3.05.10

De tal educación, tales hijos e hijas

Irene Villa es una mujer bastante conocida en España debido a que siendo niña fue víctima, junto con su madre, de un atentado de ETA. A los doce años (17 de octubre de 1991) perdió las piernas y tres dedos de una mano cuando explotó la bomba adosada al vehículo de su madre, funcionaria de de la Dirección General de la Policía. Su madre perdió una pierna y un brazo. La foto de ambas tiradas en el suelo impactó a la sociedad española.

Su discapacidad no ha sido obstáculo para convertirse en profesora y periodista. Su postura contraria a la política antiterrorista del PSOE en la pasada legislatura le hizo granjearse la enemistad de los sectores mediáticos próximos al socialismo, pero en principio sigue siendo alguien con buena imagen ante la sociedad española. Por eso están teniendo eco las declaraciones que ha hecho a la Revista Misión acerca de la realidad del aborto en nuestro país. Cito de dicha entrevista:

¿Cree que la familia es considerada un valor esencial en España?

Si tengo un dolor, aparte del terrorismo, es por cómo se están infra­valorando la vida y la familia. Se está haciendo un daño terrible a la sociedad. Está siendo algo feroz y me temo que irreparable. Además, es superdañino para los jóvenes. Mis alumnas dicen con frivolidad: “Si me quedo embarazada, aborto”. Hace unos años abortar era lo peor que te podía pasar en la vida. A lo mejor también se abortaba, pero era una carga. Era un dolor. Ahora las niñas de 13 o 14 años lo dicen con tanta frialdad…

Lo que señala Irene es ni más ni menos que uno de los síntomas más claros de que la sociedad española tiene un nivel moral similar a la calidad aromática de un estercolero. La hipersexualización y la banalización de la dignidad de la vida humana se encarnan sobre todo en aquellos que son más influenciables: nuestros hijos. Lo que ven en la televisión y en el resto de medios de comunicación, lo que reciben en el colegio y lo que las autoridades les van inculcando, con la complicidad de unos padres que no toman el lugar que les corresponde en la educación de sus hijos, provoca que haya muchachas que vean como la cosa más normal del mundo el quedarse embarazas y abortar.

Leer más... »

2.05.10

Dudas y certezas respecto al futuro de los Legionarios de Cristo

La Visita Apostólica a la Congregación de los Legionarios de Cristo ha finalizado y empiezan a verse sus primeros frutos. La nota publicada ayer por la Santa Sede confirma la condición de ser depravado del fundador, Marcial Maciel y señala que el mismo construyó un sistema de relaciones por las que pudo hábilmente “crearse coartadas, obtener confianza, confidencialidad y silencio de quienes lo rodeaban, y reforzar su papel de fundador carismático“. Es decir, ese personaje “sin escrúpulos” tuvo cómplices, que actuaron bajo su total confianza y que ocultaron sus depravaciones. Aunque la nota no lo dice, cabe esperar que dichos cómplices reciban el castigo justo que merece su ignominia. Maciel no habría llegado a lo que llegó sin el concurso de una red mafioso-eclesial de encubridores.

Con el fundador de los Legionarios de Cristo se demuestra que el tiempo pone a cada cual en su sitio. Él ya ha pasado a la historia como uno de los sacerdotes más depravados y malvados del siglo XX, que consiguió engañar no sólo a muchos fieles, en especial a los miembros de su congregación, sino también a varios papas, destacando entre ellos quizás el más grande: Juan Pablo II.

Roma reconoce que la gran mayoría de los legionarios de Cristo son “honestos, llenos de talento, muchos de ellos jóvenes, que buscan a Cristo con auténtico celo y que ofrecen su entera existencia en favor de la difusión del Reino de Dios“. Como es lógico, la Iglesia no puede dejarles a un lado. Ellos no tienen culpa de lo que hizo Maciel y sus cómplices. El Papa les muestra su aliento y su compromiso para superar la crisis.

Leer más... »

1.05.10

Dios siempre está a nuestro lado

Para los que no han recibido el don de la fe o los que, habiéndolo recibido, lo han arrojado de sus vidas como un trasto inservible antes de que pudiera dar fruto, es imposible entender en qué consiste la vida cristiana. De hecho, los que, sin mérito alguno por nuestra parte, podemos disfrutar de la presencia del Señor en nuestro peregrinaje por este valle de lágrimas, no siempre encontramos el modo de describir en qué consiste la vida de fe. Las palabras siempre se quedan cortas a la hora de expresar algo que tiene lugar en el alma y en el espíritu. Es allá donde, como ocurre en el paraíso, a veces se oyen “palabras inefables que el hombre no puede decir” (2 Cor 12,4). Salvando las distancias, es como intentar describir el estado del enamorado. Se podrá tener más o menos capacidad de usar el lenguaje escrito o hablado para explicarlo, pero sólo quien ha experimentado dicho estado sabe de verdad en qué consiste.

Benedicto XVI, como muchos otros santos y doctores de la Iglesia, ha dicho en repetidas ocasiones que el cristianismo es esencialmente una relación personal del hombre con Dios. Sin duda que hay leyes y normas morales que cumplir, pero el corazón de la vida cristiana es la habitación de Dios en sus hijos. Todo lo empapa, todo lo cubre, todo lo llena con su presencia. Y si nos alejamos, viene de nuevo a llenar el vacío provocado por nuestra necedad en cuando volvemos nuestros ojos a Él.

Ser cristiano no es vivir la vida sin problemas o tener una varita mágica que te libra del dolor, del sufrimiento y de la angustia. Al igual que los incrédulos, padecemos enfermedades, se nos mueren nuestros seres queridos, nos deprimimos ante situaciones difíciles, nos conmovemos ante la desgracia ajena. Incluso en ocasiones se da la circunstancia de que ser seguidor de Cristo hace las cosas más “difíciles” desde el punto de vista del mundo. Los mártires son ejemplo de lo que digo.

Leer más... »

30.04.10

Gracias, por Lidia

Escribo estas líneas, para agradeceros a todos vuestras oraciones por mi salud, no sólo la del cuerpo, que es importante, sino también por la del alma, ya que aunque a veces nos parezca inverosímil las oraciones de la Iglesia, como Cuerpo de
Cristo unido en Él y con Él, se sienten con fuerza en los miembros que lo forman.

Gracias a vuestras peticiones, mi fe no se ha visto quebrantada ante esta dura prueba a la que se ha visto sometida, porque aunque ahora pueda decir con fuerza y valentía que, como a la mujer con flujo de sangre, el Señor me ha dicho: Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado (Mat 9: 22), bien es cierto que en los últimos momentos la sentí desfallecer.

Cuando nos dijeron que buscaban descartar un “posible cáncer”, me quede totalmente en blanco; era como sí, de repente, no pudiera pensar ni para bien ni para mal. Mi mayor miedo era pensar que sí salía positivo, todo mi ser se rebelara contra Dios, y le diera la espalda, y eso me dolía mucho más que el pensar en que tuviera la enfermedad. Así que solo pude cerrar mis ojos y volverme hacía Él, para decirle: Señor, me pongo en tus manos, sí desfallezco, ahora que todavía puedo pensar con claridad te pido que me perdones. Sólo sé que de una manera o de otra, te debo dar Gracias; si no tengo nada, Gracias por ello, y si por el contrario, da positivo, Gracias por haber permitido pillarlo a tiempo.

De nuevo os doy las gracias a todos, no sólo a aquellos que habéis escrito dándonos ánimos, sino también a aquellos que en la intimidad de su oración han dedicado un poco de su tiempo para con nosotros.

Lidia

29.04.10

Se cumplió la voluntad de Dios

Y la voluntad ha sido que mi esposa, Lidia, no tenga cáncer. Podría haber sido lo contrario y lo habríamos aceptado igualmente, pero por el momento ha pasado de nosotros ese cáliz.

Lo que no va a pasar jamás es el agradecimiento que os tenemos a todos los que habéis rezado por nosotros, especialmente por ella. Sin esas oraciones nos habríamos venido abajo en algún momento de esta semana, que ha sido la más dura de nuestras vidas. La incertidumbre, el no saber si los nódulos que aparecían en una ecografía poco clara eran tumores o no, es una compañera muy poco recomendable. La fe y la gracia nos sostienen pero no nos impiden sufrir, clamar y hasta llorar.

Leer más... »