Elecciones: ¿todo cambia para que nada esencial cambie?
Aunque soy de los que confiesan que sólo Dios es Rey de reyes y auténtico Soberano, dado nuestro actual sistema político concedo que el domingo habló en España el pueblo soberano. La mayor parte de los españoles hizo uso de su derecho a votar, que es el instrumento más eficaz -aunque no el único- para expresar su voluntad sobre la dirección política que ha de llevar el país. Al ser elecciones municipales y autonómicas, los resultados de la votación no suponen un cambio del máximo órgano de gobierno de la nación, pero sí que se van a producir variaciones muy importantes en las autonomías y los ayuntamientos.
El castañazo que se ha pegado el PSOE es histórico. Fruto sin duda de que muchos españoles son conscientes de que Zapatero es el peor presidente que ha tenido este país desde la llegada de la democracia. A pesar de ello, más de 6 millones de ciudadanos han seguido votando PSOE, lo cual demuestra que muchísima gente no cambiará jamás su voto a ese partido. Habiendo otras opciones de izquierda y centro izquierda (IU y UPyD), el suelo electoral del PSOE sigue siendo muy alto. A la derecha ocurre lo mismo pero con la particularidad de que a nivel estatal no hay una opción política conocida -las existentes son mediáticamente invisibles- a la que se pueda ir el voto desencantado con el PP.
La victoria del PP, ciertamente espectacular, viene más dada por la caída del PSOE que por un gran avance del voto pepero. Rajoy no es precisamente la alegría de la huerta pero hay tanto hartazgo respecto al zapaterismo que aunque el PP pusiera a Cantinflas como cabeza de lista, ganaría.