Sobre el diálogo con los fundamentalistas progres
En estos días se está celebrando en Madrid, en la sede del sindicato Comisiones Obreras, el congreso anual de la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Teólogos serán, no lo dudo, pero tampoco albergo dudas de que en ellos el nombre del “Papa bueno” es profanado. Aquel que habló de la Iglesia como Madre y Maestra no admitiría que bajo su nombre se amparen aquellos que ni tienen a la Iglesia como Madre ni hacen otra cosa que luchar contra sus enseñanzas como Maestra.
Como introducción al congreso, el medio de comunicación de referencia del progresismo heterodoxo eclesial entrevistó al insigne Juan José Tamayo, alma mater de dicha asociación, que en un claro intento conciliador con la Iglesia dijo, entre otras lindezas, lo siguiente: “El papado es la institución fundamentalista por excelencia, que carece de fundamento bíblico y teológico y, por supuesto, no es de institución divina. El Vaticano es una de las más patológicas encarnaciones del fundamentalismo católico“. ¿Qué? Conmovedor, ¿verdad?
Tiene su gracia que el director de ese periódico digital nos venga luego con quejas amargas por la inexistencia de diálogo por parte de la Iglesia con ese sector al que pertenece tanto él como Tamayo. Dice: “¡Qué testimonio de diálogo con todos daría el cardenal Rouco si, después de arropar a los Kikos en Cibeles, se acercase a la clausura del Congreso de la Juna XXIII!“. Pues sí, sin duda que sería un testimonio importante. Pero no de diálogo sino de claudicación ante la herejía liberal progresista que ha puesto y pone en peligro la comunión en el seno de la Iglesia Católica.