Que tome nota el PP de lo que dice Rick Perry
El gobernador de Texas, Rick Perry, ha arremetido contra Obama por dedicar dinero de los contribuyentes a apoyar los derechos de los homosexuales por el mundo entero. El republicano ha dicho, y no le falta razón, que tal hecho va en contra de los valores tradicionales de su país. El problema es que esos valores hace mucho tiempo que dejaron de ser la guía no solo de EE.UU sino de muchos otros países. En realidad, muy pocas naciones occidentales están aguantando el envite contra las raíces cristianas que han formado parte de su esencia durante siglos.
Perry dice que una cosa es tolerar determinados estilos de vida y otra apoyarlos. A veces parece que estamos en uno de los extremos del péndulo de la historia en el que todo aquello que era perseguido tiempo atrás, incluso con saña malsana, hoy es promovido con necio entusiasmo. Por usar un pasaje evangélico, hemos pasado de tirar la piedra para lapidar a la adúltera a desproteger por completo a las víctimas del adulterio, que al menos en España ven como además de ser traicionadas se pueden encontrar con una sentencia de divorcio que les haga abandonar al hogar y perder la custodia de sus hijos.
EE.UU es una de las naciones donde hasta hace bien poco había leyes contra las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. De hecho, no sé si queda algún estado con ese tipo de legislación. La presencia de homosexuales sexualmente activos en el ejército ha estado prohibida hasta “anteayer". Pero también es la nación donde el lobby gay es más poderoso, sobre todo económicamente. Ahora bien, frente a dicho lobby existe una numerosa e igualmente influyente masa social que profesa en gran medida la moral cristiana. El puritanismo, en muchas ocasiones ahogado por un evidente fariseísmo, sigue impregnando buena parte de la vida social y política de esa nación. Allí si un político engaña a su cónyuge es bastante probable que tenga que salir de la vida pública. Piensan que quien no es fiel a su pareja no puede ser fiel a sus ciudadanos. No seré yo quien diga que están equivocados.