28.03.10

No tengas en cuenta nuestros pecados sino la fe de tu Iglesia

¿Quién podría mantenerse en pie si Dios no perdonara nuestros pecados? ¿quién podría evitar ser aniquilado por la santidad de Dios si su gracia no nos limpiara de todo mal? ¿cómo resistiría nuestra alma entenebrecida la luz cegadora del Altísimo si antes no hubiera sido transformada por la acción del Espíritu Santo?

No nos engañemos. Nosotros no podemos ser santos por nuestras propias fuerzas. Todo intento humano de servir a Dios sin su ayuda está destinado al fracaso. La obra de salvación es suya. La obra de la justificación es suya. La obra de santificación es suya. Y aun así, nos permite ser protagonistas de dicha obra. Incluso llegamos a ser instrumento de la salvación de otros, tal y como explica la Escritura.

La Iglesia misma, como Esposa de Cristo, hace de madre de los hijos de Dios. En unión a su Señor imparte los sacramentos, la gracia salvífica. En su seno está el tesoro de valor incalculable de la salvación. No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por Madre. Si amamos de verdad al Padre, amaremos a nuestra madre. Y a su vez, el amor a la Iglesia nos abre las puertas al amor al Padre.

Pero la Iglesia, como nosotros, necesita de la savia nueva y constante de la conversión. Sin dicha savia, el árbol se seca y los frutos mueren y se pudren antes de caer al suelo. De Cristo tenemos la promesa de que las puertas del Hades no prevalecerán, pero no que la lucha por la santidad será un camino de rosas sin espinas.

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26.03.10

Legionarios de Cristo, o qué hacer con algo fundado por un perverso

Reconozco que no me es fácil escribir sobre los Legionarios de Cristo. Salvo un caso realmente patético -patética para ser más exactos-, los pocos miembros con los que he tenido un trato personal más o menos directo me parecen fieles católicos que en muchos aspectos son ejemplares. Lo cual, dicho sea de paso, no tiene nada de particular. Ocurre lo mismo en otros movimientos religiosos dentro de la propia Iglesia. Finalmente es la gracia de Dios, y no la pertenencia a órdenes y movimientos religiosos, la que nos capacita plenamente para ser buenos cristianos.

Pero se quiera o no, los Legionarios de Cristo no son un movimiento más. En toda la historia de la Iglesia no ha existido una sola orden ni un solo movimiento religioso fundados por una persona de la que ya se tiene la certeza de que llevaba una vida de pecado incompatible, esto ha de quedar bien claro, con la condición de fiel a Cristo y su Iglesia. Una cosa es pecar ocasionalmente o incluso con cierta frecuencia, cosa que todos hacemos en mayor o menor medida. Otra muy distinta que tu vida entera sea pecado, que además lo ocultes, y que no des el más mínimo síntoma de arrepentimiento. Y eso es lo que ocurrió con el padre Maciel.

Partiendo de esa realidad que ya reconocen la actual dirección de los Legionarios de Cristo, la pregunta obvia es: ¿puede la Iglesia aceptar que en su seno haya algo fundado por un depravado de la catadura moral de Maciel? Porque, si leemos la carta del padre Corcuera y cía, ellos dicen que él fue su fundador y a la vez instrumento de Dios para llevar a cabo esa obra. Lo primero es obvio. Lo segundo, me van ustedes a permitir que ponga en duda que Dios usara a Maciel como instrumento de nada. En todo caso, Dios obró a pesar de Maciel. Y si acaso ha usado a Maciel, es en un sentido que no me parece compatible con la idea de que siga adelante algo que está tan ligado a la persona de ese sacerdote indigno. Es decir, Dios ha llegado a usar a emperadores paganos para hacer un bien a su pueblo (caso de Ciro), pero no me imagino al Señor deseando que algo que lleve su nombre -Cristo- vaya unido a quien llevaba una vida más propia de un pagano que de un cristiano.

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25.03.10

Las hienas hacen de hienas

Quieren cobrarse la pieza mayor. Que en nuestra Iglesia es el Papa. Por eso buscan, rebuscan, miran, indagan y revuelven Roma con Santiago -nunca mejor dicho lo de Roma-, para intentar encontrar algo con lo que acusar a Benedicto XVI en relación al escándalo de la pederastia de algunos sacerdotes.

El burdo intento de The New York Times roza el esperpento. Resulta que un cura yankee abusó de los críos que atendían a un colegio para sordos. Cuando llegó a Roma el caso, el pederasta estaba tan enfermo que murió a los pocos meses. Era absurdo seguir adelante con un proceso canónico cuando el procesado se estaba muriendo. Pues eso lo pinta el periódico neoyorquino como una ocultación por parte del mismísimo Benedicto XVI, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Bastaba leer la información de dicho periódico para darse cuenta que ahí no había escándalo alguno, aparte del propio abuso de ese degenerado. Hoy el padre Lombardi ha salido a aclarar lo que casi no hacía falta aclarar. Roma hizo lo que tenía que hacer. Pero es igual. Las terminales mediáticas de la progresía, incluida la religiosa, han esparcido la basura contra el Santo Padre. Viven de eso. De alimentarse de la basura. Porque son basura.

Luis Fernando Pérez


24.03.10

Y Jesús Bastante entrevistó a Masiá

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Y a veces es así. Igual podríamos decir que “una entrevista vale más que mil artículos”. Y en cierta forma es lo que sucede cuando uno ve la entrevista que Jesús Bastante, redactor jefe de Religión Digital y -al menos eso creo- responsable de la información religiosa de Público, el periódico de la extrema izquierda española (por tanto, anticlerical).

He aquí el vídeo de dicha entrevista:

Con semejante entrevistador y semejante entrevistado, no cabía esperar otro resultado que una repetición de típicos-tópicos del progresismo eclesial. Supongo que ocurriría algo parecido si yo entrevistara, por poner un ejemplo, a Paco Pepe. o viceversa, si Paco Pepe me entrevistara a mí. Diríamos los típicos tópicos de los bloggers católicos que somos fieles al magisterio de la Iglesia en su integridad y que tenemos una visión muy crítica respecto a los que viven mucho más allá de la frontera de dicho magisterio.

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23.03.10

Ser sacerdote hoy en España

Me lo contaba ayer un buen sacerdote y amigo mío. Este fin de semana, durante una de las misas que oficiaba, entró en el templo un hombre con evidentes síntomas de desequilibrio mental. El individuo empezó a hablar en voz alta, a ir de acá para allá y a montar el numerito. Pues bien, de todos los fieles sólo una mujer intentó reconducir la situación sin mucho éxito. Por ello, y ante la posibilidad de que el perturbado cometiera alguna barbaridad una vez realizada la consagración, el sacerdote decidió suspender la misa y llamar a la policía desde la sacristía. Esta llegó en seguida y cuando se hicieron cargo del desequilibrado, ocurrió algo que si llego a estar yo delante, hubiera provocado mi reacción furibunda. Estaba hablando este cura amigo con los agentes de la autoridad cuando uno de los asistentes a misa, habitual de la parroquia, le espetó que cómo era posible que siendo él cura pudiera actuar con tanta falta de caridad hacia el loco. Como digo, si estoy allí me como crudo con patatas a ese parroquiano. El sacerdote hizo lo que tenían que haber hecho cualquiera de los fieles. Llamar a la policía desde el móvil. Y como ninguno llamó, hizo lo que era de sentido común: salvaguardar a Cristo sacramentado de una posible profanación a manos de un enfermo mental. Acusarle de falta de caridad es propio de un imbécil.

El problema es que en nuestras parroquias hay muchos personajes así. Son ese tipo de fieles a los que todo le parece mal, que no paran de buscar motivos para meterse con el cura y que ejercen de pepitos grillos toca narices. No son mayoría, pues ésta suele estar formada por fieles “indiferentes", pero molestan. No es menos cierto que también existe la contrapartida. Es decir, parroquianos la mar de buenos, que hacen que el párroco o sacerdote de turno no desespere del todo.

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