21.11.09

Llega a Asturias un buen pastor

Hoy es un día de sentimientos un tanto agridulces para mí. Quien ha sido el obispo de mi diócesis en los últimos 6 años se va a un nuevo destino decidido por Benedicto XVI. De Huesca y Jaca a Oviedo. De ser obispo a arzobispo, lo cual supone que recibirá el palio de manos del Papa. O sea, dentro de eso que se llama carrera eclesial, es un gran paso. Y estoy convencido de que no será el último, pues parece obvio que don Jesús está llamado a ser una de las figuras más importantes de la Iglesia en España en la era post-Rouco. Pero no es eso de lo que quiero hablar ahora.

Cuando don Jesús llegó a tierras oscenses, la realidad eclesial que se encontró no era precisamente la más deseable. No conozco la diócesis Jaca pero sí la de Huesca de monseñor Osés. Y esta era un páramo vocacional, con un monopolio casi exclusivo de la Acción Católica en el ámbito de los movimientos eclesiales y con un jaleo interno no pequeño debido a la reciente creación de una cosa que se llamaba unidades pastorales, con traslados sacerdotales incluidos. Todavía no entiendo muy bien a cuento de qué venía aquello, existiendo los arciprestazgos. En todo caso, en mis primeros años en Huesca pasé un tiempo bastante entretenido asistiendo a reuniones y más reuniones en las que sobraban las buenas intenciones y faltaba la capacidad de hacer cosas verdaderamente útiles. Lo dije hace unos días y lo vuelvo a decir. Si el modelo de Iglesia que representaba monseñor Javier Osés es el “genuinamente conciliar", tal y como sostiene el sector progre, los resultados no pueden ser más desalentadores. La juventud oscense estaba alejada casi por completo de la Iglesia y la sensación de estar ante una barca que se movía sólo por la inercia de las mareas era evidente.

¿Qué ha cambiado durante los seis años de pontificado de monseñor Sanz Montes? Pues poco y mucho a la vez. Poco, porque muchas de las querencias propias de esta diócesis presentes antes de su llegada siguen ahí. Mucho porque creo que se han puesto las bases para un cambio que llegará a medio o, más bien, largo plazo. Por ejemplo, el seminario vuelve a estar en Huesca y cuenta con 7 seminaristas. Sí, son de fuera de Huesca e incluso de fuera de España, pero son seminaristas. O sea, jóvenes dispuestos a servir al Señor como sacerdotes de esta diócesis. Algunos que no entendían esa medida, ahora comprenden que era necesaria. Don Jesús no es un taumaturgo capaz de hacer abracadabra para que salgan 10 jóvenes oscenses dispuestos a ser sacerdotes. Basta con que haya sido un obispo capaz de entender que o importábamos vocaciones de fuera o esta diócesis iba derechita hacia el colapso. Soy de la opinión de que gran parte del alma de una diócesis reside en su seminario. Así que aunque tan solo fuera por el interés que don Jesús le ha prestado al mismo, que se traduce también en procurar a los seminaristas una buena formación, su episcopado ha valido la pena.

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20.11.09

Alfonso Osorio le da una soberana lección a Jaime Mayor Oreja

Hubiera dado dinero por haber estado allí. Si llego a ser testigo directo de las palabras de Alfonso Osorio a Jaime Mayor Oreja en el Congreso de Católicos y Vida Pública del CEU, mis manos habrían echado humo al oír lo siguiente: “Querido Jaime: No me digas que no había responsabilidad social. Un católico no necesita responsabilidad social, tiene que responder a sus principios cuando gobierna y si no que no se llame católico o que deje de gobernar, pero las dos cosas a la vez, no“.

Y es que Mayor Oreja estaba intentando justificar lo injustificable. A saber, que el gobierno del cual él formó parte y con José María Aznar a la cabeza, no hizo nada, absolutamente nada, para derogar la ley del aborto incluso cuando tuvo mayoría absoluta. Es más, como todos saben, empeoró las cosas al aprobar la primera píldora abortiva. El “bueno” de Jaime dijo que no había respuesta social contra el aborto, que no se puede juzgar a Aznar sólo por eso, etc, etc, bla, bla, blaaaa, bla, bla, ¡BLÁ! O sea, el típico discurso cobarde, tibio e indecente de quienes parecen ignorar que cuando se produce la muerte de cien mil inocentes al año, las excusas sólo sirven para esconder la propia miseria moral de quien pudiendo haberlo evitado, no hizo nada.

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18.11.09

¿El suicidio de Europa?


El vídeo que hemos puesto en portada de InfoCatólica y que encabeza este post fue emitido en el programa de César Vidal en Es.radio hace algo más de un mes. Resumiendo, el reportaje asegura que con la actual tasa de natalidad, la civilización europea desaparecerá en la segunda mitad de este siglo, para ser sustituida por la civilización musulmana, debido a que los inmigrantes que profesan esa religión cuadriplican el número de hijos que tienen en comparación con los europeos “nativos".

Es evidente que las cifras dadas sobre la situación futura se basan en la teoría de que la tasa de natalidad en la comunidad musulmana se mantendrá en los niveles actuales. Yo pienso que tal cosa no ocurrirá. Es decir, el musulmán europeo se “europeizará” en ese ámbito y mientras que las familias musulmanas en Alemania tienen hoy una media de ocho hijos, probablemente se reduzcan a la mitad en la próxima generación. Incluso puede que esa tasa descienda aún más. En todo caso, eso sólo servirá para retrasar lo que ya parece un hecho innegable: la Europa que hoy conocemos será mayoritariamente musulmanas antes o después. Y no será gracias al proselitismo musulmán o al fundamentalismo islámico. Será una cuestión meramente demográfica. Las mujeres musulmanas tienen muchísimos más hijos que las “cristianas".

Hace unos días dije que en España el futuro del cristianismo sería mejor dado el hecho de que las únicas familias numerosas que surgen ahora proceden de matrimonios católicos practicantes. En el caso de los neocatecumenales, eso es especialmente cierto. Y también conozco bastantes familias filo-opus que no se conforman con “la parejita". Con todo, dudo que puedan competir con la inmigración magrebí, sobre todo si la misma sigue aumentando.

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De la Cruz a tu cruz tras dejarlo todo en manos de Dios

Hace un rato he visto el vídeo que abre este post. Es ciertamente impresionante. Nick, un minusválido sin manos y sin piernas, explica a un grupo de jóvenes que lo peor cuando uno se encuentra en una situación desesperada no es la situación en sí, sino el rendirse y no luchar por salir de ella. Ciertamente hay muchas personas que tienen una especie de capacidad natural o adquirida para salir con la cabeza bien alta de casi todo tipo de problemas y desgracias. Ahora bien, ni todo el mundo puede hacer tal cosa ni el mero esfuerzo humano vale para saltar el abismo que separa la felicidad de la vida desdichada.

La tentación pelagiana es muy fuerte, no sólo para el incrédulo, que a falta de Dios queda a merced de sí mismo, sino también para muchos que se dicen cristianos. Cuando Abraham quiso “ayudar” a Dios a cumplir su promesa de tener un hijo a una edad muy avanzada y con una esposa ya estéril, el resultado no pudo ser más desastroso. Cuando Pedro quiso ayudar a Cristo a no sufrir, se encontró con una respuesta dura de su Señor y luego pudo comprobar su propia incapacidad para ser fiel a quien tanto quería. En definitiva, cuando el hombre quiere ocupar el lugar que sólo corresponde a Dios, acaba fracasando.

Hay situaciones en la vida en las que sólo Dios puede dar la salida, la respuesta adecuada, las fuerzas para salir adelante. Tan cierto como que el hombre no puede por sí solo salir de sus abismos es que no hay abismo lo suficientemente profundo del que Dios no pueda sacarnos. La gracia es mucho más que un concepto teológico que aparece en la Biblia y sobre el que han escrito santos y doctores de la Iglesia. Es, ni más ni menos, que el motor que da vida al que cree. Es Dios mismo actuando en nuestras vidas para llevarnos a Él, aunque para ello haya que pasar por mil y uno peligros. Tanto si nos encontramos debajo de una losa que amenaza con acabar con todo aquello a lo que amamos, como si se nos pone delante una tarea para la que sabemos que no tenemos fuerza para afrontarla, Dios viene en ayuda nuestra. Es más, quiere que pongamos en sus manos todo, porque no es Él quien necesita de nosotros sino nosotros de Él. Y todo tiene además sentido, pues cuando eres consciente de que Dios te ha levantado del fango, te resulta más fácil amarle y darle las gracias. Ay de aquellos que no se dejan ayudar por Dios y que confían sólo en sus propias fuerzas para salir adelante. Difícilmente podrán alcanzar un buen grado de comunión con el Señor.

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16.11.09

Pepiño tiene parte de razón

Don José Blanco, ministro de Fomento y uno de los socialistas más dicharacheros de los últimos años, ha hablado sobre la relación entre la Iglesia y el Partido Popular en relación con el aborto. No es la primera vez que lo dice, pero ahora lo ha escrito en su blog:

Pero como católico lo que más me irrita no es la deriva autoritaria de quienes pretenden que sus creencias sean ley. Lo que más me irrita es la hipocresía episcopal.

Porque si el aborto es un crimen que tiene que ser perseguido, lo será de igual manera con la ley que está en vigor desde hace más de veinte años que con la que ahora propone el Gobierno. Se trataría del mismo crimen cuando gobernaba el PP y se practicaban en España más de medio millón de abortos legales que cuando gobierna Zapatero. Habrá que denigrar y excomulgar no sólo a los socialistas españoles, sino a los conservadores de todos los gobiernos europeos que han promulgado leyes de plazos iguales a la que vamos a votar en España. Habrá que organizar manifestaciones no sólo en Madrid sino en París, en Londres, en Berlín, en Amsterdam…

Pero nada de eso sucede. Nadie llamó asesino a José María Aznar, que gobernó ocho años con una ley que bajo el coladero del “daño psicológico” para la madre permite abortos prácticamente sin límite y sin control.

Pepiño tiene parte de razón. Pero sólo parte. No es cierto que la Iglesia no haya dicho nada sobre el aborto en tiempos del gobierno de Aznar. Lo hizo con motivo de la aprobación de la píldora abortiva RU-486 y con la conocida como píldora del día después. Los documentos pueden leerse en la web de la Conferencia Episcopal y el enlace a los mismos figura en el blog del padre Tomás de la Torre. Por tanto, miente quien diga que la Iglesia calló cuando Aznar dio pasos a favor de la cultura de la muerte. Pero no miente quien dice que la Iglesia no fue entonces tan radical como lo está siendo ahora, cuando recuerda que votar a favor de la ley del aborto es incompatible con comulgar en misa. José Blanco es de los que no es capaz de distinguir entre esa medida y la pena canónica de la excomunión, pero en relación a este tema eso es ya casi lo de menos.

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