23.04.12

El absurdo de impartir sacramentos sin fe

Mons. Xavier Novell, obispo de Solsona que se caracteriza, entre otras cosas, por aparecer prácticamente todas las semanas en los medios de comunicación, acaba de asegurar que antes que el aumento de bodas civiles, le preocupa más el hecho de que se celebren bodas religiosas sin que haya fe entre los contrayentes. Y tiene toda la razón pero yo iría más allá. Gran parte de esas bodas religiosas son nulas, porque precisamente en el sacramento del matrimonio los ministros son los contrayentes, siendo que el sacerdote o el diácono ejercen de testigos cualificados de la Iglesia. Si quien se casa no tiene fe y, por tanto, no tiene razón para creer en la indisolubilidad del matrimonio, que solo puede alcanzarse por medio de la gracia de Dios, ¿cómo va a haber realmente sacramento?

Dice el Código de Derecho Canónico que el obispo “no debe conceder licencia para asistir al matrimonio de quien haya abandonado notoriamente la fe católica” (CDC 1071,2). A mí me parece obvio que quienes no asoman por la Iglesia ni domingos ni fiestas de precepto, quienes no frecuentan la Eucaristía ni la confesión, quienes, en definitiva, no demuestran tener fe podrían incluirse en un futuro dentro de esa definición. Es decir, que no sea necesario hacer una manifestación pública de apostasía para quedar incapacitado para contraer matrimonio eclesiástico.

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19.04.12

El humo de Satanás empieza a desaparecer

Hace 40 años el Papa Pablo VI aseguró que el humo de Satanás había entrado en la Iglesia. Mucho se ha especulado acerca de en qué estaría pensando el papa Montini cuando dijo esas palabras. El cardenal Virgilio Noé aseguró que hablaba de los abusos litúrgicos, pero no es descartable que el Santo Padre tuviera en mente toda la crisis post-conciliar, que tuvo un efecto nefasto a todos los niveles.

Siendo Satanás el padre de toda mentira, y siendo la herejía -una forma de mentira- uno de los instrumentos más dañinos para el bien espiritual de los fieles católicos, no hace falta ser muy osado para afirmar que mientras la heterodoxia pueda campar a sus anchas en el seno de la Iglesia, las volutas de humo malignas seguirán ejerciendo su cancerígeno efecto.

En ese sentido, las últimas semanas están siendo un claro ejemplo de lo que se puede y se debe hacer. Los obispos españoles han dejado claro que no es católica la teología de Torres Queiruga, uno de los puntales de la heterodoxia. Y si alguien cree que en Roma no están de acuerdo con la notificación de la CEE, que pruebe a preguntar. Que verá qué sorpresa se lleva. No olvidemos las palabras del Papa en la Misa Crismal, advirtiendo a los sacerdotes austriacos de que por el camino de la rebeldía no van a ningún lado.

De hecho, ha sido la propia Congregación para la Doctrina de la Fe la que ha entrado en un proceso de actividad casi febril. Ha ordenado el silencio a dos sacerdotes irlandeses, P. Tony Flannery y P. Sean Sagan, que se caracterizaban por escribir y hablar contra el magisterio. Y se acaba de hacer pública lo que es posiblemente el acto más contundente llevado a cabo por Roma contra la disidencia eclesial desde el Concilio Vaticano II. La intervención de la Conferencia de Líderes Religiosas (LCWR), en la que están integradas la mayoría de las superioras religiosas de Estados Unidos, marcará sin duda un antes y un después, sobre todo por lo que tiene de ejemplar para el resto de la Iglesia. Se acabó eso de ser religioso y estar en constante rebelión contra la Iglesia y sus enseñanzas.

Queda todavía mucho por hacer. Es tanto el daño causado por la heterodoxia doctrinal, moral y litúrgica que solo la acción decidida y constante de todos los obispos -no solo Roma- puede poner fin a la pesadilla que se ha llevado por delante el sensus fidelium en amplios sectores de los bautizados. Como dice Mons. Francisco Pérez en su magnífica y muy necesaria carta sobre los errores cometidos habitualmente en los funerales:

Jesucristo concedió su autoridad a los apóstoles y ahora el Papa y los obispos hemos de seguir confirmando en la fe católica a nuestros fieles. Atrevernos a comunicar la verdad a nuestros hermanos es la acción que mejor expresa el amor y el respeto que por ellos tenemos.

De eso se trata. De que ejerzan esa autoridad en caridad para el bien de toda la Iglesia. A los heterodoxos se les acabó el tiempo de vivir con sus mentiras en medio de aquella que es columna y baluarte de la verdad. Deben acogerse a la gracia que les lleva a la conversión -por ello debemos orar constantemente- o afrontar el hecho de que ya no tienen lugar en la Iglesia de Cristo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

18.04.12

Calma, muchachos, calma

Llevamos unos días, por no decir unas semanas, en los que todos son rumores, cuchicheos, primicias, etc, en relación a la cuestión del diálogo entre la Santa Sede y la FSSPX.

Mientras que unos dan por hecho que se producirá la reconciliación deseada, otros intentan aplacar el optimismo. Hoy mismo, alguien tan poco sospechoso como el director de la oficina de prensa de la Fraternidad, ha dicho que no está todo cerrado. Que ellos han enviado la respuesta pedida por Roma y que falta saber qué responden desde el Vaticano.

Y hace unos minutos, la Comisión Ecclesia Dei ha hecho público un breve comunicado en el que da acuse de recibo de la respuesta de Mons. Fellay y asegura que el texto de la misma “será examinado por la Congregación y luego será sometido al juicio del Santo Padre“. Esta parte final del comunicado es FUNDAMENTAL. La palabra última la tiene el Papa.

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17.04.12

Amicus Plato sed magis amica veritas

La frase que da título a mi post, y que significa “Platón es amigo, pero la verdad es más amiga", aparece en la obra La vida de Aristóteles de Ammonio. Parece ser que Aristóteles, discípulo de Platón, admiraba a su maestro, la profundidad de sus pensamientos y de sus razonamientos filosóficos, la corrección moral de su vida y de sus sentimientos, pero juzgaba más importante la búsqueda de la verdad en sus múltiples formas.

Por pura gracia de Dios, los que hemos recibido el don de la fe no necesitamos buscar la verdad. La misma se nos presenta en la persona de Cristo y de sus enseñanzas. Se nos concede el privilegio de ser libres para amar a Dios y obrar el bien, huyendo de la esclavitud del pecado. Ni Aristóteles ni Platón tuvieron la ocasión de alcanzar tal merced. Al menos no en el grado máximo que es ofrecido a los que aceptan el señorío del Salvador.

Ahora bien, Cristo no dejó tras de sí una mera serie de enseñanzas que sirvieran de guía para quienes se dejan abrazar por sus brazos salvadores. Cierto que lo más importante de sus palabras y de sus obras quedaron por escrito en los evangelios, pero el gran regalo del Señor al mundo, aparte de su sacrificio redentor, es la Iglesia, columna y baluarte de la verdad. Ella es su cuerpo, su plenitud.

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16.04.12

Los herejes ante la Escritura y la Tradición

Desde que en las últimas semanas la Iglesia parece decidida a dar un paso adelante a la hora de defender la sana doctrina y amonestar, siquiera someramente, a quienes se oponen públicamente a la misma (curas austriacos, Queiruga, Flannery), los defensores de los heterodoxos se rasgan las vestiduras hablando del regreso de la Inquisición, de la Edad Media, etc.

Ciertamente la Iglesia ha combatido la herejía antes del último concilio. En dicho combate se llegaron a usar métodos absolutamente brutales, que esperamos y deseamos que no se vuelvan a repetir. Ahora bien, la defensa de la sana doctrina contra la heterodoxia no es cosa de Torquemadas, ni empezó cuando se implantaron las hogueras para quemar herejes. Aparece en el Nuevo Testamento y sigue, sin solución de continuidad, en los primeros siglos del cristianismo. Prueba de ello es que una de las obras cumbre del siglo II lleva como títlo “Contra los herejes”. Escrita por San Ireneo de Lyon, tiene hoy exactamente la misma actualidad que en el momento de su composición.

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