Messori, los católicos y la política
La Revista Tempi ha realizado una interesante entrevista a Vitorio Messori, una de las plumas católicas más importantes de Italia y, por qué no decirlo, del mundo entero. En la primera parte de la misma, el italiano aborda la cuestión del papel de los católicos en la política:
- Comencemos por la actualidad. ¿Qué opina de la llamada que el presidente de la CEI Angelo Bagnasco (y antes de él Benedicto XVI) a que aparezca una “nueva generación” de católicos en política? ¿Significa que los de ahora están para el desguace? ¿A que tipo de católicos se les podría pedir que entren en la política?
Hay una tentación iluminista, de la cual ni siguiera la jerarquía se salva, que piensa que el mundo se cambia principalmente mediante la política. Pero los deseos deben contrastarse con la realidad. Y la realidad es que durante cincuenta años gobernó Italia un partido, la DC, que tenía una cruz como escudo. Eran personas que tenían como cita fija por la mañana la eucaristía antes del desayuno, a veces con fotógrafos en la iglesia. Pero fue una experiencia que terminó, como sabemos, ignominiosamente.
Su decadencia vino determinada también, si no principalmente, precisamente por lo que debía ser el sello característico del partido: la moral. La DC no pudo, de todos modos, impedir de ninguna manera modo la secularización. Basta pensar que la ley de aborto, de entre los cinco firmantes, lleva los nombres de cuatro católicos practicantes. La verdad es que el cristiano es un realista, ha leído a Maquiavelo y sabe que la política tiene sus propias reglas, reglas que, por más que queramos los buenos, son férreas. La deriva laicista afecta a todo Occidente, pero la Francia del socialista Mitterrand y el ateo Chirac, por ejemplo, ha dado leyes en favor de la familia francamente mejores que las democristianas. Más que con Bagnasco, yo estoy con el papa Ratzinger, que recuerda que la vocación de la Iglesia es la querida por el mismo Jesús, la de ser un pequeño rebaño, sal, levadura. Una comunidad activa, una minoría creativa. Mejor, mucho mejor que soñar con una cristiandad que no volverá nunca, y aún menos con unos políticos católicos convencidos.
-Mientras en la primera República (ésa considerada corrupta, clerical y reaccionaria, bajo la guía de la DC) los pecados de sexo quedaban lejos de la política, hoy día los “escándalos sexuales” tienen mucha audiencia y, como se sabe, rompen la carrera de los mejores moralistas. ¿Estamos haciéndonos protestantes también en Italia?Hay una constante: cuando se pierde la fe, aparece la dictadura de la moral, que enseguida deriva en moralismo. Y los maestros de ética a lo Robespierre levantan la guillotina, hoy mediática. Sin duda, incluso en nuestras fibras está presente el protestantismo liberal que ha abandonado la fe considerando el evangelio sólo como un código ético. ¡Cuantos ex-sacerdotes y ex-seminaristas que no creían en absoluto en Cristo y que presentaban un Jesús sólo hombre, como campeón de la ética, como sumo moralista!
-Pero Benedicto XVI ha desmontado la fórmula de la “fe adulta", frente a los católicos progresistas. La posición de quienes no escuchan a la Iglesia, según el Papa, se presenta “como el ‘coraje’ de manifestarse contra el magisterio. En realidad, no se necesita para esto coraje, porque siempre se tiene asegurado el aplauso del público. El coraje se necesita sobre todo para adherirse a la fe de la Iglesia, incluso cuando ésta contradice el “esquema” del mundo contemporáneo". Más claro que esto…
Católico adulto es una contradicción en los términos. El Evangelio dice “si no os hacéis como niños no entraréis en el reino de los cielos". Si hay una cosa que Jesús recomienda y prefiere es el candor, la inocencia. Precisamente la de los niños que conservan aún la gracia del asombro. Sin embargo, cuidado: el candor en sentido evangélico puede coexistir con la cátedra universitaria, con el estudio más serio y profundo. En le Iglesia hay lugar para la santidad de Bernardita y la de Tomás de Aquino.
La verdad, me dan ganas de echarme a llorar tras leer a Messori. O sea, como la democracia cristiana en Italia fue un desastre, olvidémonos de que haya buenos políticos católicos, seamos realistas y dejemos a un lado toda idea de influir en la política para que deje de ser un instrumento de la cultura de la muerte.
Yo más bien pienso que el problema está en que los políticos católicos eran, y suelen ser, antes políticos que católicos. Opino que el hecho de que la democracia cristiana italiana se convirtiera en una herramienta más de una sistema corrupto no cabe atribuirlo a la idea en la que se fundó dicha iniciativa política, sino a la falta de coherencia de quienes la llevaron a cabo. Y pienso que la jerarquía de la Iglesia tuvo mucho de culpa en que así ocurriera al no denunciar a quienes, siendo católicos, se comportaban políticamente de forma contraria a los valores de nuestra fe.