15.02.10

Messori, los católicos y la política

La Revista Tempi ha realizado una interesante entrevista a Vitorio Messori, una de las plumas católicas más importantes de Italia y, por qué no decirlo, del mundo entero. En la primera parte de la misma, el italiano aborda la cuestión del papel de los católicos en la política:

- Comencemos por la actualidad. ¿Qué opina de la llamada que el presidente de la CEI Angelo Bagnasco (y antes de él Benedicto XVI) a que aparezca una “nueva generación” de católicos en política? ¿Significa que los de ahora están para el desguace? ¿A que tipo de católicos se les podría pedir que entren en la política?

Hay una tentación iluminista, de la cual ni siguiera la jerarquía se salva, que piensa que el mundo se cambia principalmente mediante la política. Pero los deseos deben contrastarse con la realidad. Y la realidad es que durante cincuenta años gobernó Italia un partido, la DC, que tenía una cruz como escudo. Eran personas que tenían como cita fija por la mañana la eucaristía antes del desayuno, a veces con fotógrafos en la iglesia. Pero fue una experiencia que terminó, como sabemos, ignominiosamente.

Su decadencia vino determinada también, si no principalmente, precisamente por lo que debía ser el sello característico del partido: la moral. La DC no pudo, de todos modos, impedir de ninguna manera modo la secularización. Basta pensar que la ley de aborto, de entre los cinco firmantes, lleva los nombres de cuatro católicos practicantes. La verdad es que el cristiano es un realista, ha leído a Maquiavelo y sabe que la política tiene sus propias reglas, reglas que, por más que queramos los buenos, son férreas. La deriva laicista afecta a todo Occidente, pero la Francia del socialista Mitterrand y el ateo Chirac, por ejemplo, ha dado leyes en favor de la familia francamente mejores que las democristianas. Más que con Bagnasco, yo estoy con el papa Ratzinger, que recuerda que la vocación de la Iglesia es la querida por el mismo Jesús, la de ser un pequeño rebaño, sal, levadura. Una comunidad activa, una minoría creativa. Mejor, mucho mejor que soñar con una cristiandad que no volverá nunca, y aún menos con unos políticos católicos convencidos.

-Mientras en la primera República (ésa considerada corrupta, clerical y reaccionaria, bajo la guía de la DC) los pecados de sexo quedaban lejos de la política, hoy día los “escándalos sexuales” tienen mucha audiencia y, como se sabe, rompen la carrera de los mejores moralistas. ¿Estamos haciéndonos protestantes también en Italia?

Hay una constante: cuando se pierde la fe, aparece la dictadura de la moral, que enseguida deriva en moralismo. Y los maestros de ética a lo Robespierre levantan la guillotina, hoy mediática. Sin duda, incluso en nuestras fibras está presente el protestantismo liberal que ha abandonado la fe considerando el evangelio sólo como un código ético. ¡Cuantos ex-sacerdotes y ex-seminaristas que no creían en absoluto en Cristo y que presentaban un Jesús sólo hombre, como campeón de la ética, como sumo moralista!

-Pero Benedicto XVI ha desmontado la fórmula de la “fe adulta", frente a los católicos progresistas. La posición de quienes no escuchan a la Iglesia, según el Papa, se presenta “como el ‘coraje’ de manifestarse contra el magisterio. En realidad, no se necesita para esto coraje, porque siempre se tiene asegurado el aplauso del público. El coraje se necesita sobre todo para adherirse a la fe de la Iglesia, incluso cuando ésta contradice el “esquema” del mundo contemporáneo". Más claro que esto…

Católico adulto es una contradicción en los términos. El Evangelio dice “si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos". Si hay una cosa que Jesús recomienda y prefiere es el candor, la inocencia. Precisamente la de los niños que conservan aún la gracia del asombro. Sin embargo, cuidado: el candor en sentido evangélico puede coexistir con la cátedra universitaria, con el estudio más serio y profundo. En le Iglesia hay lugar para la santidad de Bernardita y la de Tomás de Aquino.

La verdad, me dan ganas de echarme a llorar tras leer a Messori. O sea, como la democracia cristiana en Italia fue un desastre, olvidémonos de que haya buenos políticos católicos, seamos realistas y dejemos a un lado toda idea de influir en la política para que deje de ser un instrumento de la cultura de la muerte.

Yo más bien pienso que el problema está en que los políticos católicos eran, y suelen ser, antes políticos que católicos. Opino que el hecho de que la democracia cristiana italiana se convirtiera en una herramienta más de una sistema corrupto no cabe atribuirlo a la idea en la que se fundó dicha iniciativa política, sino a la falta de coherencia de quienes la llevaron a cabo. Y pienso que la jerarquía de la Iglesia tuvo mucho de culpa en que así ocurriera al no denunciar a quienes, siendo católicos, se comportaban políticamente de forma contraria a los valores de nuestra fe.

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14.02.10

A un religioso le dan pena los obispos. A mí también.

Un religioso director de un centro sanitario de su orden siente compasión por los obispos cuando estos se ponen a hablar de la eutanasia. Me le imagino pensando para sí mismo: “¿De qué hablan estos pobres ignorantes que no tienen ni repajolera idea de lo que es tratar con enfermos en coma, tetrapléjicos desesperados, etc? Lo mejor es que se callen y nos dejen a nosotros, los expertos, hacer lo que creamos oportuno".

Pero hete aquí que entre los obispos españoles contamos ya, que yo sepa, con dos médicos: Monseñor Iceta y Monseñor Mazuelos, obispo auxiliar de Bilbao y de Asidonia-Jerez respectivamente. Obviamente no ejercen esa profesión, pero saber, saben. Y no poco. Mucho.

En todo caso, no creo que haya que ser médico para entender que retirar la alimentación y la hidratación a un enfermo para lograr que se muera es algo que atenta contra la caridad cristiana. Tampoco hace falta ser director de un hospital para comprender que retirar el respirador artificial a una tetrapléjica que no quiere seguir viviendo, es como darle una pistola a uno que se quiere suicidar. Y lo que es seguro es que no hace falta ser católico para saber que este religioso se pasa la doctrina católica sobre bioética por el refajo de su “misericordiosa alma”. Y que además, lo hace de forma pública, notoria y escandalosa para los fieles que estamos hasta los mismísimos de que la Iglesia no haga nada con quienes se burlan de sus enseñanzas y, por tanto, de nosotros.

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13.02.10

Jesús el judío, no el protestante

Pocos escritores hay en España, y yo diría que en el mundo, con una capacidad semejante a la de César Vidal a la hora de escribir todo tipo de libros. No tengo ni idea de cuántas obras suyas hay en el mercado, entre otras razones porque habrá bastantes descatalogadas, pero si me dicen que ya le han publicado más de ciento cincuenta, no me parecería una exageración. Libros de Historia, de teología -protestante-, novelas históricas, cuentos para niños, ensayos, su campo de actuación es muy amplio.

Uno de sus últimos libros, nunca se puede decir el último porque lo más probable es que haya sacado otro hace unas cuantas horas, es “Jesús, el judío". Ni lo tengo ni, por tanto, me lo he leído, aunque viendo cómo lo describe el propio autor, tengo la sensación de que no me mucho encontraré material nuevo que no haya aparecido, de forma dispersa, en otras obras suyas en las que ha tratado, siquiera indirectamente, al protagonista de este libro. Ahora bien, lo que sí he leído es la reseña que en Libertad Digital ha escrito Lorenzo Ramírez y que se titula “La Verdad os hará libres”. Y en dicha reseña se encuentra un párrafo muy significativo:

El arrepentimiento y la Fe en Cristo son compromisos suficientes para lograr la salvación. Las obras no son determinantes, sino la recepción de Jesús y de su mensaje sin reparos, un enfoque que después desarrollaría Pablo de Tarso y que permitiría a los gentiles celebrar la llegada del Reino y ser, por primera vez en la historia, totalmente dichosos.

Supongo que don Lorenzo se hace eco de la visión que César Vidal hace de la cuestión de la salvación en su libro. Y claro, como no podía ser de otra manera, nos encontramos ante la exposición de la herejía solafideísta, que ni tiene base en la Escritura ni muchísimo menos en los evangelios, que recogen directamente la predicación de Cristo.

Vamos a partir de un hecho innegable. Somos salvos por gracia. Como bien dijo Trento “si alguno dijere que el hombre puede justificarse delante de Dios por sus obras que se realizan por las fuerzas de la humana naturaleza o por la doctrina de la Ley, sin la gracia divina por Cristo Jesús, sea anatema“. No sólo eso, aquel concilio que tanto detestan los progres de hoy, explicó que “somos justificados por la fe, porque “la fe es el principio de la humana salvación, el fundamento y raíz de toda justificación; sin ella es imposible agradar a Dios (Hebr 11, 6) y llegar al consorcio de sus hijos; y se dice que somos justificados gratuitamente, porque nada de aquello que precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación; porque si es gracia, ya no es por las obras; de otro modo (como dice el mismo Apóstol) la gracia ya no es gracia“.

Pero una cosa es decir que somos salvos por gracia, por medio de la fe, y otra que las obras no son determinantes. La Escritura es clara: la fe sin obras no salva (Stg 2,17) y el hombre es justificado por sus obras y no solamente por su fe (Stg 2,24). Pero vayamos a lo que el propio Cristo dice sobre la importancia de las obras. Fue precisamente Él quien dijo que no bastaba con recibir y aceptar su mensaje:

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12.02.10

Monseñor Algora ha dicho lo que casi todo el mundo piensa

El obispo de Ciudad Real, monseñor Antonio Algora, ha puesto de los nervios a los socialistas al acusar de indecentes los privilegios económicos de diputados y senadores, que como todo el mundo sabe, y al que no lo sepa se lo explico, basta con que estén siete años en sus respectivos escaños para tener derecho a la pensión máxima que da el Estado. Es decir, mientras que el resto de los ciudadanos de este país tiene que trabajar prácticamente toda la vida para obtener una pensión que en ocasiones es ridícula, nuestros máximos representantes políticos sólo tienen que aguantar dos legislaturas en sus respectivos puestos para poder retirarse con un sueldazo de pensión que ya quisieran para sí la mayor parte de los españoles.

Y claro, ahora que, en medio de la crisis, nos amenazan con retrasar la edad de jubilación o con que el cálcudo el monto total de nuestra pensión se hará con la media de los últimos 25 años de cotización (y no de los 15 actuales), que esa clase política se niegue a discutir siquiera sus privilegios, es una sinvergonzonería digna de ser denunciada. Que lo haga un obispo me parece no sólo fabuloso, sino digno de ser elogiado e imitado por el resto de obispos.

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11.02.10

¿Para cuándo un repudio público de la Iglesia hacia el parlamento europeo?

La noticia es de las que pone los pelos de punta a los que creemos que la mayor lacra en la historia de la humanidad es el aborto:

El pleno del Parlamento Europeo (PE) reclamó ayer que se garantice a las mujeres “un acceso fácil a la anticoncepción y el aborto” con el fin de que tengan “el control sobre sus derechos sexuales y reproductivos". La petición de los eurodiputados está recogida en un informe sobre la igualdad de sexos aprobado hoy con 381 votos a favor, 253 en contra y 31 abstenciones.

Ante un hecho así, la Iglesia puede tomar varias actitudes:

1- Mirar para otro lado y no darse por enterada.

2- Emitir una nota de queja diciendo que así nos va a ir muy mal y que tal, que cual, que si esto y que si aquello.

3- Condenar abiertamente al Parlamento europeo, acusándole de complicidad con el genocidio y de tener una catadura moral no superior a la de los nazis y los dictadores comunistas.

Creo que el primer punto debe ser descartado. En los próximos días habrá algún tipo de comunicación de la Santa Sede en relación con esta proposición aprobada por el parlamento europeo. Una proposición, dicho sea de paso, que no tiene ningún efecto “real", pues no deja de ser una declaración de intenciones. Lo cual no disminuye en nada su gravedad. Si ese parlamento tuviera capacidad real de imponer el aborto libre en los países europeos donde todavía no es legal, nadie dude que lo haría.

Me temo que tampoco asistiremos a lo que describo en el punto 3. A día de hoy todavía no se ha producido un enfrentamiento abierto, duro, frontal y descarnado entre la Iglesia y el sistema político que alienta la ejecución de millones de inocentes en el seno materno. A pesar de las críticas, se mantienen las formas. El problema es cuando la moderación en las formas sirven para aguar el fondo. Si seguimos el ejemplo del Señor, vemos que ante asuntos muy importantes, el “perder las formas” es una manera eficaz de transmitir un mensaje claro e inolvidable. Si el Señor usó el látigo y la voz para desmontar el negocio de los cambistas en el Templo, no veo por qué la Iglesia no puede usar su voz como un látigo que busque derribar el negocio de la cultura de la muerte en las instituciones que representan a los pueblos.

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