sus pretensiones, que por mucho que las disfracen de Vaticano II, son la antítesis del ethos católico. La gran diferencia entre ellos y los que criticamos desde la comunión eclesial es precisamente que jamás se nos verá decir algo que vaya en contra de una sola tilde de las doctrinas que pertenecen al depósito de la fe. Profesamos la fe y la moral católica en su totalidad, no en comunión con el espíritu de la potestad del aire (Ef 2,2), con el príncipe de este mundo (Jn 14,30), con ese Belial (2ª Cor 6,15) que quiere que la modernidad sea la sal de la Iglesia en vez de que la Iglesia sea la sal del mundo moderno.

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8.10.09

¿Qué ha cambiado para que el cardenal Rouco no vaya al 17-O?

El cardenal Rouco ha animado a los católicos a que acudan a la manifestación en contra de la nueva ley del aborto que se celebrará el próximo 17 de octubre. Y al mismo tiempo ha dicho que no piensa ir. O sea, como yo, que animo a que la gente vaya pero no iré. Lo que ocurre es que yo soy quien soy y el cardenal es quien es. Mi presencia no añadiría nada a la manifestación. La suya sí.

Si el cardenal Rouco no hubiera ido nunca a ninguna manifestación en contra de la ingeniería social de Zapatero, su postura actual sería comprensible. Pero, tal y como se ve en la foto que adjunto al post, don Antonio María sí estuvo al menos en la manifestación a favor de la familia natural y en contra de la aprobación del matrimonio gay. ¿Qué ha ocurrido en estos años para que se pase de una presencia a una ausencia? Desde luego la materia que provoca la manifestación del 17-O es más grave, pues estamos ante el crimen de inocentes. Así que es normal que algunos fieles opinen que o fue un error el acudir a la manifestación contra el matrimonio gay o lo es el no acudir a la de dentro de nueve días. También habrá quien diga que no es un error ni una cosa ni la otra, pues nada obliga a un cardenal o a un obispo a ir o dejar de ir a manifestaciones no convocadas expresamente por la Iglesia, pero incluso quien así lo piense no me negará que resulta peculiar este cambio de criterio.

Lo cierto es que la imagen que está dando la jerarquía española en el último año y medio ha cambiado respecto a la que dio en la legislatura pasada. Eso es un hecho innegable. Por supuesto, se mantiene el mismo discurso en defensa de la vida y de la ley natural, pero hay menos gestos “externos”. Ahora bien, tampoco sería justo acusar a los obispos de quedarse de brazos cruzados. No se nos olvide que en relación con el aborto, se llevó a cabo la famosa “campaña del lince", que tuvo la capacidad de obtener una repercusión mediática importante. Y ayer pudimos leer una magnífica carta de monseñor Sánchez, obispo de Guadalajara-Sigüenza. Ese es el camino. Los pastores deben de ponerse al frente de la oposición contra la cultura de la muerte. Algunos creemos que deberían de hacerlo de forma más “visible", siguiendo el patrón de hace unos años, pero, al menos yo, no voy a perder mucho el tiempo diciéndole a los obispos lo que tienen que hacer. Baste con que sepan nuestra opinión. Si la tienen en cuenta, bien. Si no, también bien.

Luis Fernando Pérez

7.10.09

Disculpas a los lectores de InfoCatólica

No hace falta que explique de nuevo el ataque que sufrió nuestro servidor el pasado fin de semana. Del mismo nos recuperamos con relativa rapidez pero motivos técnicos ajenos a InfoCatólica han mantenido cerrado este portal durante dos días más. Con el añadido de que no sabíamos bien cuándo podríamos estar de nuevo online. Parece ser que a partir de ahora funcionaremos con normalidad aunque no descarto que en breves horas sea de nuevo necesario bajar la persiana. Es por ello que pido disculpas a todos nuestros lectores.

En breves días tomaremos probablemente algunas decisiones que esperamos que sirvan para evitar, en la medida de lo posible, que esta situación se vuelva a repetir.

Gracias a todos por la comprensión y el apoyo.

Luis Fernando Pérez
Director InfoCatólica