Dos más dos son cuatro y secularización más apostasía es muerte
Hay cosas que no pueden dejar de ser como son. Si a dos le sumas dos, da siempre cuatro. Si a una manzana le rompes el rabillo que la une al árbol, cae al suelo. Y si a una sociedad cristiana le quitas a Cristo y el evangelio, se va derechita hacia el abismo.
Es lo que le ocurre a España. Desde que los españoles decidieron mayoritariamente olvidarse de la fe en la que fueron bautizados y vivir sin tener en cuenta a Cristo, su evangelio y lo que enseña la Iglesia, la descomposición social es imparable. Y si no lo remedia la nueva evangelización de la que tanto se habla -veremos lo que se hace-, el resultado final será catastrófico a todos los niveles.
Porque catastrófico es que una nación se convierta en un país de ancianos, sin niños por las calles, sin jóvenes en edad de trabajar, sin familias estables y sin valores suficientes para revertir la situación. En breve publicaré una reseña del libro “El suicidio demográfico en España” de Alejandro Macarrón, editado por Homo Legens, pero ya adelanto que el mismo pone los pelos de punta a cualquiera. Lo que nos vamos a encontrar de aquí a la vuelta de la esquina si las cosas no cambian es algo que dudo que tenga parangón en la historia de este país. Baste decir que hoy nacen menos niños en España que durante el peor año de la Guerra Civil. Y que a mediados del siglo XIX, las españolas tenían más hijos cada año que los que tienen hoy, a principios del siglo XXI. Si alguien cree que eso es normal y deseable, que se lo haga mirar.