Cardenal, ¿piensa usted ir uno por uno?
A finales del verano del año pasado la Iglesia Católica en Austria dejó bien claro ante todo el mundo que tiene un problema interno de magnitud considerable y consecuencias catastróficas. El P. Helmut Schüller, que llegó a ser vicario general de la archidiócesis de Viena entre 1995 y 1999, lanzó el “Llamamiento a la desobediencia", que fue firmado inmediatamente por centenares de sacerdotes austriacos.
En el documento se pedía la ordenación de las mujeres y de las personas casadas, que hombres y mujeres laicos preparados, solteros o casados, puedan oficiar Misa y dirigir iglesias carentes de párroco, que se permitiera que los divorciados puedan volver a contraer un segundo matrimonio religioso y que los protestantes puedan recibir la comunión.
Como ven ustedes, buena parte de esas peticiones son imposibles de conceder ya que afectan directamente a doctrinas pertenecienes al depósito de la fe. Y ni siquiera los Papas tienen autoridad para alterar dicho depósito, del que son sus principales guardianes. Recordemos que, tal y como enseña el Concilio Vaticano II, el Magisterio no está por encima de la Escritura ni de la Tradición: