A Monseñor Sanz Montes no le va el orvallo
Leemos en el diccionario de la RAE:
Orvallo:
1. m. Ast. y Gal. llovizna.
Llovizna.
1. f. Lluvia menuda que cae blandamente.
O sea, orvallo es el término que se usa en Asturias y Galicia para referirse a esa especie de lluvia fina tan propia de esas tierras. Pero resulta que a Asturias ha llegado un arzobispo que entiende poco de finuras a la hora de denunciar determinadas cosas. A Monseñor Sanz Montes, cuando le toca hablar del aborto, lo del orvallo se le queda corto. De él se obtienen rayos, centellas, relámpagos y pedrisco. No se anda por las ramas este franciscano de miraba amable y trato cordial:
Lo he dicho más veces: matar al niño dentro de una mujer que lo ha concebido, es sentenciar de muerte a la propia madre como ellas mismas testifican. No lo saben (o fingen no saber) quienes no quieren oír de veras a la comunidad científica ante el dato biológico del comienzo del ser humano, quienes construyen con ideología de holocausto una filosofía y una antropología que no tienen rigor de argumento, quienes con el pretexto de defender unos pretendidos derechos de la mujer pretenden sacar importantes réditos políticos y económicos (no siempre disociados, por cierto). Y así, asistimos al esperpento de unas señoras de escaño y cartera, que brindan con burbujas esta extraña victoria legal: tener más licencia para matar más al ser más inocente e indefenso, al que ni siquiera le permitieron llorar. Triste foto la de las brindantes y cuantos las apoyaron, alegrándose por tan macabros trofeos de caza donde las piezas de cacería son bebés cuyo nacimiento truncaron.