Mártir por decir una verdad que solamente podía ser dicha con riesgo de la vida
La Iglesia celebra hoy la memoria del Martirio de San Juan el Bautista. Quien, sin duda, no es cualquier santo, pues de él dijo el Señor Jesucristo: “En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista” (Mt 11,11a); aunque también dijo que “sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él” (Mt 11,11b), lo cual puede interpretarse de diversas maneras, siendo una de ellas la de la “superioridad” del Nuevo Pacto, establecido por Cristo, sobre el Antiguo, al que todavía pertenecía el Bautista.
¿Y por qué murió mártir San Juan Bautista? Por decir la verdad. Y por decirla con claridad. Y por decírsela a un rey que en verdad reinaba -no como ocurre en muchas monarquías de hoy-. No creo que hubiera cambiado mucho la cosa si en vez de ser un rey hubiera sido un gobernador o un simple general romano. El caso es que la verdad ofende al que vive en la mentira y el pecado. Y proclamarla conlleva un peligro evidente cuando el acusado tiene entre sus manos la espada, la metralleta o el Boletín Oficial del Estado.
La Escritura afirma que la Iglesia es columna y baluarte de la verdad. Y no de cualquier verdad, sino de aquella que nos salva. Pero una verdad que no es proclamada no produce el efecto benéfico y liberador del que Cristo habló: “… y la verdad os hará libres” (Jn 8,32).