De la bigamia de un príncipe a la bendición de uniones contra natura
Cuando Lutero tuvo éxito en propagar por buena parte de la Cristiandad la fatal idea de que cualquier cristiano podía interpretar la Escritura al margen de la autoridad magisterial de la Iglesia, se abrió la caja de los truenos que contiene todo tipo de herejías. Como bien decía San Pío X en el artículo 129 de su Catecismo mayor, “el Protestantismo o religión reformada, como orgullosamente la llaman sus fundadores, es el compendio de todas las herejías que hubo antes de él, que ha habido después y que pueden aún nacer para ruina de las almas“.
El propio Lutero tuvo que reconocer en vida las consecuencias de su ponzoña al afirmar que “hay tantas sectas y opiniones como cabezas. Este niega el bautismo; el de más allá cree que hay otro mundo en el nuestro y el día del juicio. Unos dicen que Jesucristo no es Dios; otros dicen lo que se les antoja. No hay palurdo ni patán que no considere inspiración del cielo lo que no es más que sueño y alucinación suya“. Ahí tienen ustedes a un pirómano quejándose de las consecuencias del fuego que ha provocado.
Hoy es noticia que los luteranos italianos han aprobado la bendición de las uniones homosexuales. Su presidenta, una tal Christiane Groeben -apellido italiano donde los haya-, asegura que “se trata de una decisión que nace de escuchar la palabra de Dios y observar a la sociedad“. Es decir, esta gente ha decidido que la Escritura aprueba la unión entre personas del mismo sexo. Es una pérdida de tiempo señalar aquí los versículos que contradicen tal aseveración, porque para un protestante todo en la Escritura es interpretable según su personal parecer.