3.12.09

Paracuellos, el obispo Reig Plà y la desvergüenza de la izquierda

Era de esperar. Cuando se supo que el obispo de Alcalá, Monseñor Juan Antonio Reig Plà, había presidido una misa en Paracuellos, todo indicaba que la izquierda se le iba a tirar encima. Usan como excusa que en la misa había una bandera de España con el Águila de San Juan como escudo y que, fíjense ustedes qué escandalazo, a la misma asistió Blas Piñar. Se ve que esa izquierda que cada vez tiene más afición a exhibir banderas de la II República en sus mítines tiene repelús por un escudo que, vaya por Dios, figura en el ejemplar de la Constitución que firmó el Rey tras ser aprobada en referéndum por los españoles. O sea, los que se enorgullecen de una bandera que llevó a España a la Guerra Civil se rasgan las vestiduras por un escudo que forma parte de la historia de España mucho antes de que los tatarabuelos de Franco nacieran. Dicho lo cual, también creo que no era necesario que esa bandera estuviera al lado del altar. Las misas no deben servir para hacer exhibición de símbolos que no son litúrgicos, por muy respetables que sean. Eso debería de haberlo tenido en cuenta el obispo de Alcalá.

Respecto a la presencia de Blas Piñar, conviene recordar que él no ha matado a nadie. No puede decir lo mismo la izquierda española, que cuenta entre sus filas a Santiago Carrillo, el tipo que precisamente fue uno de los principales responsables de la matanza de Paracuellos. Las manos de Blas no están manchadas de sangre. Las de Carrillo sí. Así que mejor es que no quieran rememorar la historia dando a luz nuevas checas mediáticas. Que el PSOE y los comunistas arremetan contra un obispo católico por honrar a los mártires que fueron asesinados por orden de uno de sus camaradas todavía vivo, es una muestra más de la poca vergüenza, de la indecencia, de la miseria moral y humana de la izquierda que nos gobierna.

Leer más... »

2.12.09

El Papa y los eruditos de la nada

Hace ya dos años y medio -¡cómo pasa el tiempo!- escribí un post al que titulé “El Jesús histórico y los eruditos de la nada”. Empezaba diciendo:

“Quien parte del apriorismo de que no existen los milagros difícilmente puede aceptar la historicidad de los que hizo Cristo, incluida su propia resurrección".

Y añadía:

“…si ustedes, señores eruditos de la nada, niegan que Cristo dio la vista a los ciegos, hizo hablar a los mudos, limpió la lepra a los leprosos, resucitó a los muertos y resucitó Él mismo, nieguen también que dio el Sermón del monte, que nos enseñó el padrenuestro, que habló por parábolas y que, en definitiva, predicó el evangelio. Eso de tomar sólo lo que les encaja en sus mentes racionalistas no es racional, no es serio, no es ciencia".

Pues bien, ayer el Papa Benedicto XVI les dio una soberana lección a los miembros de la Comisión Teológica Internacional. En una homilía dirigida no sólo a ellos, de hecho más bien creo que pensaba en teólogos de otro perfil, sino a todos los habidos y por haber en el mundo mundial, el Santo Padre puso los puntos sobre las íes. Por ejemplo, afirmó esto:

“Se pesca en las aguas de la Sagrada Escritura con una red que permite sólo una cierta medida para los peces, y todo aquello que está más allá de esta medida no entra en la red y, por lo tanto, no puede existir. Y así, el gran misterio de Jesús, del Hijo hecho hombre, se reduce a un Jesús histórico, realmente una figura trágica, un fantasma sin carne y hueso, uno que ha quedado en el sepulcro, está corrompido, es realmente un muerto. Se trata de un método que “sabe pescar ciertos peces pero excluye el gran misterio porque el hombre se hace él mismo la medida y tiene esta soberbia que, al mismo tiempo, es una gran necedad, que absolutiza ciertos métodos que no son aptos para las grandes realidades (…) Es la especialización que ve todo los detalles pero ya no ve la totalidad”.

Al leer las palabras del Papa no he podido por menos que acordarme de lo que dijo el teólogo Torres Queiruga en una entrevista concedida a Tempos Dixital este mismo año:

Leer más... »

1.12.09

Así deberían de hablar todos los príncipes de la Iglesia

Ahora que en España anda el personal rasgándose las vestiduras porque los obispos españoles han dicho que votar a favor del aborto es incompatible con ir a comulgar, conviene recordar que el tono de nuestros pastores no es, ni de lejos, el más contundente que puede usarse para combatir a la plaga de la cultura de la muerte.

De hecho, llevo tiempo diciendo que al otro lado del charco, en el continente americano, hay obispos y cardenales que se caracterizan por no buscar un lenguaje políticamente correcto a la hora de hablar a los fieles y a la sociedad. Y no me refiero sólo a obispos de diócesis “menores” -perdóneseme la expresión-, no. El cardenal Cipriani, el cardenal Terrazas, cardenales y obispos venezolanos, por poner ejemplos que me vienen inmediatamente a la memoria, han llamado al pan, pan y al vino, vino, en repetidas ocasiones en el último año.

A todos ellos se une ahora el cardenal arzobispo de Santo Domingo, primado de las Américas, S.E.R Jesús de Nicolás López Rodríguez. Lo que dijo el domingo quizás lo podría haber dicho más alto, pero más claro, imposible. Aseguró que Europa se ha convertido en una especie de cloaca moral que cuenta con ONGs y grupos de presión destinados a esparcir sus excrementos espirituales, morales y sociales por los países de Hispanoamérica. Y tiene toda la razón del mundo. En otras ocasiones he dicho que la ingeniería social zapateril se está intentando reproducir, punto por punto, allende los mares. La “madre patria", al menos en cuanto a sus gobernantes, ha pasado a ser una prostituta que ofrece sus servicios a sus hijas hispanoamericanas. El Viejo Continente, convertido en un auténtico viejo verde, ha pasado de exportar civilización cristiana -con todos los excesos que se quieran- a proponer un modelo de sociedad donde el divorcio, el aborto, la eutanasia y la “familia” homosexual sean señas de identidad.

Leer más... »

30.11.09

La expansión del Islam no se para con un referéndum

Lo que acaba de ocurrir en Suiza es un síntoma claro de que los “nativos” europeos empiezan a preocuparse seriamente por el avance del Islam en el continente. El país helvético pasa por ser uno de los estados más tolerantes, abiertos y, si es que se puede decir así, plurinacionales. Pero la inmigración procedente de países musulmanes ha provocado que el número de practicantes de la fe de Mahoma ascienda a 400.000. Pueden parecer muchos pero por ahora son “sólo” un 5% del total de ocho millones de la población total del país. Ahora bien, es cuestión de tiempo que ese porcentaje se multiplique varias veces debido a lo que ya señalé en un post reciente. La natalidad entre musulmanes es infinitamente superior a la que se da entre los cristianos europeos. En relación al catolicismo, se puede decir que ese hecho es uno de los grandes “logros” de los que boicotearon la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Hay que reconocer que los “eclesio-progres” hicieron “bien” su trabajo, pues países en los que la mayoría de sus habitantes son bautizados católicos, la tasa de nacimientos no llega ni de lejos a dos hijos por matrimonio.

El referéndum de Suiza no deja de ser una especie de brindis al sol. Prohibir la construcción de minaretes implica un “no” claro y rotundo al Islam, que seguramente obtendría refrendos similares en otros países europeos, pero de poco servirá esa negativa si no se vence a la cultura de la muerte que lleva revoloteando por el continente desde hace décadas. Cuando se habla de esa cultura contraria a la vida, se tiene a pensar en el aborto y la eutanasia. Pero ambos son los penúltimos peldaños de una escalera que empezó el día en que se entendió que el progreso consistía, entre otras cosas, en la capacidad de tener muy pocos hijos. Se ha pasado de la abundancia de familias numerosas a considerar a las mismas como una reliquia del pasado. Pero no hay civilización que sobreviva a la ausencia de hijos. Es una mera cuestión de ley matemática. La vieja Europa se muere porque prefiere impedir la concepción de vida y porque se dedica a destruirla en las clínicas de la muerte cuando la misma llega en un momento “difícil” para los padres.

Leer más... »

29.11.09

Bono, siempre Bono

Don José Bono Martínez, “Pepe” para los amigos, además de ser presidente del Congreso de los Diputados de España y, por tanto, el tercero en rango protocolario tras el Rey y el Presidente de Gobierno, es uno de esos socialistas que presumen de ser católicos practicantes y luego se dedican a darle lecciones a la Iglesia sobre moral. Lo hizo con motivo de la aprobación de la ley del matrimonio gay, cuando le dio por decir que a Dios no le importa mucho lo que se haga de cintura para abajo -señal inequívoca de no haberse leído los evangelios, en los que Cristo endurece la exigencia de la ley mosaica en materia de moral sexual-, y lo hace ahora en relación a la aprobación de la ley del aborto.

Entre los peregrinos argumentos que usa Bono para defender su apoyo a la nueva ley está en que la misma reducirá el número de abortos, que con la actual se sitúa en cerca de 115.000 al año. Ya me gustaría a mí saber cómo es posible que se reduzcan los abortos con una ley que los liberaliza por completo en las 14 primeras semanas y deja las cosas más o menos como estaban en las siguientes. Es más, el aborto pasa de ser un delito despenalizado en determinados supuestos a convertirse en un derecho. O sea, el político socialista piensa que somos imbéciles o cosa parecida cuando nos intenta hacer creer que lo que el gobierno busca con esta ley es que haya menos abortos. Y si a mí hay algo que me molesta especialmente es que, habiéndome librado de los efectos de la LOGSE, me traten como si fuera imbécil.

Leer más... »